No alcanzo a entender el malestar que ciertos partidos de reciente creación, son capaces de generar con su sola presencia y con la sinceridad, o por lo menos con la verdad, en la boca; un sinfín de críticas hacia sí.
Cuando leo en los periódicos, escucho los comentarios de la radio o trasteo en los múltiples foros de internet en los que un chispazo ideológico, puede desencadenar un auténtico infierno crítico político, me veo obligado a frotarme los ojos. Y acto seguido, me cuestiono a mí mismo varios planteamientos. ¿Cuántas Españas hay? ¿Qué mueve realmente a las personas? ¿La codicia? ¿La astucia? ¿La rabia? ¿El miedo?…
Puede que todo ello, genere un max-mix ideológico. Lo que hoy es blanco, según cómo se levante una persona, mañana puede ser negro. No son pocos los sociólogos, que proclaman a viva voz, que la personalidad de las personas, se cincela a diario con los saberes, experiencias y personalidades de los demás entes vivientes que conforman la vida diaria de cada individuo.
Creo que, sin temor a equivocarme, son muy pocas las personas tercas y tozudas, o que simplemente tienen unos principios muy arraigados en su ser, las que mantienen su forma de pensar y/o actuar ante la vida. El resto de los mortales, tienden a aprender de su entorno… nos nutrimos de él… para lo bueno y para lo malo.
Todo ello, conlleva a situaciones estrambóticas en el plantel político y ciudadano. Ayer, 31 de Enero de 2015, pudimos presenciar un movimiento ciudadano secundado quizás no por ideologías políticas, sino por el clamor de la gente. Esa codicia, esa astucia, esa rabia, ese miedo, la necesidad de acción ante una situación de injusticia social, es lo que hizo que ayer, miles de personas, y millones desde otra parte del país, se sintieran como una sola idea bajo la batuta de un movimiento social que se ha moldeado bajo el prisma de un partido político.
¿Hacia dónde iremos con este nuevo partido político, encabezado por personas que hasta hace bien poco, eran ciudadanos de a pie como usted o como yo? La respuesta es simple. Iremos hacia donde nosotros queramos. A diferencia de otros partidos, Podemos, ha surgido de las calles. De la necesidad al cambio, del miedo a repetir hasta el advenimiento los mismos errores, de la rabia producida por la impotencia social ante una situación de desamparo en la que solo deseas gritar hasta desgañitarte… Ahí reside el núcleo de confianza de la gente, hacia Podemos.
Pero, no es solo España, la que parece querer regurgitar lo antiguo para dar paso a lo nuevo.
No. En Europa y posiblemente en más países del resto del globo, nos topemos con situaciones de cambio como consecuencia lógica de ideologías contrastadas en el fracaso.
En los corazones de miles ciudadanos, urge la necesidad de combatir democráticamente, la situación de descalabro socio-político-económica que asola nuestro país. Y yo, como caso personal, siento que en España, con los partidos acostumbrados al poder, estamos construyendo un futuro a través de un presente que se cimenta en el pasado… y por lo tanto, estamos cometiendo irremediablemente, los mismos errores de siempre, entrando en un bucle de estupidez ideológica, que nos hace profundizar en el fango hasta ahogarnos en él.
A lo largo de la historia, hemos catalogado o presenciado movimientos sociales, políticos, tecnológicos o económicos, que han dado un vuelco a la situación, cuando el modelo de sistema contra el que combatieron, no era más que un cadáver andante.
Fin de la monarquía en Francia, Primera Revolución Industrial, Segunda Revolución Industrial, el auge de la tecnología… ¿Cuál será el siguiente gran cambio social? Lo ignoro, a escala mundial… es complejo y muy amplio el frente de posibilidades, pero en nuestro país… Es bastante posible que un señor de constitución enclenque, secundado por un grupo de personas normales y que se han mantenido en el mundo a una escala o nivel social más bien media, sean los precursores del cambio social que haga que en nuestro país, despertemos de ese mal sueño que llevamos soñando desde finales de 2007.
Un sueño revestido de miedo, falsedades, movimientos en la sombra y palabrería sin sentido cuya única función, era llevar a cabo una puesta en escena o pantomima para distraer a la plebe y hacer creer que se desvelaban por el pueblo, cuando solo velaban por una parte muy pequeña del mismo, que hace tiempo que se sabe por encima del pueblo.
La versión más cruda del Despotismo Ilustrado:
“…Por y para el pueblo, pero sin el pueblo…”