De profesiones: fábricas y pequeños comercios
Pobreza y trabajo. Parece sencillo establecer una causa principal y un motivo para entender por qué tanta cantidad de personas se desplazaron desde su lugar de origen hacia el municipio de Quart de Poblet y hacia los diferentes pueblos colindantes a éste. Recordemos que no se trató de un fenómeno único en el tiempo y en la historia reciente de España, pero la gran cantidad de individuos que se desplazaron en estos años sin duda lo colocaba como hecho transcendental en la propia estructura demográfica y urbana del país. La industrialización de nuevas zonas estaba cambiando el panorama que se había conocido hasta ese momento, y es ahora cuando me detendré en este proceso concreto.
El gran desarrollo industrial de estos años llegó a configurar un nuevo mapa de Quart de Poblet que a partir de ese momento se estructuraba entorno a estas fábricas localizadas en base a un nuevo eje. La carretera cambiaba el antiguo trazado, que cruzaba el interior del pueblo hacia el exterior del mismo, configurando un nuevo eje en el cual se encontraban la gran mayoría de estas industrias. Estas fábricas se dedicaron a diversas ramas de la industria dando lugar a una gran variedad de productos, desde cerámica o azulejos, a productos químicos o de alimentación. Pero ya mencioné con anterioridad algunas de éstas, como el caso de Refracta o Elcano, aunque tampoco podemos olvidar la antigua fábrica de Turégano.
Cada una se ubicaba en una parte del pueblo. Elcano en la Avenida de San Onofre; Refracta en la actual calle Azorín frente a la antigua Estación de Ferrocarril; y Turégano en la zona más baja del pueblo, antiguo Camí de Valencia y ahora Antic Regne de València. Enormes fábricas que ocuparon una extensión de terreno considerable. Actualmente solo se conservan en pie dos de ellas. Elcano que mantiene la antigua fábrica y la zona residencial de chalés que construyó al lado y Refracta, aunque solo el edificio destinado a la administración es lo que ha sobrevivido al tiempo. Hace poco se rehabilitó y se transformó en la actual biblioteca municipal. Por supuesto muchas otras fábricas se fueron levantando a las afueras del núcleo urbano como Vilarrasa, Azulejos Sanmartín o La Bayer. Cervezas El Águila (1974); y Plásticos Crip (1975). Algunas de las fábricas más importantes (Piqueras Haba, J., (1978)) de estos años instaladas en el término de Quart de Poblet fueron Colchones Flex (1966); Maderas Consa, S.A. (1967); Tejidos Pitarch (1967); Mármoles Beneyto (1968); Trefilerías Ruiz (metalúrgica, 1971);
Podría detenerme en éstas y sin duda resultaría interesante toda la información que se obtendría de esto, pero son varios los autores que han tratado el tema y que han explicado (mucho mejor de lo que yo podría hacerlo) el desarrollo de estas industrias. Por ello no voy a explayarme en este punto, sino que prefiero adentrarme en los pequeños comercios de estos años recogiendo en un mapa una gran cantidad de estos.

A estas naves ubicadas y más conocidas también se le sumaban toda una serie de pequeños negocios tanto en el núcleo urbano como en las nuevas zonas de residencia. Resulta más complicado recoger nombres y localizaciones de estos comercios porque muchos de ellos han desaparecido o sólo quedaron en el recuerdo de aquellos que vivieron cerca o acudían a ellos; sin embargo algunos de estos he podido recogerlos y ubicarlos. Existían, por supuesto los pequeños negocios o comercios mucho antes de la aparición de estas fábricas. Estos comercios suministraban de los productos necesarios a los vecinos de Quart de Poblet, como era el caso de las vaquerías o carnicerías. Se encontraba también la Fábrica de Seda ubicada en la actual calle Majoral de Quart que para 1969 habría cerrado sus puertas. Otra fue a fábrica de Chocolate y Caramelos de la calle La Torreta donde un matrimonio de inmigrantes comenzó un negocio de fabricación de chocolate en polvo y barritas redondas, además de caramelos. La mujer procedía de Valdemorillo de la Sierra en Cuenca y el marido de Turís y habrían venido a Quart de Poblet entre los años 1948 y 1950. En un primer momento ellos mismo habían fabricado el chocolate que posteriormente se repartía por almacenes de alimentos de Valencia, Castellón, Alicante, Murcia, Albacete, Almería y Cuenca. La fábrica estuvo en funcionamiento hasta 1996 cuando el dueño finalmente se jubiló.
