La importancia de la gestión del riesgo en nuestra vida diaria
Si nuestra vida la viéramos como un partido de fútbol, o una simple partida de cartas, nos daríamos cuenta que antes de comenzar siempre tenemos que decidir si salimos a ganar, a no perder, o a esperar acontecimientos y decidir sobre la marcha. Solo hay esas tres posibilidades. La decisión que tomemos al principio marcará el devenir de la partida. ¿Tenemos claro lo que queremos? Las dudas nunca son buenas y el árbitro va a pitar el inicio.
Si salimos a contemporizar debemos conocer una serie de códigos con los que podemos obtener mucho haciendo bastante poco. Todos conocemos en nuestra vida diaria auténticos especialistas en no implicarse en nada, hacer lo justo, escaquearse a la menor ocasión y no aceptar responsabilidades en ningún momento.
Sin embargo es una opción que puede ofrecer muchas ventajas a sus seguidores, ya que en un descuido del contrario se puede marcar algún gol, eso sí, siempre dependerá del descuido del otro. Son personas que tienen un sexto sentido para aprovecharse de los errores de los demás y llegar en el momento justo para conseguir lo que quieren. Aunque parezca fácil no lo es si no se tienen las aptitudes adecuadas. Su gestión del riesgo está clara: Riesgo mínimo, perspectiva de ganancia elevada. Quizá el problema de este modelo es la dependencia. La victoria siempre va a depender de la actuación del rival.
Otra solución es salir a no perder. Las personas que deciden esta opción tienen claro que deben destruir el juego del contrincante, tirar piedras a diestro y siniestro aun a sabiendas de que también caerán sobre su propio tejado, pero se trata de no perder, no de ganar. El objetivo está claro y la estrategia también. Cuando termina la batalla el simple hecho de salir indemne es ya una victoria para ellos. Esta es su gestión del riesgo: no arriesga prácticamente nada y suele conseguir que poca gente les gane. El hecho de no perder con contrincantes mejores que ellos es la recompensa.
El que sale a ganar asume el riesgo con valentía
¿Y qué pasa con el jugador que sale de inicio a ganar? Se trata de un espécimen en peligro de extinción. Es alguien que lo arriesga todo por conseguir su objetivo, que solo piensa en dar lo mejor de sí mismo, en potenciar sus cualidades al máximo, en mejorar sus debilidades, en entrenar a diario, en aprender cosas nuevas, en estudiar al contrario, en competir al máximo nivel y siempre con limpieza (es lo deseable). Su principal virtud es que no está condicionado por el resultado y sale a ganar porque no conoce otro modo de jugar.
Para este tipo, salir a ganar significa desplegar todo su talento, habilidad, inteligencia y capacidad de creación para conseguir un objetivo. Por supuesto este despliegue de cualidades implica un riesgo que no todo el mundo está dispuesto a asumir: el riesgo a fracasar. Sin embargo, este riesgo también existe en las demás estrategias y la recompensa no es tan sustanciosa.
Siempre que el objetivo sea ganar, aunque aparezca el fracaso, se aprende de él para mejorar y estar preparado de nuevo para el siguiente encuentro. La lectura debe ser entonces que si se sale a ganar se gana siempre, porque perder nos da la oportunidad de corregir y ser más fuertes para la próxima.
La pregunta es: ¿Por qué la gente no sale siempre a ganar si siempre se gana? Quizá porque el mayor enemigo no está en el campo de juego, sino dentro de nosotros y se llama miedo. Hablaremos de él muy pronto. Afortunadamente, si nos hemos equivocado en el planteamiento de un partido siempre tenemos otro esperando a ser jugado. Es el momento de cambiar de táctica.