Sucedió en Toledo
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En la historia de España, Toledo es una referencia milenaria. En esta ciudad imperial de Carlos I de España y V de Alemania convivieron las tres culturas. Pero no es ésta la historia a la que hoy quiero referirme. Tampoco al asedio al que fue sometido su Alcázar durante la guerra civil, provocada por el golpe de Estado fascista; aunque algo tuvo que ver con los sucesos de aquel 28 de septiembre de 1936.

Cada año, vengo rindiendo homenaje a este luctuoso y trágico
acontecimiento, No he tenido confirmación documental, hasta que me la facilitó
la organización Víctimas de la dictadura de Castilla-La Mancha: Antonia Arrogante Carretero (de profesión sus
labores) era natural de Cebolla y murió por asesinato el
día 28/9/36. Lugar de muerte: Toledo – TO-227o
. Ocurrió al día
siguiente en el que Franco «liberó» a los sublevados encerrados en el
Alcázar, ciegos de odio y de venganza.

Antonia Arrogante Carretero, está enterrada en una fosa
común en el cementerio de Toledo, mientras el golpista Moscardó, junto con el
no menos Milans del Bosch, continúan en el Alcázar. Hace unos días el PSOE y el Partido Popular se unieron en
el Parlamento castellano-manchego para votar en contra de calificar la
proposición no de ley planteada desde Podemos instando a la exhumación de
los golpistas, impidiendo así su tramitación parlamentaria. El PSOE, continúa
con sus contradicciones, en este caso con la política del Gobierno de Pedro
Sánchez. «No entendemos ni comprendemos cómo el PSOE vuelve a pactar con
el PP para no dar cumplimiento a la ley de Memoria Histórica en la región»,
señalaba María Díaz, que calificaba el asunto como «una cuestión de
humanidad, de cumplimiento de la ley y de derechos humanos».

Toledo, la Ciudad Imperial, sede principal de la Corte
de Carlos I. Toledo, la Ciudad de las Tres Culturas y de la tolerancia,
por haber sabido convivir en armonía y durante varios siglos, cristianos,
judíos y musulmanes; en 1936 se rompió la convivencia. Su historia se remonta a
la Edad del Bronce. Tras las invasiones germánicas, Toledo se convierte con Leovigildo en
capital y, posteriormente, en principal sede eclesiástica del Reino
visigodo. En el año 711, Toledo fue conquistada por Táriq ibn Ziyad y dominada
por los musulmanes hasta que Alfonso VI reconquistó la ciudad en
1085. Durante la Edad Moderna la ciudad destacó como sede de
los Reyes Católicos. Al trasladarse la corte a Madrid en 1561 la
ciudad entró en decadencia. En 1983 se convirtió en capital de Castilla-La
Mancha. Pero estamos en 1936.

Nos cuenta Julio Martín Alarcón en Sin novedad en el Alcázar
de Toledo, que «A las 5.30 rompen el fuego las piezas de 15.5 emplazadas
en Pinedo, y entre las 30 detonaciones que disparan se oye una de mayor
intensidad que llena de polvo y humo muy negro todas las dependencias del
Alcázar». El 27 de septiembre de 1936 es la última entrada del diario del
asedio del coronel José Moscardó, que dirige a los sitiados en el Alcázar,
para entonces, un amasijo de hierro y ruinas. (El Mundo 27 de septiembre 2016). Parece ser que la
detonación es la cuarta mina para volar lo poco que queda de la
fortaleza, convertida en un símbolo tanto para Franco como para el presidente
del gobierno Largo Caballero, sabiendo que el enclave no tenía valor militar
alguno.

