Resulta lícito preguntarnos, cuando reflexionamos en qué medida la Moda depende del trabajo esclavo, hasta cuándo seremos cómplices de esa situación.
Cuando se proclama a los cuatro vientos que se ha erradicado la esclavitud, como método de optimización de costes, los hechos derrumban los ficticios muros que quitan el aire de esa libertad real deseada por los departamentos de imagen corporativa, demostrando que la cosas no son así.
Cómo explicárselo a muchos pueblos, que sueñan con la libertad y la remuneración justa. Tal vez derrumbar ese muro irreal de gabinetes de imagen sea la única esperanza que tienen para sentirse libres, en esa vida de pobreza y explotación que les ha tocado vivir.
«Si la esclavitud no es injusta, entonces no hay nada injusto»
Abraham Lincoln
El ser humano es libre por naturaleza, nace libre, en su propia esencia, otra cosa es, que los poderosos lo opriman bajo el yugo de la explotación, cuándo la miseria es la única alternativa. Los niños son utilizados por multinacionales, en aras de conseguir una mano de obra barata, para fabricar sus prendas, someten a 400 millones de niños en el mundo a trabajos forzosos, los mantienen cosiendo horas y horas bajo unas condiciones ínfimas y unos salarios ridículos.
Ullah Khan uno de los referentes mundiales contra la esclavitud, contaba que se cruzó con un chico, esclavo, este tenía sus ojos llenos de lágrimas, y estaba acostado a un lado de la carretera, entonces nos cuenta que «Quise ayudarle, le dije que era libre como cualquier otra persona que nace en otra parte del mundo, pero él sólo quería morirse»
Niños oprimidos, humillados, forzados, condenados a la esclavitud por el afán de que otros se hagan ricos. Con rostros tristes, ojos hundidos…. un menor que trabaja, cuándo debería hacer otra cosa, propia de su edad. Pero no puede, su horario es de 4 de la mañana a 6 de la tarde, su jornada laboral ronda entre las 10 y 16 horas, y su salario no supera los 2€. Aunque lo trágico sea que ese ingreso tal vez constituya el único de su grupo familiar.
Es la cara amarga de la pobreza, el dilema entre la moda y esclavitud. Al otro lado, está la avaricia de los grandes, que no les duele, no sienten ni padecen. Convertir a personas en esclavos, con el único afán de conseguir que su producción sea más barata, y así engrosar su cuenta de resultados, y figurar de los primeros en el ranking de las fortunas más ricas. ¿Dónde está el derecho a tener una vida digna? ¿Para crear moda es necesario explotar a las personas?
La respuesta es la amarga indiferencia, que apuñala al ser humano, que sólo quiere sobrevivir. Al poder no le interesa tomar cartas en este asunto, hay otros intereses. Se excusan en que son subcontratas, ajenas a su responsabilidad. Cuándo se les pregunta al respecto, la respuesta es que España no tiene capacidad para producir todo lo que necesitan, ¿de verdad?
Un país que tiene una población de 46,50 millones de habitantes y una tasa de desempleo PP del 20% , por detrás de Grecia y es el segundo país con mayor tasa de paro de la Eurozona. Es una vergüenza que cuenta con la complicidad de l@s consumidor@s, a quienes no les despierta la conciencia, no se les cae el alma, al llevar puesta una de esas prendas.
Resulta difícil de creer que no sea posible hacer nada para erradicar la moda versus esclavitud. Permanecer inmóviles, adaptados a un conformismo social, que no es más que un PP comportamiento colectivo, de disociación cognitiva, que exime del remordimiento de conciencia y limita la voluntad de las personas. El mundo de la moda no es eso. Recordemos a Simón Bolívar:
“Como amo la libertad tengo sentimientos nobles y liberales; y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden destruirnos.”