La indignación de los ciudadanos está recorriendo el mapa de esta UE enferma de avaricia y egoísmo. De nada sirven los límites del decoro en las formas y en el fondo. Los “Papeles de Panamá” sólo son la gota que rebasa el vaso de la paciencia.
Las prácticas instaladas por los poderes fácticos de sostener a democracias “cautivas”, fueron el modo explícito de crear la doble moral de entender que para ser progresista y defensor del libre mercado, es menester dar por sentado que se ha producido un saqueo respaldado por la promulgación de leyes que permiten esos hechos. La responsabilidad de la socialdemocracia en el actual estado de cosas es una evidencia. Está cautiva de su cohabitación con la derecha desde el primer decenio del postfranquismo. De hecho, fueron sus gobiernos los que iniciaron la privatización espúrea de las empresas estratégicas de España. Sin mencionar el impulso a la concentración de las empresas bancarias.
Por tanto, ¿puede entenderse que las leyes han facilitado el trasvase de los recursos desde las economías productivas a las economías especulativas? La respuesta es sí. Las sentencias contra las cláusulas suelo dejan en evidencia la permisividad concedida en gobiernos que dejaron indefensos a sus ciudadanos, al poner en práctica medidas desreguladoras prácticamente en todos los campos de actividad.
De hecho, hemos sido víctimas de esa operación con la complicidad de las estructuras partidarias. Además, con el consecuente incumplimiento de los compromisos programáticos. No importa. El caso es satisfacer la voracidad de los capitales especuladores. A mayor deuda, mayor control sobre los estados sometidos. Los Panama Papers sólo son el indicador de la doble moral asentada sobre una legislación que ha legitimado estas prácticas. El beneficio para estos grupos, la deuda para la Sociedad Civil.
Puede haber quitas sobre esta deuda monumental, pero la perversión radica en el coste financiero que implica un volumen creciente del monto de ese endeudamiento. El negocio son los intereses. La usura está instalada a nivel individual y a nivel macroeconómico. Los gobiernos se sienten obligados por los centros opacos del poder financiero de la UE, al cumplimiento irracional de las condiciones pactadas por, en su mayoría, ministros que han formado parte de esas entidades “buitre“.
Por ello, y para ello, esta transformación se acompaña con un recorte de libertades que pretende preservar al sistema de la respuesta de los indignados. Pero, todo suele tener límites. Europa los conoce, su historia está jalonada de acontecimientos en ese sentido. La Sociedad Civil está comenzando a ocupar las calles y plazas.
La política española está en la encrucijada de ser generadora de decepción o de ilusión. La primera opción nos conduce a la abstención, antesala de otra mayoría de la derecha. La segunda, la que ponga en marcha lo que le dice la Sociedad Civil.
El PSOE debe decidir a quién se debe. El resto es humo. Abra los ojos. No habrá más oportunidades.