Podemos y los papeles de Panamá
Fuente: http://www.elconfidencial.com/

Podemos no puede. Ni podrá a corto plazo. Seis millones de votos de izquierdas, la suma de los sufragios de Pablo Iglesias, sus confluencias e IU, se estrellarán, por enésima vez, contra el consenso de la transición. Todo quedó atado y bien atado tras la muerte del dictador Franco y las posteriores componendas de salón al calor de la monarquía borbónica.

La Unión Europea y los regímenes capitalistas occidentales no admiten veleidades excesivamente escoradas a la siniestra que pongan en cuestión el orden establecido por el neoliberalismo derechista.

El PSOE, fiel a su papel histórico desde Suresnes y la entronización de Felipe González, hace de dique de contención para que la izquierda real y social siempre se quede a las puertas de acceder al Gobierno.

Pedro Sánchez ya ha sido homologado como dirigente aceptable por el sistema, mientras que Albert Rivera y su engendro artificial de Ciudadanos  están desempeñando a la perfección los roles para los que nacieron: servir a los intereses del gran capital, mitigar la erosión del PP y presentarse como una muleta moderada de centro para ser coartada pactista y dar oxígeno y alivio momentáneo al PSOE.

La campaña de desprestigio contra Podemos también ayuda para deteriorar su imagen y desvalorizar su cosecha electoral. Bolivariano, independentista y filoetarra son los insultos políticos que hacen mella en la opinión pública más vulnerable y desinformada, en la misma línea de los ataques anticomunistas tradicionales contra IU cuando se presumía que podía tocar poder o hacer sombra al PSOE en su electorado de mayor peso ideológico izquierdista.

Todo vale contra la izquierda real, caso de que aún exista como tal. Incluso empiezan a detectarse movimientos socialdemócratas desde dentro y fuera de Podemos e IU para alcanzar acuerdos ahora mismo con el PSOE y Ciudadanos, un pacto de mínimos que rebaje las aspiraciones más acuciantes de la clase trabajadora. Esto es, transformar a la diversas siglas de Iglesias en una suerte de Syriza posibilista que lo convierta en un líder a la manera de Tsipras, haga el juego sucio impuesto por la UE y cercene, mediante discursos ficticios de radicalización verbal, las aspiraciones de una nueva sociedad con protagonismo estelar de la clase trabajadora.

La calle está vacía de reivindicaciones sociales y políticas desde hace muchos meses. Los sindicatos, fuera de contexto. El ambiente de silencio presagia a medio plazo una gran coalición de libro. El PSOE ya tendrá vía libre para hablar y pactar con el PP, una vez que Podemos haya sido tachada de intransigente y no asumible por los poderes fácticos. La amortización del cambio se producirá a marchas forzadas.

Todos los indicios juegan a favor de un entendimiento entre el PP, que se encuentra a verlas venir como táctica defensiva bastante sabia y efectiva, el PSOE, que habrá hecho de cara a la galería todo lo humanamente posible para liderar un gobierno de cambio, y Ciudadanos, un instrumento de quita y pon que aparecerá como la moderación absoluta y la equidistancia coherente entre la corrupción que representa Rajoy y el peligro extremista de Pablo Iglesias.

De uno u otro modo, la gran coalición se está gestando a cocción lenta con el propósito de ser digerible para amplias capas sociales. Nada nuevo emergerá a medio plazo: bipartidismo con otro nombre para salvar España in extremis de los separatistas y los irreductibles izquierdistas que todavía piensan en clave socialista o similar.

Los papeles de Panamá son una cortina de humo para engatusar a incautos y deformar la realidad política. De pronto, una bomba de múltiples obviedades de sobra conocidas: los capitalistas tienen como única patria los paraísos fiscales. ¡Vaya noticia más espectacular!

