Hong Kong es una de las ciudades más interesantes del mundo, probablemente sea el equivalente de Nueva York en Asia, uno de los lugares donde más dinero y personas del mundo transitan. Hong Kong es además un lugar en continuo cambio, pues de ser una colonia británica pasó a convertirse en una Región Administrativa Especial de China. Para quién no esté familiarizado con el concepto, viene a decir que es una parte de China, aunque con su propia política, moneda, leyes, sistema y hasta una frontera que lo separa del resto del país asiático.
Hong Kong se está convirtiendo en una parte más de China, aunque a algunos le duela. Después de pasar un tiempo viviendo aquí, he podido comprobar yo mismo como el interes de los ciudadanos de asimilarse a China está en auge. Desde que las leyes migratorias con China continental se relajaron, el flujo de inmigrantes, especialmente desde Guandong, región vecina de China con quien comparten lengua, no ha cesado ni por un momento. Se estima que al día llegan 150 inmigrantes nuevos desde China y el goteo no cesa.
Tampoco pienso que el gobierno de Pekín tenga que presionar demasiado, ya que creo que Hong Kong no podría subsistir sin el gigante asiático detrás. Es precisamente gracias a todos los ciudadanos chinos que llegan hasta este pequeño rincón de Asia por lo que Hong Kong es el lugar del mundo más visitado. Los sueños independentistas de la revolución de los paraguas mueren con el dinero que llega desde la China continental en forma de visitantes buscando las marcas que no podrían encontrar (de momento) en China.
Hong Kong y China tienen una relación de enriquecimiento mutuo, Hong Kong crece gracias a ser el centro comercial de China y el gobierno chino recibe dinero en forma de impuestos de Hong Kong, por no decir de la importancia comercial, política y hasta militar que el lugar representa para China. Pero esa relación no será siempre así, y de hecho, las cosas comienzan a cambiar.
Hace no mucho se anunció que se iba a recrear la famosa Ciudad Prohibida de Pekín en la ciudad de Kowloon, algo que supondrá todo un desafío al independismo de Hong Kong. Por así decirlo, es como si se recrease el Palacio de la Zarzuela en Cataluña. Sin embargo, el gobierno chino tiene mucha menos delicadez al tratar el tema, y no por nada se estudia la historia de China en los colegios de Hong Kong.
“Hong Kong is not China” rezaban algunos carteles de las últimas manifestaciones independentistas, pero lo cierto es que Hong Kong cada vez es más China. La gran prueba de ello es que el mandarín, el idioma oficial y unificador de China, cada vez gana más peso en un territorio historicamente de habla cantonesa.
Cada vez hay más gente interesada por el idioma, ya sea para aprenderlo ellos o sus hijos, e incluso muchas empresas operan con el mandarín como segunda o inclusive primera lengua. La llegada de inmigrantes y las enormes conexiones comerciales con China continental han conseguido más que toda la propaganda que pueda llegar desde Pekín.
Quizá, algún día, el mandarín sustituya al inglés como segundo idioma oficial e incluso al propio cantonés. Esta no sería la primera lengua china devorada por este idioma, ya que el idioma propio de Shanghai cayó en desuso cuando el mandarín se impuso como idioma principal en la ciudad.
La implantación de un idioma mutuo para toda China es el caballo de Troya para la asimilación de las Regiones Especiales dentro del país asiático.
China busca crecer y absorver por completo a las regiones que más PIV pueden producir y que hasta ahora han tenido cierta independencia del país asiático. Esto incluye a Hong Kong y Macao, pero no sólo eso sino que Taiwán, que tiene hasta la fecha un gobierno totalmente independiente de Pekín, también está en el punto de mira. No por nada China se mostraba tan preocupada con la posición de Donald Trump sobre Taiwán.
Mientras el mundo occidental va en declive, un gigante se está despertando en Oriente, y quién piense que será mejor sólo tiene que estudiar las leyes y el sistema actual de China. El dragón chino despierta, muda de piel y mira a sus próximas conquistas. China sabe que crecerá y mutará o morirá, y está claro lo que va a elegir entre las dos opciones.