Las rebajas, ese apetitoso manjar de temporada

Existen palabras mágicas, sutiles grafías enmarcadas en grandes neones o simplemente arrinconadas estratégicamente, véase: “Rebajas”, que cumplen a la perfección ese papel que se les encomienda en olor de multitud de autosatisfacciones reprimidas, increíbles dotes de limpiar cuentas corrientes, o la madre del cordero en estas lides, que no es otra que, según catedráticos de economía familiar, (ríanse ustedes de licenciados en económicas), la de ahorrar unos euros a la vez que abarrotamos unos armarios ya abarrotados hace varias temporadas.

Hay grupos de población que tildarían a las rebajas de consumismo desaforado, mientras que otros no dudarían en denominarlas acertadas estrategias a la hora de ayudar con esto a mantener esa rueda gigantesca, (piedra angular de nuestra fagocitadora existencia)  que fabrica, vende y consume, todo ello a  un  precio de risa, eso sí, comparado con el que la etiqueta lucía un día antes de esta ilustre promoción.

Sin embargo, ambos tienen algo de razón en sus planteamientos a la hora de afrontar ese pistoletazo de salida que empieza con la apertura de puertas de un gran centro comercial, que como metáfora consumista nos devora  como a unos pececillos faltos de sustento que se vieran abocados a fenecer en las fauces de un depredador que oculto les sorprendiera privándoles en este caso, no de la vida, pero sí seguramente de los emolumentos de una Visa ya mermada por otros menesterosos pasos por caja.

En esta vorágine de tallas, saldos, y descuentos de hasta el 70%; existen planteamientos para todos los gustos. Unos más acertados que otros pero casi todos con su punto de lógica. Y es que eso del consumo responsable a unos les suena a chino o simplemente se lo pasan por el forro de esa prenda fabricada en un país demasiado lejano, eclipsado por una etiqueta que marca un precio tan ridículo como las ansias de agenciarse cuantas más mejor. Otros acudirán al mismo centro comercial que los anteriores pero con otra actitud muy diferente. Esa que sí es responsable con uno mismo y con los demás, y que aprovechando esa ganga temporal que verdaderamente necesita, suple sus necesidades  manteniendo a salvo presupuestos destinados a otros imperiosos desembolsos.

Las rebajas están ahí cada temporada para tratar de engancharnos a esa rueda ingente que aludía párrafos atrás, de la que cada vez es más difícil desligarse, en la que muchos acaban mareándose en el probador de turno, mientras otros saltan en marcha antes de que ese hipnótico movimiento les anule la voluntad.

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