Tristes días de Vino y Rosas en la política murciana y española
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En estos días de «Vino y Rosas» que vivimos en la Región de Murcia, me acuerdo de figuras como Clara Campoamor. Esta mujer luchó durante la Segunda República por el sufragio universal, conocido como voto femenino por muchos. Lo curioso es que probablemente por su aprobación, ella no renovó su escaño de diputada. Pero no le importó porque luchó por lo que creía. Otro premio que se ganó fue morir exiliada en Suiza.

Me gustaría recordarle este hecho a esos políticos que firman pactos contra la corrupción, la pobreza energética y otros motivos muy loables y luego se limpian su sucio trasero con ellos y no hacen nada por motivos tan vergonzantes como movimientos políticos y estrategias parlamentarias o como quiera que le llamen ahora.

Resulta que hay incluso voces que dicen con todo su «rostro» que la prevaricación no es delito, cuando hace pocos años estaban a la vanguardia denunciante de figuras como Elpidio Silva o Baltasar Garzón. Da gusto hacerse una legalidad a medida, ¿verdad?

Sinceramente, creo que no son dignos de sentarse donde se sientan. Como he dicho hace poco, y quien me conoce bien hoy día sabe que no soy amigo de nacionalismos y exaltaciones patrioteras, robo la conclusión del último artículo que leí a Arturo Pérez-Reverte recordando el mismo dicho medieval pero que sigue de total actualidad y vigencia al referirse a los españoles: «que buen vasallo sería si tuviera buen señor».

Antes la hemeroteca era un buen enemigo del político caradura, hoy nos han adormilado tanto y aborregado de tal manera que todo parece dar igual, nos han metido hasta las mollejas eso de que «si no son estos, serán otros». Sin duda, ese ha sido el gran logro de esta democracia en 40 años de desgobierno, una sociedad complaciente, poco formada y acomodada incluso en su pobreza y estulticia.

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