Tres horas en el tren regional con destino a Spotorno. Una pequeña ciudad en la región de Liguria, provincia de Savona, Italia, sobre la costa de la ribera de Las Palmas. Una grata compañia, mi amiga Isabelle. Un día estupendo; las pocas nubes oscuras que presagiaban lluvias, viajaban lentamente, dando paso a los rayos solares, que por momentos nos regalaban su intensidad. Eran los últimos destellos del verano y nos decidimos a aprovechar al máximo al menos ese dia.
No obstante Spotorno es uno de los destinos marinos veraniegos cercanos a Torino en el Piemonte italiano, luego de caminar una media hora más o menos con mi amiga llegamos a nuestro verdadero destino, Noli. Una pequeña ciudad de la ribera del Ponente.
Nos ubicamos en un punto de la playa desde donde complacidas disfrutamos de horas placenteras frente a la inmensidad marina. Un mar de aguas cristalinas con una tonalidad de azul turqueza, nos invitaban, no solo a gozar de su maravilla natural, sino a sentir la frescura de sus aguas bañando nuestros cuerpos.
No sabiendo nadar, me resta solo introducirme a cierta distancia del mar, disfrutar del vaivén de las ondas en pie o sentada. Indistintamente de mi carencia, disfruto igual del placer que regala el mar durante los dias del verano. Mi amiga, a ratos nadando, otras leyendo, otras conversando, me regaló un momento bello, su grata compañia.
Realmente me sentí privilegiada en ese momento. Cuanta belleza natural, cuanta riqueza espiritual regalan unas horas al mar. Y mientras me relajaba sentada contemplando tanta maravilla, un pensamiento cruzó por mi mente: cómo es posible que existan personas cuyo deseo es destruir el único mundo que conocemos. Aunque si se continua a estudiar y descubrir posibles nuevas formas de vida en el inmenso universo.
Pienso que es un deber de todos cuidar el lugar en donde vivimos. Creo que en vez de orientar cifras estratosféricas de dinero en la fabricación de armas, por ejemplo, porqué no hacer un pacto universal orientado a proteger nuestro planeta.
Me gusta soñar y ser positiva. Si este pacto fuera posible, las constantes amenazas del presidente de la Corea del Norte, Kim Jong-Un de lanzar un misil para destruir a sus vecinos e incluso parte sino todo los Estados Unidos, se quedarían en eso: solo amenazas. Que por otra parte de transformarse en realidad, las pérdidas humanas serían incuantificables. El colapso de la agricultura un factor determinante que arrasaría con la raza humana y toda forma de vida a causa de la hambruna. La radiación y el cambio climático que se produciría dejaría nuestra atmosfera muy afectada.
Algunos analistas sobre el tema sostienen que, el presidente de la Corea del Norte, un personaje hasta hace poco desconocido, mantiene esta imagen de amenaza, como mecanismo de defensa ante una posible invasión por parte de una potencia mundial. Específicamente los Estados Unidos. Y antes que actuen, astutamente amenaza, en modo de alejar el inminente peligro que le quitaría el poder. En tanto, su actitud persiste, y el temor de una tercera guerra mundial es evidente.
Mientas mis pensamientos continuaban a fluir, a lo lejos un barco navegaba lentamente, y mientras lo observaba mi mente saltó hacia otro personaje: el millonario Donald Trump. Que pareciera que está jugando a ser presidente de la gran potencia mundial, los Estados Unidos, como parte de uno de sus últimos caprichos de “niño rico”. El entrecomillado es personal. A veces me viene la imagen de una caricatura que disfrutaba tanto cuando era niña: Ricky Ricón, El pobre Niño Rico. No se por qué…
Hoy dice una cosa el día siguiente cambia de idea. Un día decide que el tema del cambiamento climático es pura invención, luego retrocede. A lo mejor el paso de “Harvey” lo hizo cambiar de idea…quizá.
Y mientras continua entretenido con su último juguete: la Casa Blanca, The New York Times y The Washington Post, siguen afanosamente buscando el más minimo detalle que prueben su relación con la Rusia. Previo al proceso electoral que lo catapultó a la silla presidencial norteamericana, en condiciones aún no tan claras para muchos.
Pensé también en la dramática situación por la que aún araviesan los afectados por las inundaciones de la tormenta Harvey en Houston, el huracán Maria en Puerto Rico e Irma en Cuba. Los habitantes de estas zonas tratan a todo costo de restablecer la normalidad de sus vidas. Aunque si las noticias internacionales saltan de un tema a otro, las secuelas de estos fenómenos son actuales.
Sumándose a estos hechos, no se puede obviar la dramática situación que afecta a quienes huyen de la pobreza y la guerra hacia tierras europeas. Con una gran diferencia: los primeros debido a un fenómeno natural. De consecuencia es transitoria. Sin restar importancia al dolor ante las pérdidas humanas y los desastres materiales causados. Los segundos, debido a causas sin justificación para algunos, no obstante las guerras internas las propician quienes ostentan el poder, desencadenando rebeliones internas, descontento. Negando, por ende, el derecho a elegir democráticamente a sus máximas autoridades.
Mis pensamientos se detienen. Decido entrar de nuevo en el mar, pocos minutos antes de nuestro regreso a casa. Con mi amiga organizamos nuestras pertenencias y en veloz carrera nos dirigimos hacia la estación ferrovial, esperando no perder el tren que nos llevará de nuevo a Torino. Mientras nos alejábamos, observé de nuevo el mar, pensando y confiando que las nuevas generaciones se unan en la protección de ésta y de todas las maravillas naturales para bien de la humanidad.