Durante semanas iremos asistiendo a la publicación de sonoros nombres y apellidos de la aristocracia financiera y la clase media alta para concitar las iras del pueblo llano. Mientras tanto, los poderes en la sombra se frotarán las manos y nadie pondrá el acento en el sistema capitalista que da cobertura y hace posible tales conductas irregulares o ilegales.

Después del ruido mediático, las aguas volverán al cauce de la normalidad. Con estas noticias sensacionales se traslada la sensación de que los medios de comunicación hacen su trabajo de manera libre e independiente, no reparando casi nadie en que esos mismos e influyentes mass media han otorgado su consentimiento a los recortes salvajes realizados en estos años y han sido voceros de las políticas más regresivas y neoliberales.

El capitalismo suele regenerarse con heridas autoinfligidas que no afectan nunca a su médula espinal. La ristra de personajes que saldrán a la palestra como evasores fiscales conllevará en breve medidas urgentes de estética grandilocuente para calmar a las clases trabajadoras. En la picota lucirán algunas víctimas para escarnio público y carnaza populista. Luego, vuelta al consumo desenfrenado y la privatización acelerada de bienes esenciales para la comunidad.

¿Qué son, en definitiva, los papeles de Panamá? Un arma política de Estados Unidos para tocar la fibra sensible de algunos líderes internacionales, adversarios como Putin, y amigos como Cameron, Macri y el rey de Arabia Saudí. El poder de la información sigue residiendo en la Casa Blanca.

Con estas publicaciones, más o menos indiscriminadas, Washington crea problemas domésticos para apuntalar su hegemonía ideológica y dar un toque de atención a las presuntas actitudes autónomas o díscolas  que pudieran surgir en la globalización capitalista. Mientras tanto, salvaguarda sus propios paraísos fiscales en Nevada, Wyoming y Delaware como coto cerrado de sus fortunas multimillonarias y rapiñas transnacionales.

En los papeles de Panamá no existe rastro de ninguna persona física o jurídica de EEUU. ¡Que casualidad más sospechosa! Washington es sinónimo de ética empresarial, de democracia por antonomasia sin tacha o raspadura negativa. Además, no olvidemos que el consorcio internacional que está difundiendo los 11,5 millones de registros a bombo y platillo está subvencionada por el archimillonario Soros y diferentes agencias de “desarrollo internacional” de EEUU.

La divulgación de la exclusiva mundial de los papeles de Panamá no es fruto de la investigación esforzada, el altruismo profesional y la independencia de los medios de comunicación, antes al contrario viene dirigida por intereses complejos que habría que desvelar cuanto antes mejor.

Los países capitalistas también compiten entre sí en zonas críticas de contacto, donde colisionan negocios y áreas de influencia geopolíticas y de otras índoles, tanto militares como económicas, ya sea por la lucha de recursos energéticos en conflicto como por futuros estratégicos de difícil definición en el lenguaje coloquial.

Lo que no mata engorda. De eso sabe mucho el sistema capitalista. Hoy estamos asistiendo a una nueva acumulación de capital que tiene como contrapartida los recortes sociales, la anulación de derechos fundamentales y la privatización de los bienes públicos. El proceso aún no ha terminado: todavía es necesario e imprescindible seguir luchando política e ideológicamente para confundir a las masas mientras las multinacionales y los países en disputa dirimen sus diferencias en la trastienda.

Por tanto, cabría señalar que los papeles de Panamá son un envite más dentro de la conflagración intracapitalista a escala mundial. ¿Cuál será el siguiente movimiento? De momento, los paraísos fiscales USA están de enhorabuena: lo más probable es que lleguen nuevos capitales a sus arcas en detrimento de Panamá y otras plazas exóticas para los evasores fiscales.

¿Cómo es posible que creamos a los políticos en ejercicio cuando ellos mismos son testaferros de los grandes potentados internacionales? ¿Cómo creer en la ética de quienes no albergan ninguna moral más allá de sus ínfulas patrioteras de nacionalismo barato para consumo de masas entregadas a su propia alienación política?

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