Leonardo DiCaprio gana un Óscar y aprovecha su discurso para hacer un llamamiento en pro de la defensa del planeta. Me parece muy loable. Es un buen púlpito para predicar. El mío es mucho más modesto, pero ya que Liverdades me permite esta humilde atalaya, me gustaría comentarte una pequeña hipótesis que me ronda la cabeza hace meses y que incluso podría aplicar a la realidad española tras un juego de aritmética lingüística.
Soy un gran apasionado de la astronomía, por eso me preocupo mucho de informarme y conocer mi vecindario más allá de mi edificio, barrio, pueblo, ciudad, provincia, comunidad, estado, país, continente y planeta.
Cuando estudias astronomía descubres que el planeta Tierra es un pequeño mundo en un Sistema Solar que mide aproximadamente un año luz de extremo a extremo.
Cuando estudias astronomía descubres que el Sistema Solar es una pequeña mota de polvo en un desierto si lo comparas con la Vía Láctea, galaxia en cuyos arrabales se ubica nuestro hogar y que tiene un enorme agujero negro en su centro en torno al cual se localizan millones de estrellas.
Cuando estudias astronomía descubres que la Vía Láctea solo es una galaxia más entre millones de otras galaxias que pueblan este Universo disperso e inmenso cuyo tamaño no podemos ni comenzar a intuir.
Cuando estudias astronomía descubres que hay millones de planetas y lunas orbitando millones de estrellas tan lejos de nuestro mundo que no podemos ni comenzar a imaginar cuántos existirán diseminados por el Universo.
Cuando estudias astronomía descubres que esos otros mundos están tan lejos que aunque solo uno pudiese albergar vida tal y como la conocemos en la Tierra, tardaríamos siglos en ser capaces de llegar a él. Sin embargo, no se ha descubierto aún ninguno que reúna las condiciones del nuestro.
Cuando estudias astronomía descubres que la única mota de polvo en un inmenso desierto en la que podemos vivir y que reúne la capacidad para darnos aire que respirar, alimentos que comer y lugar para cobijar en medio de un inmenso Universo profundamente hostil con la vida humana es este.
Cuando estudias astronomía descubres el inmenso y estúpido egoísmo humano. Esa absurda necesidad de acumular riquezas a costa del único mundo que ha demostrado ser capaz de albergar vida. La ilógica falta de sensibilidad con otras especies que mantienen el débil ecosistema equilibrado. La estrechez de miras para aquellos incapaces de ver que estamos todos en el mismo barco. La profunda insolidaridad de una raza que se cree con derecho a destruir el hogar de millones de especies sin tener un plan B o algún otro lugar donde resguardarse cuando destruya este mundo.
Mientras tanto, nosotros nos dedicamos a montar pollos en los congresos como el que hay actualmente en el Parlamento español, con más de 20 millones de ciudadanos representados en votos a unos diputados y partidos políticos incapaces de ponerse de acuerdo para sacar al país de la miseria.
España es uno más de muchos ejemplos de la estupidez humana que perseverantemente se empeña en comenzar orgullosas peleas y batallas absurdas que no llevan a nada más que a mentes tan brillantes como la de Stephen Hawking que predice que a nuestra raza no le quedan más de 100 años de vida.
Nos vamos a autodestruir. De hecho, llevamos siglos intentándolo. Algún día lo lograremos al fin. Sólo espero no estar aquí para verlo. Pero la estupidez humana es tan persistente y antigua como la misma conciencia. ¿O es que ya nadie recuerda el “Mito de la Caverna” de Platón?