La evolución de la alimentación humana

Basándome en la ciencia actual, en mi artículo  Alimentación ética: la más justa, sostenible y saludable trato de explicar el extenso proceso de la vida terrestre desde que aparecieron las primeras células marinas hace aproximadamente 4.000 millones de años hasta la aparición de los seres humanos, pasando por todas las etapas intermedias de desarrollo de los Reinos vegetal y animal, principalmente. También explico, tras los cálculos correspondientes, extrapolados a una escala máxima de 24 horas que, nosotros los “Homo Sapiens Sapiens”, llevamos en la Tierra tan solo 25 segundos en relación a la aparición de las primeras células marinas 24 horas antes. Con la misma regla de proporcionalidad, si los primeros animales marinos hubieran aparecido en este planeta en el corto período de un día, entonces nosotros aparecimos aquí solo 1 minuto y 43 segundos. En relación a las primeras aves solo llevamos aquí 5 minutos y 45 segundos. Y en relación a los primeros mamíferos, únicamente 13 minutos y 12 segundos. Por otra parte, las especies animales identificadas en el año 2009 ascendían a 1.424.153, de las que 64.788 son especies vertebradas y de estas, 5487 son mamíferos, siendo nosotros tan solo una de esas especies.

Estos datos, los usé en el referido artículo para tratar de hacer ver a todos los consumidores de productos de origen animal que nosotros los humanos somos unos recién llegados a este planeta y que, en lugar de seguir explotando a las especies predecesoras, podemos empezar a darnos cuenta de que todas las especies de todos los Reinos podemos convivir en paz y armonía en un planeta de abundancia para todos, sin necesidad de destruir sus maravillosos ecosistemas y, mucho menos, infligiendo dolor y sufrimiento al Reino animal, especialmente a los animales que nos comemos. En este sentido, me atrevo a afirmar, desde un punto de vista más esotérico, que la especie humana llegó a este mundo de manera postrera no por casualidad. En la evolución de un planeta, como la Tierra, en el plano físico primero se desarrolla el Reino mineral durante miles de millones de años, a la par que se va creando una atmósfera vital con la intervención de los elementos sólidos, líquidos, gaseosos y etéricos. Más adelante, intuyo que, cuando las condiciones para la vida más elemental están presentes, aparecen (o se “siembran” por Seres Portadores de Vida) las primeras formas de vida en los medios acuáticos.

En la Tierra, según la ciencia oficial, las primeras formas de vida aparecerán en forma de células procariotas llegando más tarde las células eucariotas de mayor tamaño y con más carga genética que las primeras, dando lugar a organizaciones celulares cada vez más complejas. Con la aparición del oxígeno y de los orgánulos mitocondriales (las pequeñas centrales energéticas de las células), los organismos pluricelulares comenzaron a evolucionar de manera más acelerada para dar lugar a las primeras plantas y animales marinos hace aproximadamente 500 millones de años. Y, a partir de que la atmósfera terrestre era apta para la vida en el exterior del agua, principalmente cuando la capa de ozono alcanzó el espesor suficiente, los vegetales y animales marinos pudieron abandonar la protección que les proporcionaba el medio acuático y colonizar así la tierra firme.

En aquellos remotos tiempos, la alimentación de los organismos más complejos, dependía del proceso de la fotosíntesis en el caso de las plantas o de la ingestión de éstas por parte de los animales marinos. En tierra firme, y procedente de ciertas algas marinas, aparecieron los primeros musgos y helechos que durante millones de años fueron extendiéndose y diversificándose hasta convertirse en pequeños arbustos primero y en grandes árboles decenas de millones de años después. Con toda lógica, se estima que los primeros vertebrados (anfibios y reptiles) empiezan a salir del agua coincidiendo con la formación de los primeros bosques, hará unos 380 millones de años. Hay que resaltar también la aparición de los primeros insectos, casi al mismo tiempo que las primeras plantas terrestres, pues éstos junto a las plantas serán los principales alimentos de los vertebrados de la superficie, aunque, al igual que ocurría bajo el agua, muchos animales también se alimentaban de otros animales. Con todo esto, creo haber sentado las bases necesarias para poder desarrollar a partir de ahora la evolución de la alimentación humana.

