Las horas huecas – Capítulo uno
Ebria y totalmente alocada en su lascivia insatisfecha, con su tosca mano derecha prensó la manita izquierda de su pequeño hijo de seis años de edad y la talló una y otra vez sobre los gruesos, cortantes, impresionantes vellos de su pubis, hasta introducir los deditos de Toñito en las profundidades húmedas y apestosas de su vagina.
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