La política está asociada o vinculada, indiscerniblemente, al concepto de representación. La política es una traducción que cómo tal jamás podrá contar aquello que pudo haber contado el original (sí es que existe este original). Suscribiendo, a quienes consideran que no existen los hechos, sino las interpretaciones, la política es el imperio anárquico (el oxímoron es ex profeso) de la exégesis. Los representantes actuales de la política o de lo político, a contrario sensu de lo que nos hace creer la letra muerta de lo normativo, no son elegidos a través de elecciones, sino que asumen tal rol, en el campo de acciones simbólicas que, o son promovidas y auspiciadas, o cubiertas y difundidas, por medios de comunicación o redes sociales, que son, también copias de copias de un original que no sabemos a ciencia cierta sí ha existidos alguna vez.
Todas las interpretaciones de supuestos hechos que se disparan dentro de nuestro cerco occidental, desde el cuál somos en el mundo, conllevan el significante de una imagen contundente, inmortalizada en una toma, congelado el instante, para luego ser replicado, viral y sempiternamente, por medios, concentrados o dispersados, que finalmente constituyen el hecho, el accionar, el substrato de lo político.
Bien vale que sea mediante la desnudez intempestiva de un cuerpo joven y agraciado, o por intermedio de la apropiación de los actos formales y ceremoniosos, lo cierto es que la acción política, se determina, capital y radicalmente, por su despliegue en el cambo de lo simbólico.
El caso de Rita, más que conocido en España, no sólo emerge, como representación de lo que significa el momento político de su espacio, Podemos, que con bríos y esfervecencia juvenil irrumpió en la institucionalidad ibérica, pese a que de ciertos sectores, sobre todo en donde anidan poderes o entendimientos más conservadores, la respuesta es la penalidad, el castigo o el apartamiento. Casualmente, una de las tantas notas, acerca del tema, vinculaba, caprichosamente a Rita con Rosa Luxemburgo, en tal texto se hacía hincapié en las diferencias de ambas mujeres en su condición de icónicas, dejando por sobre entendido que el peso intelectual como la delgadez estética de la histórica, significaban mucho más que la turgente belleza y la supuesta endeblez de contenido en la novel. La interpretación, al menos en este artículo, va en otro sentido.
Rita como exponente simbólico, ya no solamente de la política española, sino propiamente de su espacio, Podemos, debería empaparse en el concepto transitado por Rosa. Podemos bien podría reconocer su tiempo prematuro para ser gobierno, tal como el sistema actual español lo indica, y prepararse para seguir consolidándose. Uno de los caminos, que podría emular de Luxemburgo, es la internalización. El espacio político de Rita, bien podría trabajar en campos que no pertenezcan a su geografía estrictamente política, pero que bien podrían explotar simbólicamente y consolidarlos en contenido teórico o en basamento conceptual.
El círculo morado, que identifica tal espacio político, podría llegar a tierras lejanas en kilómetros, pero cercanas en modos de entender la política actual. Constituir Podemos, en países Africanos o Latinoamericanos, deberían ser ejes prioritarios para que Iñigo y Pablo, se repliquen no sólo en Ritas, sino en muchos otros que construyan una referencia política internacional, que por rebote, ofrezca a España, a los Españoles y a los Europeos, devolverles el sitial, de moradores del faro occidental del mundo, destino al que parecen estar condenados, por más que en ciertos interregnos, como el de estos últimos años, se quieran solamente liar con sus asuntos internos como sí nada por fuera de España tuviera que ver con ellos.
Rita en su accionar simbólico, pretendió hacer emerger una discusión sumamente válida, so pena, de que su acción tan sólo fuera considerada como un desparpajo pecaminoso. Simbólicamente, a su propio espacio político, las normativas consensuales de lo electoral, probable y posiblemente, lo conduzcan a un futuro, en donde podría amalgamar sus conceptos, internacionalizando su existencia y sus contenidos, para que España vuelva a ser España (corrigiendo varias cosas, claro está, de esto al menos, se desprende también las propuestas de Podemos).
Una joven mujer española, sin poder, que se desnuda por una razón de poder, y necesariamente, para que pueda, junto a su espacio político obtener tal poder, deben internacionalizar sus principios y causas, dado que de lo contrario, Rita en su acto de representación simbólica por pretender obtener poder, terminara significando nada más que una expresión de cierta individualidad, por tanto, el hecho de que junto a los suyos, vayan más allá del cerco geográfico de una capilla en una universidad Ibérica y que puedan internacionalizar sus propuestas hará que la semiótica de este posible accionar, pueda decodificarse como una pretensión colectiva o política, que además de ser el acto mismo de representación en lo que se constituye lo político, tiene un contenido que trasciende España y Europa que no se agota en un acto o una gesta que bien podría interpretarse como una liada menor en recreos universitarios.