Otro de los negocios que estuvieron en funcionamiento durante estas décadas y del que nos habló su dueña fue la Academia de Corte y Confección Esperanza de la profesora Manolita Riao López o “Manolita la modista” como todos la conocían. A su llegada al pueblo habría abierto la Academia en la calle Ramiro Ledesma dando clase a un grupo de niñas que fue creciendo en los años siguiente hasta llegar a alcanzar unas cuarenta niñas. Nos contaba en la entrevista cómo eligieron el lugar donde abrir la academia buscando un lugar céntrico del pueblo. Miraron también la Avenida de San Onofre antes de instalarse finalmente, pero por aquel entonces era todo un barrizal enorme y oscuro. Encontró el lugar perfecto en Ramiro Ledesma primero y Baró de Cárcer después. Lo primero que les mandaba hacer a sus alumnas era aquel delantal blanco que debían llevar durante las clases y que les servía como primer paso de aprendizaje. Nos relataba como anécdota cómo tuvo que cambiar el valenciano (la que había sido su lengua desde pequeña) al castellano ya que las niñas que acudían a su academia muchas de ellas venían de fuera y no entendían en absoluto la lengua.

Cuando Manolita se instaló en Baró de Cárcer lo hizo en el llamado balcón largo con la peluquería de Tere la Gateta justo debajo y la tienda de tejidos de Vicentica en la esquina de esa misma calle. Entre la calle de la Cisterna y la de la Iglesia existe un pequeño callejón que comunica una con la otra. En ese espacio habría existido una escalinata hacia la segunda planta de la casa que aún se conserva junto al Mercado Municipal. Allí María la modista tenía también un taller de corte y confección donde además de dar clases a la niñas arreglaba trajes y vestimentas. No se trató de un negocio como tal ya que ella cobraba un sueldo que le pagaba el Ayuntamiento de Quart de Poblet; era más bien un servicio gratuito para las vecinas del pueblo.
Tanto en Quart como en Manises existían desde hacía mucho tiempo una fuerte y larga tradición del mundo de la cerámica. Se conocía diferentes zonas en Quart con varios nombres siendo nombradas como “el Rajolar de…”. Muchas de las familias con origen y fortuna del pueblo habrían tenido bajo propiedad fábricas de cerámica o azulejos. Se conoce en Quart de estos años a dos talleres que bien podríamos decir de artistas, como son el de Bondía y el de Benítez. Ambos fabricaban en sus propios talleres diferentes piezas de azulejos decoradas y las trasladaban allá donde las requerían. No se trató de un trabajo de producción en cadena sino que se le pedía expresamente la pieza y estos la realizaban. Los talleres siguen existiendo hoy en día. En la fotografía siguiente se puede ver una de las obras del taller Bondía que se encontraba y encuentra en la calle Reverendo José Palacio a la altura del cruce con la calle de la Vega.

Y a estos se le suman otros pequeños comercios que fueron abriendo y cerrando sus puertas durante estas décadas. No he podido recogerlos todos pero he conseguido localizar un total de cincuenta negocios ubicados en el centro urbano de Quart de Poblet que estuvieron en funcionamiento con mayor seguridad desde 1960 hasta 1975.
El viejo y conocido Horno de El Portalet (Nº24) en la calle Mayor o Mare de Déu del Pilar habría resistido al paso de los años junto a la Droguería Angelines (Nº44) o la Carnicería (Nº26) frente a la Plaza Valldecabres. Aún hoy en día se mantienen estos comercios en pie en el mismo lugar donde habrían abierto sus puertas y se localizan en el mapa. Algunas vaquerías repartidas por el municipio también sobreviven a los años en la memoria de nuestros vecinos. Dos localizadas en la zona urbana más antigua (que evidentemente nada queda de ellas) y al menos otra más en la parte baja del pueblo, en el cruce de la calle Marqués de Solferit y San José a la que nombraban lavaquería maña o de los maños (Nº46) ya que sus dueños eran de Zaragoza. Cerca del espacio que ocupa ahora el Colegio San Enrique se encontraba la vaquería de la “volaora” (Nº4) apodada así por su dueña. Los niños acudían a ella con recipientes de cristal y allí compraban la leche y se la llevaban a casa.