No obstante, y antes de entrar de lleno en la materia, quiero dejar claro que no por casualidad los seres humanos hemos llegado casi los últimos a éste maravilloso planeta lleno de abundantes ecosistemas y pletórico de biodiversidad. Desde mi punto de vista, para que los seres humanos apareciéramos en este lugar, primero se debieron establecer los Reinos mineral, vegetal y animal, para así poder acoger y “dar la bienvenida” al Reino al que todos los seres humanos pertenecemos: el Reino humano. No obstante, nuestro Reino no es el último ni el más importante, teniendo en cuenta que la destrucción total o parcial de alguno de los Reinos predecesores impediría la existencia del nuestro. Aparte de esto, me gusta compartir que el Reino humano es la “guinda” de la vida evolutiva planetaria, es decir, si aparecemos los últimos en la escena planetaria, es para que nos regocijemos y cuidemos de los Reinos predecesores. Por ello, el Amor y el Respeto hacia toda clase de vida deberían ser los pilares fundamentales sobre los que basar nuestras relaciones con las demás especies y, sobre todo, entre nosotros. En definitiva, nuestra evolución depende de que permitamos que los Reinos mineral, vegetal y animal prosigan con la suya propia sin nuestra interferencia destructiva. Asimismo, intuyo que la evolución conjunta de los cuatro Reinos hasta ahora mencionados, favorecen de igual manera la evolución del siguiente y, quizás, “último Reino”:  el Reino Espiritual, también conocido en Teosofía como el Reino de las Almas.

En relación a la alimentación, como fuente de energía, podemos deducir por todo lo anteriormente expuesto que, todos los seres vivos de este planeta han necesitado proveerse de distintas fuentes alimentarias según sea la especie de que se trate, así como de sus condiciones de vida, para poder subsistir. Como sabemos, el Reino vegetal se provee de energía a través del proceso de la fotosíntesis acompañado de la absorción de agua, minerales y luz solar. En el Reino animal, sin embargo, la obtención de energía se obtiene principalmente por tres vías: a través de la respiración, la exposición al sol y la ingestión de agua y alimentos. Aunque la exposición directa al sol no es fundamental en muchas especies puesto que, al comer vegetales, insectos u otros animales también se están abasteciendo, aunque indirectamente, de dicha energía solar. Ahora bien, de modo orientativo, podríamos hacer una triple división del Reino animal según su forma de alimentarse: herbívoros, carnívoros y omnívoros. Al existir tan amplia variedad de ecosistemas en la Tierra en función de las múltiples variables debidas al clima y al medioambiente (mares, ríos, lagos, montañas, desiertos, bosques, etc.), el equilibrio natural entre especies dentro de un mismo hábitat siempre ha existido con los consiguientes ajustes de la cadena trófica, en función del tipo y la cantidad de alimentos disponibles y del número de depredadores existentes…, hasta que el ser humano llegó.

Y ahora, trataré de dilucidar cuáles son los tipos de alimentación humana y hacia donde parecen evolucionar. Si consideramos que somos una especie omnívora en semejanza con otras muchas que también lo son, estaríamos en lo cierto. Comer de todo es, en cierto modo, una gran ventaja evolutiva pues permite a los omnívoros adaptarse mucho mejor a las cambiantes condiciones de vida en el planeta, sobre todo cuando hay escasez de alimentos.  En cuanto a nosotros, hay quienes consideran que por naturaleza somos más bien vegetarianos ya que nuestro aparato digestivo se parece más al de los herbívoros o frugívoros que al de los carnívoros u omnívoros. Sea como fuere, está claro que en nuestra historia como humanidad hemos aprendido a alimentarnos según los recursos y las circunstancias de cada lugar y de cada época. Incluso actualmente, hay seres humanos que no pueden elegir qué comer para sobrevivir teniendo que adaptarse a una dieta escasa y poco variada. En estos casos y en muchos lugares del mundo, comer carne diariamente suele ser una excepción, aunque singuen existiendo tribus o poblados en lugares desérticos o extremadamente fríos donde comer carne o pescado suele ser la norma, debido a la extrema escasez o a la lejanía de las plantas y los frutales.

