La eutanasia electoral
Fuente: http://www.cuartopoder.es/ Facebook Marea Granate

El ejercicio de los derechos constitucionales forma parte de mi sensibilidad como ciudadano. Tal vez por esa razón escribo. En este análisis me siento particularmente afectado porque también he sido emigrante durante décadas. La cuestión migratoria se deriva del castigo a que someten a los ciudadanos la impericia o perversión de los gobernantes. En este caso, además, en lo atinente a ejercer el voto, la cuestión adquiere mayor relieve por la “restricción programada” que, tanto el PP como el PSOE, diseñaron para coartar esos derechos democráticos.

Desde enero de 2011, la ciudadanía española residente en el exterior, está obligada a «rogar» su voto. La reforma de algunos artículos de la legislación electoral española, que resultó de un pacto entre el PP y el PSOE, con apoyo externo de la extinguida CiU, abrió la puerta a una práctica que, desde las elecciones autonómicas de España de 2011, demostró tener unos efectos devastadores en la participación electoral de los expatriados españoles: la abstención inducida, según los críticos con esta normativa, creció en todas las consultas por encima del 90% del censo. Eso es una forma de «eutanasia electoral».

Se debe saber que la queja más frecuente de este colectivo de residentes en el exterior, la llamada “Marea granate”, es que la documentación que tienen que solicitar para poder ejercer su derecho tiene demoras injustificadas. Esta situación provoca que, después de recibidas, no pueden votar a tiempo de que sus sufragios sean contabilizados. Una perversión, además del coste al que obligan a pagar a nuestros emigrados. Dinero que, por otra parte, no ha sido resarcido en tiempo y forma.

Debe saberse que la Oficina del Censo Electoral ha aceptado ya 155.165 peticiones de españoles residentes en el exterior para las próximas elecciones del 26 de junio. Esta es una cifra que supera el total de las validadas en la pasada cita electoral del 20 de diciembre. Entonces se aceptaron 151.061 peticiones. Esta cantidad provisional implica una mayor afluencia de votos desde el exterior. Así, obsérvese el siguiente nombre, un oximorón, porque ya de entrada los coloca “fuera del sistema”: se denomina el “Censo de Residentes Ausentes”, CERA. Este, creció ahora un 2,3%. Llegó a 1,92 millones de personas con capacidad de votar. Pero, en esta cifra hay trampa a la hora de ejercerlo. Es un derecho sobre el que se ejerce una verdadera “eutanasia electoral”. Se han creado barreras administrativas para que esos votos no sean consumados.

Si bien las solicitudes recibidas pueden indican un ligero aumento de participación de los residentes en el exterior, al ser las 155.165 peticiones recibidas hasta ahora un 8,06% del actual CERA, frente al 8,03% de las pasadas elecciones del 20D, lo cierto es que en diciembre la participación real fue mucho menor. A las Juntas Provinciales llegaron solamente 88.879 votos, es decir, un 4,73% del CERA vigente entonces.

Los problemas principales de esta práctica están ligados, no solo al «ruego» en sí, que representa una connotación servil, sino a la serie de trámites para poder votar, a un acortamiento irracional de los tiempos. Este último aspecto afecta, en especial, a los españoles que residen fuera de la Unión Europea. La proporción llega al entorno de dos de cada tres.

A todo ello, desde su implantación, debe añadirse la práctica inexistencia de una publicidad institucional, didáctica y eficiente, que explicase correctamente a esos ores cómo deben proceder. Además, existe un agravio comparativo derivado de que esta situación, no la padecen los españoles residentes en el territorio nacional.

Tomen en consideración estos datos. En las elecciones generales de noviembre del 2011 participó un 4,95% del CERA, mientras que la participación de los expatriados en las elecciones generales del 2008, antes de la ley votó un 31,74% de los censados. Luego de la aplicación de este “voto rogado”, en las elecciones autonómicas andaluzas de marzo de 2015 hubo sólo un 3,5% de participación entre los emigrantes de esa Comunidad Autónoma. De un total de 210.150 censados en el extranjero, tan solo votaron 7.386.

En las elecciones europeas del 2014, sólo participó un 1,84% de los casi dos millones de censados en el extranjero.

¿Recorte planificado de libertad en el ejercicio efectivo de la democracia? En esta cita cada voto cuenta. De ellos puede depender que la balanza se decante hacia un lado o hacia otro.

Recordando la nostalgia que acompañó a mis padres en la emigración, debo traer una cita de Jorge Luis Borges: “Los lugares se llevan, los lugares están en uno.”

Me parece miserable humillar aún más a nuestros compatriotas en el exterior. ¿No creen?

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