Charly Parker es un detective sin oficina con nombre de genio del jazz. Un tipo normal e irónico que conoce sus limitaciones y tiene asumido que el problema no es asustarse, sino que lo complicado es no salir corriendo
Se mueve con la soltura que da ser un antihéroe golpeado por la vida, un tipo que han sufrido golpes tan profundos que hasta ha perdido la capacidad de tener rencor, convirtiéndose en un elemento realmente peligroso para los delincuentes a los que persigue.
Charly es un tipo inteligente que no se rebaja, porque degradarse implica asumir el reto de estar dispuesto a padecer e infligir un dolor raramente soportable. Jamás le guía una venganza insondable, a pesar de que perdió a su mujer y a su hija, y de que sus casos estén casi siempre rodeados de niños: porque hay demasiados niños perdidos, demasiados… Las experiencias son lo que son, no nos queda más que elegir como sobrellevarlas, sin obsesionarse por una paz que posiblemente no llegará hasta que uno se reúna en las tinieblas con los que más quiere.
Más allá del espejo trata sobre el horror de los hijos que desaparecen en manos de monstruos inexplicables, tipos enfermos y tóxicos que contaminan, de apetito voraz y mente inextricable, a los que nunca hay que mirar a los ojos por si te atrapan con su mirada, y sobre los que no merece la pena divagar para tratar de comprender sus motivaciones íntimas. Tipos que es preferible ver muertos porque a fin de cuentas el dolor que pude causar un muerto siempre es limitado
Charly se limita a buscar a su presa y a darle caza. No deja que su pasado marque su futuro. No es condescendiente ni juzga a los demás, y sabe que normalmente uno tiene los amigos que se merece. Es un buen tipo este Charly. No rehúye el contacto, ni remontar esas carreteras que se apartan del camino para arrastrarse como un reptil hasta morir, por más que las raíces de lo desconocido están merced de la tormenta más ligera.
La maldad está ahí afuera, acechando, y Charly sabe que no hay más que limitarse a intentar que no le carcoma el alma ni a ti ni a los que quieres.
Pero hay que estar siempre alerta porque las personas, como los sentimientos, a los que nos proponemos abandonar, son los que vemos continuamente, continuamente…