Sentirnos fracasados cuando es la sociedad la que ha fracasado

Todos de pequeños soñamos en ser futbolista profesional, veterinarios, astronautas, maestros… yo, con seis años, soñaba en ser periodista, con 12, seguía soñando en ser periodista y finalmente con 22, conseguí ser periodista. Luché para cumplir mi sueño y finalmente lo conseguí, pero de la misma manera que los sueños se cumplen, también pueden desvanecerse. Cuando empiezas la carrera piensas: “Me quedan cuatro o cinco años para pensar qué hacer con mi vida, tengo tiempo”. Pero el tiempo pasa muy deprisa y los años se agotan, sin darte cuenta llegas a cuarto, presentas el Trabajo de Fin de Grado, haces la graduación y celebras con tus amigos y familia que ya has terminado. Finalmente eres aquello que querías ser.

Se terminan los años universitarios y llegan los post universitarios, el momento que tenemos de demostrar lo que hemos aprendido, nuestro profesionalismo y lo que valemos. Es hora de entrar en el mundo laboral. El primer mes envías el currículum a todas partes, 200 de golpe, con la esperanza que de 200, mínimo uno llegará con una respuesta positiva. Pero llega el primer email negativo, y el segundo, y el tercero, y el cuarto, y así con todos. A raíz de esto tus amigos te consuelan: “Ya te saldrá algo”, “no te desanimes”, “está todo muy complicado”, etc. Y también, los de tu familia, que te quieren mucho pero no pueden evitar ser los más sinceros del mundo: “Hijo/a, lo siento, el periodismo está muerto”.

¿Cuántas veces habremos oído esta frase? No, mentira, el periodismo no está muerto, el periodismo está más vivo que nunca, el único problema es que la manera de hacer periodismo y comunicación ha cambiado. La era digital y las nuevas tecnologías han revolucionado el mundo. Pero el problema principal no es la manera de hacer periodismo, es evidente que con los años todo evoluciona y cambia, pero hay una cosa que no avanza,  que no mejora y que está estancada, la penosa situación económica en la que se encuentra el país.

Gente de los años 80-90, somos los denominados “Generación perdida”, pero pensamos ¿Perdida por qué? Tenemos muy claro lo que queremos, lo que nos gusta y lo que necesitamos para tener un futuro, y todo queda resumido en la palabra: Trabajar. Es triste haber pagado un dineral para tener una profesión y no poder demostrar lo que valemos, es triste no poder trabajar en un empleo que te pidan el título que hemos obtenido, pero es más triste no poder trabajar en empleos que no tengan nada que ver con lo que hemos estudiado. Reconozcámoslo, no seremos una “generación perdida”, sino una generación pobre.

Actualmente todo se resuelve con prácticas, muchas empresas dan la oportunidad de hacer prácticas a jóvenes para introducirlos en el mundo laboral. Estoy de acuerdo con esa política, pero el problema está en que los jóvenes que ya no van a la universidad no tienen este derecho, porque no pueden signar un convenio con ninguna universidad. Por lo tanto, ya tenemos otra puerta cerrada. Pero realmente hay muchos profesionales dispuesto a hacer prácticas no remuneradas, solo para ampliar su currículum y poder trabajar en su ámbito. Luego se quejan que los jóvenes no hacen nada para ayudar en la economía del país y que se marchan, ¿Pero es evidente el por qué no? Si vivimos en una sociedad que no nos da oportunidades, tendremos que ir a buscarlas allá donde estén.

Tengo 22 años, tengo unos estudios, tengo ganas de aprender, de demostrar lo que valgo y lo que puedo aportar a las empresas, y sobre todo tengo sueños. Pero esos sueños y esas ganas con el tiempo se van perdiendo, la frustración y el fracaso se van apoderando de nosotros, y terminamos el día preguntándonos ¿Llegará nunca mi oportunidad?

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