El asedio del Alcázar de Toledo fue una batalla
altamente simbólica que ocurrió en los comienzos de la Guerra Civil. Se
enfrentaron fuerzas compuestas por milicianos del Frente Popular y de Guardias
de Asalto, contra las fuerzas sublevadas de la guarnición. Las fuerzas
republicanas empezaron el asedio el 21 de
julio de 1936 y lo levantaron el 27 de septiembre, con la
llegada del Ejército de África al mando del general Varela, que había
hecho un alto en el camino hacia Madrid. Franco entró en la ciudad al día
siguiente, y empezó la represión.

«Franco convirtió la liberación de Toledo en un valioso
golpe de efecto internacional, llegando a recrearlo, recorriendo los escombros,
para las cámaras de los noticiarios que se proyectaron en salas de cine de todo
el mundo». Toledo, decían, es un lugar de enorme importancia simbólica y
patriótica desde la Reconquista. (Helen Graham, Breve historia de la
guerra civil). Luis Quintanilla Isasi afirma «Que no hubo tal heroísmo de
los sitiados y solo la espera que les sacase de su autoencierro, el absurdo de
la amenaza telefónica sin relación con la muerte del hijo del héroe y los rehenes, motivos estos de
haber divulgado al mundo la leyenda del Alcázar». El 1 de octubre habiendo
triunfado en Toledo, Franco asumiría el mando supremo. Exigió
la Jefatura del Estado, la del Gobierno y el mando absoluto
sobre todo el Ejército. (Franco y el Tercer Reich, de Luis Suárez). Ya no era
rebelde, sino Jefe del Ejército Nacional.

Como he dicho, he tenido la oportunidad de publicar, desde
hace unos años, la historia que conozco sobre la represión en Toledo y el
fusilamiento de mis abuelos. No me resisto este año de volver a recordarlo. No
conozco las razones que arguyeron los asesinos para matarlos, si es que puede
haber razones para matar. No se celebró juicio, por lo que no existió sentencia
de muerte, les dieron el paseo criminal.

No tengo noticias de que mis abuelos fueran unos peligrosos
rojos, ni siquiera si eran de izquierdas o republicanos. Mi padre, que sería
quien hubiera podido contarme la historia, murió cuando yo tenía siete años y
mi madre, ya fallecida, en raras ocasiones habló del tema. Sí parece que mi
abuela Antonia Arrogante tenía un carácter fuerte y poco dado a componendas.
Mujer de mediana estatura, fuerte, guapetona, con moño bajo, saya larga y
pañoleta negra sobre los hombros.

Vivían en Toledo, en el Callejón de los Niños Hermosos,
callejón sin salida de la judería toledana, del que les sacaron para nunca
volver. Oigo las botas contra el empedrado, los gritos y empujones, los
culatazos de los fusiles sobre su espalda. Veo la cara perpleja y asustada de
mi abuela Antonia, embarazada, y las caras descompuestas por el odio de los
sacadores. Oigo el sonido seco de las descargas de los fusiles y el taac, taac de los tiros de gracia junto
a un paredón a la vera del Tajo.

Transcurridos ochenta y dos años, la historia sigue siendo
muy emotiva para mí. Siento dolor y desprecio hacia quienes cometieron el
crimen y por quienes lo ordenaron. Siento desprecio por aquellos que hoy,
todavía, justifican el asesinato de las decenas de miles de hombres y mujeres
que murieron y sufrieron persecución victimas de la barbarie y que hoy,
todavía, siguen sin reconocer el genocidio franquista. Reivindico mi memoria
histórica. Ni olvido ni perdono.

Víctor Arrogante

En Twitter @caval100

1 Comentario

  1. !Cuantas Antonias hay en esas cunetas españolas!
    Ignorancia,fanatismo, envidia con esto junto y un satrapa ya estan los ingredientes.
    Mi abuelo era maestro y republicano, se libro por minutos..y despues represalias, miseria, bocas cerradas por seguridad a los hijos.
    ¿volvería a pasar? Viendo las calles, la ignorancia, el fanatismo, la sinrazón, lo digo yo y basta………volveria a pasar y volverían a ganar los mismos y con las mismas arducias.
    Pena de país.

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