En cuanto a los seres humanos de los países más desarrollados, que sí podemos elegir entre una infinidad de alimentos, se da la paradoja de que generalmente nos alimentamos como omnívoros comiendo de todo y mal. ¿Realmente es necesario que sigamos comiendo de todo, incluidos los animales y sus derivados? A esta pregunta responderé más tarde después de proporcionar algunos datos escalofriantes en cuanto al uso y a las consecuencias de la ganadería en el mundo, así como de la capacidad de trascendencia de los animales y de si estos tienen Alma o no. Quede dicho de antemano que las personas con capacidad de adquirir cualquier clase de alimento somos omnívoras por elección o por tradición, pero no por necesidad.

60.000 millones de animales terrestres y 150 millones de toneladas de animales marinos sacrificados al año (según la FAO – Naciones Unidas), son solo unas cifras que señalan a la punta del iceberg del colosal sufrimiento animal. Para sustentar tan terribles cifras de sacrificios en el Reino animal, más de 100.000 millones de animales terrestres son explotados, por y para nosotros, diariamente en millones de campos de concentración repartidos por todo el planeta. Y esto ocurre por muchas causas, pero sobre todas ellas, podría mencionar la invisibilidad de este sufrimiento y la ignorancia de sus consecuencias. Con esto se hace patente, hoy más que nunca, una célebre frase del siglo XIX expresada por el filósofo Arthur Schopenhauer: “El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales”.

En relación a la capacidad de trascendencia de los animales, quiero hacer mención a una información extraída de una interesante conferencia titulada “Un más allá para animales” impartida por el periodista e investigador Miguel Pedrero y publicada en Youtube por Mindalia Televisión. Según manifiesta Miguel, coautor junto a Carlos G. Fernandez del libro “Nos vemos en el Cielo”, durante años estuvieron recopilando información en primera persona de múltiples casos en los que las mascotas desencarnadas aparecían vívidamente ante sus “amos”, a veces en estados de vigilia y otras en los sueños, apareciéndose con el mejor estado que tuvieron en vida, bien para transmitirles algo o bien para que quedaran en paz y así poder continuar su camino en el más allá. A esto habría que unir, los miles de casos recopilados de experiencias cercanas a la muerte de personas que tuvieron mascotas, que al abandonar temporalmente sus cuerpos se reencontraron con ellas junto a otros seres queridos que “murieron” tiempo atrás.

Por otro lado, muchos primatólogos han llegado a la conclusión de que los primates (seguramente también otros muchos animales como delfines, ballenas, elefantes, caballos, …) tienen conciencia de la trascendencia tras la “muerte”. Quizá el caso más conocido es del de Koko, un gorila hembra que nació en 1971 en la Fundación Gorila de California y que fue entrenada desde su primer año de vida para comunicarse con el lenguaje de signos, llegando a usar en el año 2016 más de 1000 palabras y comprendiendo más de 2000. Cuando murió la mascota de Koko, un gatito al que amaba profundamente, sus cuidadores aprovecharon para preguntarle qué pensaba sobre la muerte. ¿Dónde van los gatos o los gorilas cuando mueren? Su respuesta fue “cómodo – sagrado – adiós”, es decir, van a un lugar cómodo y sagrado para siempre. Y ante la pregunta ¿cómo se sienten los gorilas una vez que mueren? Koko respondió “sueño”.

Por tanto, podríamos deducir que los animales también tienen Alma, habiéndose escrito mucho sobre ello, también por numerosos teósofos. Al respecto, Juan Pablo II, en el año 1990 hizo unas sorprendentes declaraciones que fueron portada en muchos periódicos del mundo, siendo uno de los principales titulares en la prensa italiana: “El Papa abre el Cielo a los animales”.

