Hablar de los intereses de España como argumento para levantar las banderas de la responsabilidad histórica es, al menos, para ruborizar a cualquiera. Diferente hubiese sido encabezar un gran acuerdo para minimizar los efectos de la audacia de Aznar, o controlar los daños producidos por las negligencias de Zapatero. En aquellos principios de 2012, en lugar de plegarse a las instrucciones de la Troika, Mariano Rajoy debió liderar un gran movimiento nacional. Cuyo fin debió ser reconstruir España, con un reparto equilibrado de los esfuerzos por parte de todos los sectores.
En su lugar, el señor Rajoy se parapetó en una mayoría parlamentaria, para desactivar la respuesta social previsible. En tanto, consolidaba privilegios y acataba órdenes de Berlín y Bruselas, como si de allí emanase su autoridad. Entonces, demostrando una mediocre vocación de estadista, se doblego al yugo alemán, a cambio de mantenerse en el sillón de jefe del gobierno. Y el Consejo de Ministros de los viernes suplantó al Parlamento de los ciudadanos. Y el plasma, a la democrática encuesta pública de los medios de comunicación.
La corrupción y las cuestionables prácticas, que solapan la gestión de lo público con lo privado, aún sigue reinando en esta España que nos toca. Mientras tanto, el salario mínimo sube 6 € y las pensiones se hunden. No resultan medidas de un gobierno, en funciones, que puedan convertirse en un referente ético. Aun así, contra toda lógica, Rajoy anuncia su intención de mantenerse como candidato del PP ante la casi segura repetición de las elecciones.
Lo que este precoz registrador no tuvo en cuenta, es que en la democracia, muy a su pesar, los votos son los que otorgan el mandato para poder gobernar. Es ahora, cuando no tiene explicaciones validas para justificar su incómoda posición, frente a sus avales europeos. La consecuencia de su error, es que pueda que ya le estén tomando las medidas del traje para eliminarlo de la escena. Aún así, dicen que ha recibido algún mensaje que le sugiere: «se fuerte, Mariano». ¿De algún lugar de Andalucía, tal vez?
En el otro patio, a Pedro Sánchez no le facilitan las cosas. Pese a ello, también resiste, si consideramos relevante que Tomás Gómez esté afilando cuchillos, en su feudo madrileño. El equipo de Sánchez olvidó aquella máxima maquiavélica que sugería no dejar herido al enemigo.
En cualquier caso, los barones están montados en corceles de madera: la mayoría depende de los representantes de Podemos en sus CCAA. Un doble discurso sin mucha lógica, excepto claro, que la trianera ya cuente con el respaldo del PP para mantenerlos. Porque, en eso consistiría el acuerdo, en salvar el poder autonómico a condición de abstenerse en el tercer intento de investidura y dejar que Mariano repita.
No resulta irrelevante, en este sentido, que el gobierno en funciones no adelante a menos de dos meses la futura convocatoria. Las presiones sobre las diversas opciones son enormes, pero la contumacia de los jugadores congela la situación. Esperpento, es el calificativo para identificar a que intereses responden unos y otros. A luchas internas. A compromisos con los poderes económicos. A servidumbres personales que les atan las manos. La pulcritud sigue ausente y los negocios presentes.
Según eldiario.es, la empresa Falken, cuya propiedad pertenece a la familia de Ismael Bardisa Jordá, ex diputado del PP y candidato que cerraba la lista a las elecciones de la Comunidad de Madrid, se hizo con el contrato de provisión de 54.000 unidades de gas lacrimógeno. Cierto es que es un proveedor habitual, pero puede surgir la duda de las prioridades que existen en este país y la declarada escasez de recursos para la atención de las víctimas del modelo de austeridad. Como dato técnico, en el pliego de condiciones del concurso, la Subdirección General de Apoyo de la Guardia Civil, según este medio, asegura que los botes se hacen inútiles a los cinco años. Lo que supone que estamos tirando dineros que no tenemos.
“A los 1,3 millones para botes de gas lacrimógeno hay que sumar otros 508.200 euros para 21.000 “artificios fumígenos” o botes de humo. En total, 1.815.000 euros de contrato de despedida de la legislatura”, nos informa el referido medio digital. El contrato se firmó el 11 de diciembre de este 2015.
¿Imaginan que así disuadirán a los terroristas islámicos? ¿No hubiese sido mejor adquirir chalecos antibalas para nuestras fuerzas de seguridad? ¿O el gran Pacto Antiyihadista fue para las cámaras?
¿Dónde reside el interés de España, en la represión de las ideas o en la contratación inoportuna como en este caso? Todo el país a lo largo y a lo ancho se encuentra con casos similares. Han endeudado nuestro futuro y el de nuestros hijos en el nombre de la patria.
Cualquiera de estas causas u otras similares, desmienten para la dirigencia de estos dos grandes protagonistas del bipartidismo, el atribuir sus actos al interés general del país. La realidad es más sórdida y mezquina. Sus honestos militantes y los ciudadanos en general, les reclamamos, al menos, la honestidad de que reconozcan sus miserias.
Eso sí será, por el interés de España.
Fuente: Publicoscopia