Una Europa menos Alemana y una Alemania más Europea

Desde un discurso pronunciado en Hamburgo en 1953 por Thomas Mann, bajo la propuesta que lleva el título dirigida hacia los Alemanes y retomada, por el sociólogo Ulrich Beck en su ensayo «Una Europa Alemana», todo lo que conceptualizamos como Occidente, parece estar regresando a respuestas de muros, segregaciones, que conllevan a estados de excepción para habilitar normativas que contemplen al otro como enemigo, bajo excusas étnicas, religiosas o de condición económica, para darle seguridad (Una sociedad de riesgo es otro de los títulos de Beck) o certeza (La democracia incierta es el título de una obra de la autoría de esta pluma) a sectores privilegiados, o reducidos que se dicen habitar en los significantes de lo democrático y que comunican sus decisiones, bajo apotegmas de libertad de expresión, para imponer al resto del mundo, sus recetas democráticas, para que en tales países, muchos coman menos, para que en aquellos no tan pocos, consuman más.

«El modelo de la modernidad occidental… ha de ser nuevamente discutido y diseñado…no se trata solamente de una política que cumpla las reglas, sino de una política que cambie las reglas… no solo de una política de poder sino también de una política conformadora… Cada vez son más las situaciones que plantean problemas que ni pueden comprenderse ni solucionarse adecuadamente desde las instituciones, conceptos y concepciones al uso de lo político». (Beck, U. «Poder y contrapoder en la era global. La nueva economía política mundial. Barcelona, Paidós, 2004).

¿Acaso la democracia occidental que nos hemos forjado, no continúa conceptualmente, con los principios básicos del nazismo, que creíamos derrotado, con la cuestión migrante, con el cerco galvanizado en los inicios geográficos de Europa, pese a que los de afuera mueran en persecuciones, en archipiélagos de excepción y naufragios?

¿Cuánto nos corresponde de responsabilidad, a cada uno de los que consumimos un chocolate de las marcas más consagradas, en nuestra confiterías, en la comodidad de nuestros hogares, sabiendo que el cacao que los nutre, proviene del África occidental, donde los niños de allí mutilan su vida por unos meandros, por los que nosotros, desde aquella comodidad-complicidad pagamos, empachados y extasiados?

¿El eje Franco-Alemán, que gobierna Europa y Occidente, no es acaso el maridaje entre las formas democráticas, o jacobinas, de igualdad, fraternidad, y libertad, para los que estamos dentro de las fronteras en donde todavía se come y se puede disfrutar de los placeres ficticios que nos inventan, a costa de los lugares en donde los sacrificios humanos, se cometen, casi como en tiempos de Auschwitz, y extrañamente no son visibilizados por la turbamulta de medios y de formatos para comunicar, dado que en la multiplicidad de lo mismo, nos han mareado al punto que denostamos lo único que nos puede permitir ser diferentes en la mismidad, que es la  posibilidad de pensar?-

Más allá de todas las conceptualizaciones que devienen en dialéctica, aspectos semánticos y juegos de equivalencia, diferencia y referencia, incluso de los límites de la propia lengua en la que habitamos, esa que nos impuso no hablar de aquello de que no se puede optando por el silencio (Wittgenstein) , y que toda acción filosófica pueda verse subsumida en el concepto de intención (Husserl) o que es lo que nos mueve a perseguir un fin inventado, lo cierto es que, paradojalmente avanzamos hacia ese no lugar, contrariados de sentido, pero con ganas y fruición. Entender el modo político en que nos organizamos, escapa al significante vacío de lo democrático, y que un trabajo casi obsesivo para redefinirlo, al punto de inconscientemente perseguir la consecución de un proceder hegemónico, no deben ser óbice para que pretendamos vivir en un sistema social, un poco más justo y ecuánime y que por sobre todo, ofrezca con claridad meridiana, cuales son las reglas de juego para participar en él.

Sí bien el excedente, en términos económicos, puede ser entendido como la sobra, lo cierto es que eso que esta de mas es la fuente de felicidad de quiénes y para quiénes se produce. Es decir, el ser humano, ha vivido y sigue viviendo en la actualidad, en la mayor parte del globo, en sistemas sociales que no reparan en lo más mínimo de su propia dignidad, pese a los pierden la vida en la lucha o en la inercia para que esto cambie o que esto continúe, lo cierto es que no seremos demasiados, pero lo somos y lo expresamos, quienes deseamos o anhelamos que el excedente de esta vinculación social, no sea simplemente producir y con ello sobrevivir. Estamos quiénes buscamos ese excedente democrático. Probablemente, tanto en el mundo académico, como de la comunicación, seamos muchísimos más de los que pensamos, quiénes reflexionamos, deseando, casi lo mismo, expresado en términos distintos y en formas varias. El concepto excedente toma cuerpo y sobre todo en su intencionalidad, en un pensador, a quién citaremos, en una lista de citas que se seguirán a continuación, como una suerte de diálogo intergeneracional y de varios autores, como para dar cuenta que desde hace mucho (es decir que ya no somos solamente muchos, sino que existe una cuestión crónica en esta búsqueda, por tanto es cantidad temporo-espacial):

