Llámame perro, pero dame de comer…

Una simple frase como la reflejada en el título de este artículo, sirve para constatar una triste realidad del panorama político español actual. Recientemente, la Vicepresidenta del Congreso de los Diputados, ha plasmado de manera estricta, el arrogante significado de este dicho que encabeza el artículo. Fue pillada infraganti en mitad de un pleno, jugando con el móvil como si estuviese en la terraza de un bar, cerveza en mano; mientras disfruta de un día soleado.

Pero, claro está, aquí no pasa nada. Un sucedáneo en el ámbito laboral del conocido: “laissez faire, laissez passer”. Cuando conocimos ese suceso, ¿quién no pudo evitar realizar una comparativa con el mundo laboral de un cualquiera? ¿Qué ocurriría si un administrativo fuese pillado por su jefe durante la jornada laboral, jugando al mahjong o al tetris en el ordenador? ¿Saldría indemne? ¿Le ascenderían por su atrevimiento?

¿O, sería avisado guión, reprochado guión sancionado guión despedido por, hablando mal y pronto, rascarse los huevos a dos manos en su puesto de trabajo?

Descuiden, no creo que haga falta que contesten a la pregunta… la respuesta en sí, es axiomática. Por ello, no puedo evitar mirar con pena las colas del paro, sabiendo que hay gente en ellas que es cumplidora, trabajadora, honesta y sobretodo, que se adhiere y circunscribe a las condiciones laborales de manera estricta… o que por lo menos, no es tan sumamente imbécil, como para tomarse un momento de ocio entre bambalinas, en un lugar con cámaras de seguridad, trescientos pares de ojos observando y cámaras de diversos canales de televisión, retransmitiendo en directo para todo el país… Pero que ingenuo soy.

¿De qué se van a preocupar nuestros políticos, si tienen unas condiciones de vida, con todo el amplio espectro que ello representa, con las que el noventa y nueve por ciento de la sociedad, sólo puede llegar a soñar? ¿Qué es lo peor que les puede ocurrir? ¿Una regañina como a un niño pequeño?

No veremos un castigo imparcial y contundente con el cual se persiga disuadir a los futuros vagos y maleante que no solo no generan nada constructivo con su presencia en el Congreso, sino que hacen su agosto particular con un salario anual de mínimo cinco ceros. Así pues, nos encontramos con el dicho de “llámame perro, pero dame de comer”. Les es indiferente que la ciudadanía se ría de ellos, les acuse o exijan sus cabezas… les da igual… se la trae al pairo. Total, van a seguir con su puesto de trabajo bien remunerado y solo precisan bajar las persianas para eludir el contacto visual con aquellos pobres infelices que les recriminen su malos actos al servicio del pueblo.

Pero quizás no sea para tanto, a lo mejor la ciudadanía se ha vuelto excesivamente “tiquismiquis”. No digo que sea cierto, pero lo dejo caer porque no es la primera vez que nuestros funcionarios del Congreso (no hay que olvidar que desde un policía hasta el político, todos son trabajadores públicos o lo que es lo mismo, un funcionario), dedican su horario laboral, a jugar con dispositivos móviles en mitad de un pleno. ¿Creéis que es justo quejarse y alzar la voz por sucesos de este pelaje? Lo digo más que nada, porque nuestro Ministro de Hacienda, tachó de “chiquilladas” la irrupción y agresión por parte de individuos de ideología de ultraderecha a personas que en pleno uso de sus derechos, celebraba un evento relacionado con la Diada catalana, en Madrid hará dos años. Si eso fueron chiquilladas, ¿cómo catalogamos este suceso en el que un político, cuya nómina procede del erario público, se dedica a jugar al móvil a todo tipo de juegos en vez de dedicarse a trabajar, que es por lo que se le paga?

Quizás podríamos ser más laxos con ellos en una situación económica más boyante en la que atásemos a los perros con longanizas y lloviesen diamantes en vez de agua. Pero no, mal me sienta saber que nuestros dirigentes, se dedican a “tocárselas” mucho y bien durante su jornada laboral; estando en una coyuntura económica en la que el paro registrado y cocinado por nuestro gobierno es del veinticinco por ciento, hay más de diez millones de personas en niveles de pobreza, casi tres millones de niños no se alimentan adecuadamente, los enfermos mueren en los hospitales por falta de recursos… esas pequeñas “cosillas” que parecen pasar por alto o por los mismísimos ijares, nuestros excelsos políticos.

Pero qué sabré yo de la vida y qué me importará lo que se cueza en el Congreso o qué uso se le dé al dinero de los contribuyentes… Curioso, que soy un curioso… Y ya lo saben: “la curiosidad, mató al gato”

1 Comentario

  1. y algo mas grave esta señora no atendia a su trabajo para llamar la atención del sr. Rajoy si decia algo inpropio ella ya da por hecho que no se le debe interrumpir diga lo que diga

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