Hay cierto miedo al escenario político que puede aparecer a nivel estatal en España tras las elecciones de noviembre (seremos buenos y no daremos pábulo a los rumores de que el Gobierno quiere atrasarlas). ¡La inestabilidad! ¡Los amateurs! ¡Los populistas! ¡Un país ingobernable! ¡Las últimas elecciones, si gana Podemos!
Nada de eso, por favor. No hay motivo ninguno para la inquietud: mutatis mutandi, lo que vamos a hacer es volver al panorama de 1977, las primeras elecciones libres en 40 años tras un gobierno represor de los más elementales derechos fundamentales. Pienso que caminamos hacia una segunda Transición, aunque me temo que mucho más suave: no confío en que haya los grandes acuerdos de Estado que necesita el país (Educación, Energía…) ni una reforma constitucional. El papel de la UCD lo interpreta el gubernamental Partido Popular, en el que están unidas con calzador distintas tendencias políticas conservadoras y liberales en torno a un líder al que todos cuestionan en privado pero en torno al cual cierran filas en público. El Partido Socialista ¿Obrero? Español, incombustible, sigue en las mismas: otra vez un líder guapo, aunque me temo que en esta ocasión ni tan carismático ni tan capaz de crear una ilusión de cambio. En el puesto de un mejorado y rejuvenecido PCE, con un hábil pero perseguido líder, creador de muchas expectativas que quizás no se reflejen en las urnas, está Podemos. Por último, muy prometedor, posiblemente influyente, pero todavía creciendo, como la Alianza Popular de la época, nos encontramos con Ciudadanos, que cuenta con la ventaja de la imagen Albert Rivera es bastante mejor que la del difunto Manuel Fraga. IU y UPyD, no hace tanto pujantes, luchan ahora por mantenerse en el Congreso.
Ante esta hipotética situación de “cuatripartidismo” o que los más optimistas (convencidos de que C’s y Podemos desbancarán a los anquilosados PP y PSOE) lo más probable es que nadie consiga una mayoría absoluta, ni siquiera que la acaricie, pese a este pernicioso sistema electoral que prima los territorios sobre las personas y concede primas a los primeros, beneficiando todos sabemos a quién. Creo, además, que se va a repetir la misma fórmula del 77: gobernará el partido más votado con mayoría simple, sin coaliciones de formaciones y con acuerdos puntuales; de lo contrario, sería algo inédito en la vida parlamentaria española desde el Frente Popular de 1936. Las formaciones emergentes, tienen muy presente el desgaste político que puede suponer un gobierno de coalición: ya lo ha sufrido Izquierda Unida en Andalucía o los Liberal-demócratas en Inglaterra. También el PSOE está advertido de que una “gran coalición” a la alemana o la italiana podría hundir, o en el mejor de los casos estancar, sus expectativas de voto. Veremos qué pasa en junio-junio, cuando, a la hora de investir gobiernos autonómicos (queda pendiente aún el andaluz) y votar las primeras leyes, a todos les toque retratarse. Mientras, queda poco para el 15 de abril, plazo máximo para la presentación legal de candidaturas, y todavía puede haber sorpresas.