Recientemente, terminé de escribir mi primera novela de género fantástico, aunque en ella, se combinan los géneros épicos, aventura y todo ello, aliñado con una dosis de sangre y velocidad… como viene siendo habitual en mis libros.
Pero, tras haber puesto el punto final a ese libro, como a todos los escritores, me entran dudas en el cuerpo. ¿Será del agrado del escritor? ¿He invertido mi tiempo en escribir algo que amenice a los lectores su tiempo de ocio, o habrán sido meses de despilfarro? ¿Pensará el gran público que padezco algún tipo de retraso mental por haber escrito tal o cual cosa? Estas, son algunas de las dudas que atormentan a todo escritor cuando decide lanzar al viento y por los siete mares, una pequeña parte de su alma en forma de novela o artículo… su cordura e inteligencia, se ponen a prueba.
Dejando al margen que esa situación puede o no importar al escritor de turno, ya que quizás solo busque expresarse sin tener en cuenta las posibles repercusiones de dicha libertad de pensamiento; me gustaría intentar analizar las claves más o menos objetivas, que son necesarias para que un libro (independientemente del autor) sea considerado como bueno.
Todos hemos oído que toda historia se compone de tres partes que componen lo que se conoce como “estructura argumental”. Dichas partes, casi podemos recitarlas de memoria como cuando pronunciamos nuestros nombres: introducción, nudo y desenlace. Pero antes de lanzarnos sobre la introducción de un libro, hemos tenido que tener un primer chispazo que nazca desde la imaginación, un algo que nos obligue a maquinar en nuestro interior esas tres fases posteriores del hilo argumental o trama. Ese chispazo, puede ser fruto de una conversación con un compañero, de escuchar en el metro a un grupo de desconocidos, de leer las noticias, de tener un problema que puede ser común a muchas personas… cualquier cosa vale.
Una vez tenemos esa idea, podemos intentar englobarla dentro de un género. Fantasía, narrativa, historia, novela negra o policíaca, Ci-Fi, erotismo, drama, humor… Con estos dos pilares fundamentales, podemos empezar a macerar nuestra historieta, que de manera creativa o calculada, un escritor mediocre, puede llegar a generar una buena historia, en su conjunto. Lo que hay de por medio, es el trabajo sucio. El trabajo que te obliga a remangarte y devanarte la sesera delante de una hoja en blanco o un ordenador… y que casualmente, será el trabajo más criticado por el consumidor final, pese a que el primer chispazo y el género elegido, sean lo que verdaderamente capte la atención del lector.
Y aquí es donde tenemos una de las claves principales de todo buen libro. Si bien es cierto, que sobre gustos no hay nada escrito (craso error, hay demasiado escrito y por ello nos perdemos en ese mar de abundancia), el cómo te desenvuelvas página a página y palabra a palabra, será una de las claves para agradar al lector.
Todos nos hemos topado con libros reconocidos a nivel mundial, con galardones y un séquito de adoradores que dan fe de su calidad contra viento y marea, pero sin embargo, cuando lo hemos tenido en nuestras manos; nos hemos llevado una terrible desilusión. Y es ahí, donde radica el problema real del éxito de un buen libro. Te tiene que emocionar, ya no solo por la trama y el género, sino por el método elegido por el autor para narrar la historia. La velocidad, el carisma de los personajes, la descripción del entorno físico y cultural en el que se desarrolla la historia… todo ello, es una macedonia de hechos en los que si uno solo de ellos falla, el lector, le restará varios puntos al libro en su conjunto.
Es por eso, que yo, en mi caso particular, he de decir, que el “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” me parece un libro con una gran trama, pero que carece de una velocidad o (dado el desfase histórico entre lectores actuales y el autor original hace más de trescientos años) de un lenguaje más cercano; el libro en su conjunto, me resulta aburrido. No me distrae, no capta mi atención ni logra evadirme de la realidad del día a día… Estoy seguro de que muchos dirán que soy un inculto o un algarrobo por no apreciar la maestría de Cervantes en cada página de su obra maestra… pero que queréis que os diga, me resulta árido y lo he intentado leer más de cinco veces.
Así con todo, vosotros, queridos lectores, tendréis experiencias particulares sobre grandes libros que os han resultado insulsos o insípidos dado vuestros gustos particulares. Vuestro criterio es personal… como todos. De este modo, podemos concluir, que una de las claves de todo buen libro, es que despierte el interés necesario en el lector, para que éste, quiera pasar a la página siguiente y descubrir por sí mismo los tesoros y secretos que el libro que tiene en sus manos, guarda en los futuros capítulos.
No es necesario que el libro tenga una finura literaria perfecta, o una gramática acorde o un uso de la semántica cuasi celestial. No. Tus gustos, nada más y nada menos, que tus gustos. Quizás leyendo un libro que no conocías o que su argumento no te llamaba la atención, descubras que entre el autor y tú, hay perspectivas de la vida que os son comunes, dado la forma de escribir del autor. Sé de primera mano lo gratificante que resulta toparte con una “rara avis” literaria. Ese patito feo que acaba enamorándote por su simplismo o manera directa de contar una historia. La clave de un buen libro, es que lector sienta que es él mismo el que ha escrito el libro… que lo ha escrito para sí mismo, bajo sus gustos y principios literarios.
Por ello, no puedo evitar pronunciar una de mis normas básicas para confiar en o descartar todo libro, por muy estricta o simple que pueda parecer. Aquí os lo dejo. Si un libro tiene más de trescientas páginas y no te has enamorado de la historia y de la manera de escribir del autor en la página cien, ese libro, tiene altas probabilidades de convertirse en un posavasos, estando avocado al olvido literario en mis gustos particulares. Por ello, pese a que Don Cervantes está en boca de todos ahora más que nunca, para mí, el Quijote no es un buen libro… pero como ya se sabe: “…sobre gustos, SÍ hay algo escrito y por ello, puedo elegir y opinar…”. Pero tened en cuenta, que para ser un buen escritor, primero, habéis de ser unos buenos lectores.