Recordemos que no muchos negocios que funcionaron durante estos años tenían un nombre como tal, de hecho solía hacer referencia a los dueños. Casi todos los casos el negocio conservaba el apodo familiar, exceptuando algunos casos como el almacén de “la revoltosa” marca de gaseosa (Nº43). Uno de nuestros participantes nos relató una anécdota que me pareció entrañable. Cuando los camiones con gaseosa formaban largas colas en la calle San José, lo niños aprovechan la espera para beber disimuladamente por los sifones. La gaseosa era transportada en cajas de madera por lo que en algunas ocasiones las boquillas de las botellas quedaban al descubierto y de ellas se enganchaban los más pequeños. Churruca (Nº47) abría sus puertas en la calle San José durante unos años, para posteriormente trasladarse a la parte alta de Quart junto a la carretera de Madrid donde sigue estando. Otra de las fábricas de las que nos han hablado es la de aceite pegada al Casino conservándose en la actualidad el edificio, aunque está totalmente vacío y cerrado. Se trató de la fábrica de “Aceites Andrés” (Nº28) con varias puertas a cada lado, todas ellas de tamaño considerable y de un curiosos azul claro. Otro de los pequeños comercio que localizamos es laPapelería de Vicente (Nº37) en la calle Mayor de Quart que habría dispuesto de material escolar a los niños de la zona. Justo en frente, en periodos navideños Vicente alquilaba un bajo donde vendía juguetes para los Reyes Magos y allí acudían muchos padres a comprarlos. Otra papelería que han podido recordar sería la Papelería Roco(Nº11) en la calle Doctor Desiderio Gallego donde acudirían a comprar los libros y materiales para la escuela los niños que vivían en la zona más alta de Quart de Poblet, en el casco antiguo.
Encontramos también varias carnicerías y ultramarinos pequeñas tiendecitas donde encontrar una cierta variedad de productos. Sabemos de ultramarinos Casa Miguel(Nº6) que proveería de productos necesarios, especialmente alimentación, a la zona más alta del pueblo, la calle Sagunto y L’Alcota. Ultramarinos Casa Dolores (Nº13) localizado en la calle Doctor Desiderio Gallego Moya más próxima a la calle Major cuya propietaria era Dolores Sanmartín Valldecabres y vivía al girar la esquina. Y finalmente ubicamos un último ultramarinos Carmencita (Nº41) en la parte del pueblo más nueva comprendida entre la calle Aparejador Antonio Monzó y Marqués de Solferit. El número 12 se corresponde con la consulta privada del Doctor Don José que atendía allí y a domicilio cuando fuera necesario. Hacia la calle Torreta se encontraba la fábrica de hielo (Nº19) de la que nos han relatado su funcionamiento. Vendía porciones de hielo que cortaban de un bloque rectangular de un metro de largo, 20 centímetros de ancho y 10 cm de alto. El hielo se deslizaba por una máquina deslizadora enganchado en un garfio el vendedor lo llevaba hasta donde se encontraban los clientes. Allí se preguntaba cuanto quería de hielo y una especie de guillotina con dientes (parecida a la que se utiliza para cortar el papel hoy en día) seccionaba la cantidad de hielo que se quería. Se transportaba en pequeñas neveritas hasta casa y allí ya se volvía a cortar según la necesidad y utilidad.
Podría detenerme en cada uno de los comercios marcados en el mapa anterior, pero el artículo ocuparía un tamaño demasiado largo. Por ello me detengo aquí habiendo explicado algunos de ellos y sin duda recogiendo parte de la memoria de los vecinos de Quart de Poblet, ya que sino estos datos se habrían perdido.
Gracias!
Estupendos recuerdos, faltos de algçún que otro comercio de los que supuso nuestro vivir cada día en aquellas épocas…
… como el Quiosco «Pepyto» con su venta de todo tipo de dulces y frutos secos, algunos (chufas…etc) en el formato «cucurucho» antes del advenimiento de la bolsa y el blister, bonos de viaje de autobús …
… o los «futbolines» frnte a la via (a la altura de la discoteca «Las Vegas») en los que vivimos, allá por mediados de los 70, el cambio de los dispositivos manuales y mecánicos, hacia unos incipientes juegos con pantallas (y donde aún podias seleccionar un «hit» del momento en una gramola llena de «vinilos»…