«El excedente (Überschuss) que constituye y mantiene el substrato de la herencia cultural es sólo creado por la influencia de la función utópica en las construcciones ideológicas de la vertiente cultural, porque sin la función utópica es en inexplicable todo excedente espiritual respecto a lo ya logrado y existente en el momento. Toda anticipación se legitima así ante la función utópica y ésta hace suyo en el excedente todo posible contenido. Incluso también, el contenido dado en lo que un día fue interés progresivo, en ideologías no hundidas totalmente con sus sociedades, en arquetipos todavía abstractos, en alegorías y símbolos todavía estáticos»( Bloch, GA 5, pp. 170-1 (PE I, p. 139). Aguilar, Madrid, 1977-1980).

Razones o problemas actuales que suscitan o promueven esa búsqueda de «Excedente democrático».

«Estamos desde el punto de vista del análisis del poder, en una situación completamente bloqueada, en este archipiélago de la governance la corrupción es el modo en el cual este proceso se socializa: donde en un tiempo se decía sistema democrático, hoy se dice sistema de corrupción, porque el sistema actúa fuera de cualquier medida, o mejor, determinando la medida desde el mando, no desde la regla, en un modo de funcionamiento de la governance opuesto a la máquina del estado de Derecho» (Negri, T. Corrupción, nueva acumulación, refeudalización. Página 18. Editorial Quadrata. 2012. Buenos Aires).

¿Quién es el sujeto actual de lo democrático o cual fue en su formulación teórica?-

«… El acto que instituye el Gobierno no es un contrato, sino una ley; los depositarios del poder ejecutivo no son los dueños del pueblo, sino sus servidores; puede nombrarlos o destituirlos cuando le plazca; no es cuestión para ellos de contratar, sino de obedecer, y encargándose de las funciones que el Estado les impone no hace sino cumplir con su deber de ciudadano, sin tener en modo alguno el derecho de discutir las condiciones». (Rousseau, J.J., «Libro III; Capítulo XVIII», El contrato social)

«El soberano es aquel que decide acerca de la excepción…«el soberano está, al mismo tiempo, fuera y dentro del orden jurídico» (Schmitt, 1932).

«La soberanía es la fuente de la dictadura legítima de la violencia» (Antonio García-Trevijano, 1994, p.115) la «Comunidad que reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima.» (Weber, 1919).

Formulaciòn de la estrategia:

«La forma en que al nivel de la filosofía política son definidas la igualdad, la democracia, y la justicia, puede tener consecuencias importantes en una variedad de otros niveles discursivos, y contribuir decisivamente a moldear el sentido común de las masas» (Ibíd, Pag 290). Hegemonía y estrategia socialista (Laclau, E. Mouffe C. 1985)

Propuesta:

El sujeto histórico debe dejar de ser el individuo, para conveniencia de tal y para regenerar el concepto de lo colectivo. El sujeto histórico de nuestras democracias actuales debe ser la condición en la que esté sumido el individuo. Independientemente de que estemos o no de acuerdo, desde hace un tiempo que el consumo (al punto de que ciertos intelectuales, definan al hombre actual como «El Homo Consumus») y su marca, o registro, es la medida del hombre actual, como de su posicionamiento o razón de ser ante la sociedad en la que se desarrolla o habita. Somos lo que tenemos, lo que hemos logrado acumular, y no somos, mediante lo que nos falta, en esa voracidad teleológica o matemática de contar, todo, desde nuestro tiempo, a nuestra infelicidad. Arriesgaremos el concepto de una existencia estadística, en donde desde lo que percibimos, de acuerdo al tiempo que trabajamos, pasando por lo que dormimos, o invertimos para distraernos, hasta los números en una nota académica, en un acto deportivo, en una navegación por una red social para contar la cantidad de personas que expresan su satisfacción por lo exteriorizado, todo es número. Nos hemos transformado, en lo que desde el séptimo arte se nos venía advirtiendo desde hace tiempo en sus producciones de ficción. Somos un número, gozoso y pletórico de serlo. El resultado final de lo más simbólico de la democracia actual, también es un número (el que obtiene la mayoría de votos) sin que esto tenga que ser lo medular o lo radicalmente importante de lo democrático.

Diferentes manifestaciones sociales, históricas, se definieron en tríadas de conceptos como: «Libertad, Igualdad, Fraternidad», «Pan, Paz y Tierra», «Sexo, drogas y Rock and roll», «Tierra, Techo y trabajo».

Hoy podríamos estar subsumidos en una conceptualización que diga «Consumo, riqueza y notoriedad».

El excedente democrático que proponemos, debería hacer entender a quiénes legítimamente esto puedan pretender y usen para ello el canal de lo democrático, que existen millones más a quiénes les estamos sacando la posibilidad de que se expresen y de que sean visibilizados, que más temprano que tarde, pueden venir a preguntarnos ¿Qué es lo democrático?-

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