Pues bien, comernos a tales criaturas hermanas o explotarlas para el aprovechamiento humano, no hacen más que perturbar y retrasar nuestra propia evolución además de la de ellos y de los demás Reinos. Tal y como dijo Charles Webster Leadbeater en su escrito Vegetarianismo y ocultismo, “El nutrir el cuerpo con carne hace de él un pésimo instrumento, y de este modo se colocan obstáculos en el camino del alma, puesto que se intensifican todos los elementos groseros y todas las pasiones bastardas pertenecientes a los planos inferiores.”

Por todo lo anterior, ahora estoy en condiciones de poder afirmar que conforme avance nuestra evolución como especie, también evolucionará nuestra forma de alimentarnos, de manera que tomar alimentos se convierta cada vez más en un acto de amor, gratitud y consciencia, en lugar de un mero acto de subsistencia.

Enumero a continuación las 6 etapas que, a mi modo de ver, constituyen la evolución de la alimentación humana:

ETAPA 1: Alimentación omnívora, donde las carnes, pescados, huevos y lácteos forman parte fundamental de la dieta. Y en ciertas culturas también los insectos.

ETAPA 2: Alimentación ovo-lacto-vegetariana, donde ya no se concibe comer carnes y/o pescados, pero no así sus derivados. Aquí el peso del alimento vegetal es mucho mayor que en la dieta omnívora.

ETAPA 3: Alimentación vegana. Aquí desaparece de la dieta todos los alimentos de origen animal, siendo por tanto estrictamente vegetariana. Además, el veganismo implica también dejar de consumir productos no alimenticios (ropa, calzado, testados con animales, …) o actividades de ocio (circos, zoos, acuarios, toreo, carreras de animales, …) que supongan la explotación animal. Y dentro de esta dieta podemos encontrar a los crudiveganos, quienes no cocinan sus alimentos consumiéndolo todo crudo o, como mucho, desecados después de largas horas expuestos directamente al sol o bien a través de un deshidratador eléctrico que nunca sobrepasará los 42º centígrados.

ETAPA 4: Alimentación frugívora. Ésta es un tipo de alimentación vegana extrema donde tampoco se consumen plantas, incluyendo esta dieta únicamente frutas frescas, frutos secos y semillas. Las personas que siguen esta dieta comen solo alimentos vegetales que son cosechados sin matar a ningún tipo de planta.

ETAPA 5: Alimentación solar. Aquí no se ingiere ningún tipo de alimentos. Solo agua y luz solar. El yogui indio Hira Ratam Manek es uno de los mayores exponentes y divulgadores de esta técnica alimenticia a la que él llama Sun Gazing.

ETAPA 6: Alimentación pránica, donde algunas personas han demostrado y siguen demostrando que son capaces de vivir sin necesidad de tomar agua e, inclusive, ni siquiera Sol durante algún tiempo. La clave está, en mi modesta opinión, en la preparación de ese Alma para que sus vehículos inferiores no precisen de aportes externos para mantener sus ciclos vitales. Tal y como dice el argentino Victor Truviano, la humedad que capta por los poros de su piel cuando se baña o ducha, así como la que capta a través de la respiración son más que suficientes para mantenerse hidratado. El caso más conocido es el del experimento al que se sometió al hindú Prahlad Jani en el año 2003 en un moderno centro médico de la India durante 9 días, donde un equipo de científicos que lo vigilaba durante las 24 horas de cada día certificó que este señor aparte de no comer ni beber, tampoco excreta ni orina. Y, por lo visto, así lleva más de 70 años.

En las próximas décadas, seremos testigos de una mayor consciencia alimentaria en el planeta, donde el número de veganos y frugívoros aumentará considerablemente, disminuyendo por tal motivo y de manera simultánea el sacrificio y la explotación animal. Esto permitirá ir dejando atrás la primera y segunda etapa de la alimentación humana, para dar paso a una alimentación totalmente respetuosa con los Reinos mineral, vegetal y animal. A partir de entonces, todos los Reinos (incluidos el humano y el de las Almas) avanzarán en su evolución con mayor celeridad.

“La verdadera y definitiva paz en el mundo solo llegará cuando logremos alcanzar una verdadera y definitiva paz con los animales. Entonces las guerras y conflictos entre hermanos humanos habrán finalizado; y la fraternidad universal entre humanos y animales por fin habrá comenzado.”

El libro de Urantia

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