El régimen zarista, es parecido al absolutismo. Los zares eran y se proclamaban » autócratas» es decir dueños y señores de todo el poder, y este residía en una única persona que era el zar. Todo lo que acontecía en materia política y económica dependía de sus designios. El término proviene del latín caesar, era el título usado por monarcas eslavos, principalmente del Imperio Ruso entre 1547 y 1917. Destaquemos que, al contrario de lo que normalmente se cree, no implica un rango imperial, siendo equivalente a krol, kral, korol o kirali, que son varias formas de las lenguas eslavas para designar al rey, derivadas etimológicamente del nombre de Carlomagno, Karl, del mismo modo en que la palabra zar proviene etimológicamente, como vimos, de César. Como muchos otros títulos nobiliarios, se usa figurativamente en el habla normal, para referirse a personas o instituciones que poseen gran poder y actúan como autócratas. Esto es lo que está ocurriendo, en el sector de la moda: el “Zarismo”.
Hagamos historia. En 1963 fue el año, en que Amancio Ortega se pone a trabajar por cuenta propia y abre su primer tienda, llamada GOA. En ella confeccionaba las famosas batas de boatiné, que por aquel entonces estaban de moda. Diez años después, ya contaba con 500 trabajadores, había absorbido los procesos de distribución, aprovisionamiento y contratado a un equipo de diseñadores, solo le falta el gran salto al sector minorista, vender al cliente final. Y es cuándo, en 1975 abre ZARA. El resto de la historia ya la conocéis, su principal baza para triunfar ha sido: darle al cliente, lo que quería, la capacidad de disfrutar del lujo a un precio asequible, además de crear lo que se conoce con el término “moda rápida”, o fast fashion, su denominación original en inglés. Fast fashion, supone producir diseños a toda velocidad según las necesidades del cliente y promocionar la venta rápida en sus tiendas. Si no lo compras ahora, después ya no lo tienes, por eso todas las semanas hay nuevos modelos en sus tiendas. En verdad, nadie puede quitarle el mérito a su modelo de negocio, se estudia en todas las escuelas, es un ejemplo a imitar. El holding es el tercer grupo textil más grande del planeta y el primero en España. El gigante textil según los datos de forbes, cerró las ventas del ejercicio 2016, en 23.311 millones de euros, y el beneficio neto se situó en 3.157 millones de euros, un 10% superior al de 2015. Se puede comprobar en El Mapa de la Moda, un documento que el digital moda.es elabora anualmente, el primer puesto lo sigue liderando el mismo desde hace años: Inditex.
El líder de ese imperio tiene una similitud con los zares rusos. Se sitúa como dueño y señor de casi todo lo que se mueve en el sector de la moda, la conquista es imparable. No admite rival. Sin duda estamos ante una sociedad zarista, vivimos en un mundo uniformado, con un modelo de negocio al que ya nos hemos adaptado: El de la prenda de usar y tirar. Llevar la última tendencia que marca el zarismo, a pesar de que nos siente como un tiro, da igual. Nos conformamos con comprar otra nueva, en el caso de que pase de moda, o se rompa con dos lavados.
Deberíamos preguntarnos: ¿Y esa prenda la necesitabas de verdad? ¿O era por qué te apetecía tener algo nuevo? ¿Me ha gustado tanto como para considerar que no merecía la pena esperar? ¿Se adapta a mi estilo? Pareciera que las compradoras se hubiesen convertido en adictas a la moda, cuando en realidad la moda tiene que estar a disposición de las consumidoras, no a la dictadura que nos marquen los gigantes de esta industria. Vivimos en una sociedad de consumo, influenciada por las tendencias que marcan desde el “zarismo”, es más fácil imitar el vestido de tal, el pantalón de cual, antes de pensar que el propio cuerpo nada tiene que ver con la modelo imitada. Las compradoras están “educadas” en modos perversos de buscar su estilo: la uniformidad dictada desde los centros de diseño. La identidad está en cuestión.
Se puede salir del zarismo y descubrir miles de cosas nuevas, proyectos de diseñadores que están empezando, otros que tienen una dilatada trayectoria, ambos tienen cosas diferentes que merecen la pena. Se puede recuperar la capacidad de decidir la construcción de un estilo propio. Ir corriendo a la llamada de los grandes descuentos (ej. Black Friday) que empujan a comprar bajo el lema de » ganga», y que en ocasiones no es real, animando a las compradoras a gastar en aquello que no necesitan, es síntoma de que vivimos en la dictadura de la moda. De seguir así en El Mapa de la Moda, sólo se quedarán unos pocos (añadiendo Amazon) y entonces no habrá solución: estaremos bajo su “ordeno y mando”. Verse guapa es correcto y necesario, saber lo que “queda bien” requiere de un autoconocimiento. Esta cultura ha formado a las mujeres en actitudes que hacen que se empeñen en destacar lo bonito, que sin duda es algo positivo. Pero, también, hay que conocer el propio cuerpo y actuar para encontrar prendas que proporcionen un estilo propio. Atreverse, antes de caer ante cualquier dictadura, se reflejará en el bolsillo y la autoestima. La Reflexión es la vía.