Me sorprendió cuando alguien -quien fuera, propulsor de este medio- me comentó que yo era la primera persona quien se había percatado del juego de palabras que este mismo proclama.
Liverdades.
¿A qué nos suena esto? ¿Será cierto que la mayoría de personas que haya merodeado por aquí no ha dedicado -involuntariamente- un par de segundos a pensar qué puede significar esta palabra? Imagino que muchos sí, muchos de los que obviamente ni si quiera han tenido opción a comunicarlo, pero de todas formas, me sorprendió el que alguien se extrañara de mi observación, cuando creo que tanto su conjugación como su significado -el de las dos palabras en forma de una que estamos a punto de desnudar- representan una filosofía y quizás doctrina que tanto nos falta hoy en día.
Primero, descompongámosla, porque yo veo dos conceptos: libertades, y verdades. ¿De cuál creéis que carecemos hoy en día más?
Haciendo memoria de largas y disentidas conversaciones socio y antropológicas con amigos y familiares, llegamos a la conclusión de que la libertad ha evolucionado –obviamente no nos encontramos frente a las injusticias y desigualdades existentes desde el 1.800 y nuestros ancestros…- pero ha evolucionado en la medida en que nuestra sociedad lo ha hecho. ¿Qué barreras existen? Quizás actualmente, en pleno siglo XXI, tenemos la libertad de optar a diversos y múltiples trabajos, un gran paso y avance como humanidad, pero habiendo obviado la libertad de a lo que realmente queríamos dedicarnos, ¿quién sugirió el concepto de emprendedor empresario como empleo mejor? ¿Quién decidió ser menos arbitrario? ¿Porqué un niño prefiere convertirse en multimillonario? ¿En vez de en profesor? ¿Porqué la gente sigue teniendo miedo a salir del armario?
En una atmósfera más homogénea, donde todos nos asimilamos a todos y buscamos el mismo objetivo como dóciles ovejas, donde todos tendemos al triunfo de ciertas tendencias que parecen impuestas por aquella idea que remite a nuestra querida amiga la globalización, en un escenario así es difícil que uno se exprese –al menos, auténticamente y bajo unos prejuicios inculcados y preestablecidos-. Llegados a este punto, entiendo que las barreras actuales no son más que las mentales y me acuerdo de esa frase tan bien construida que decía: “Hay algo mejor que un pueblo libre, hijo, un pueblo que se cree libre”. *(La corbata púrpura, Eduardo Leonelli).
-No quisiera que éste pareciese un proclamo revolucionario, contra todas las nuevas formas de educación e intervención en nuestros cerebros diaria y cotidianamente, sin que apenas nos demos cuenta… por supuesto no quisiera…-
Incitados por procesos ajenos pero tan meditados, escogemos, y creemos haber escogido sin ser incitados.
Tampoco quiero extenderme con mi onto-filosófico discursito sobre la existencia moral propia y el desarrollo personal de uno mismo alejado de cualquier masa, pero indirectamente el titulillo de este portal me llevó a cuestionarme hasta qué punto éramos libres, leyéramos lo que leyéramos, cuando todo lo que hoy lleva la palabra ‘comunicación’, lleva por medio también la de ‘manipulación’… (Por esta regla de tres podéis enviarme a la mierda directamente y me desacredito universalmente, esto no es una estrategia psicológica ni yo soy periodista ni nada de eso… Al final es solo que quiero que pensemos más por nosotros mismos).
Y quizás dejo la 2ª parte –creada por mí misma- de esta sin sentido argumentación sobre la entrañable palabra Liverdades y más en concreto su segundo término; verdades, para otro día en que nuestros cerebros tomen un poco más de aire antes de leerme.
Hasta el momento solo puedo decir: seamos dueños pero además creadores de nuestras libertades y pensemos más por nosotros mismos.