La Edad de las herejías

En Edad Media muchos disidentes de la fe oficial acabaron ardiendo en las hogueras. Esa disidencia estuvo encarnada, principalmente, por dos grupos de herejes convertidos en leyenda. Aún hoy nos siguen fascinando, aún hoy un halo de misterios rodea a los Templarios y a los Cátaros.  Los primeros fueron acusados de herejes injustamente, los segundos lo fueron con orgullo y jamás se retractaron de su herejía.  Tanto los Templarios como los Cátaros fueron perseguidos por la Iglesia y aniquilados durante la Edad Media, si bien su huella cultural y su leyenda seguirá viva para siempre. Castillos, fortalezas, Templos, Monumentos, Símbolos tanto de Cátaros como Templarios nos observan desde hace siglos. Su presencia en  infinidad de novelas, películas e incluso videojuegos nos indica que las leyendas nunca mueren, pese a que las hogueras del pasado erigidas por el Poder intentaran reducirlos a cenizas.

Cronología (siglos XI-XIV).Tanto Cátaros como Templarios tienen su origen durante los siglos centrales de la Edad Media. Los Cátaros ya existían en la Champaña francesa 100 años antes de que se constituyera el primer grupúsculo de caballeros templarios en Jerusalén en el año1119. Se dice que algunos Templarios participaron en la cruzada llevada a cabo contra los cátaros si bien fueron acusados de simpatizar con ellos. Setenta años más tarde del final del Catarismo, moría en una hoguera de París el último Gran Maestre de la Orden del Temple.

Origen

Templarios: La Orden de los Caballeros Templarios aparece en Jerusalén después del éxito de la Primera Cruzada, predicada por el Papa Urbano II en el año 1095 y como respuesta a la conquista de Jerusalén por los turcos selyúcidas y las peticiones de ayuda del emperador bizantino.

Los cristianos recuperaron Jerusalén y allí, en el efímero reino cristiano de la Ciudad Santa, se afincó un grupo de caballeros franceses que habían participado en dicha Cruzada.

Este grupo de valientes y fervientes  caballeros cristianos, encabezados por la figura de Hugo de Paynes, tenía la misión de ofrecer protección a los peregrinos que llegaban a Tierra Santa. Los nueve caballeros se instalaron  a vivir en el lugar construido sobre las ruinas del Templo de Salomón, de ahí su nombre de Caballeros del Templo.  Al volver a Europa y auspiciados por la figura de Bernardo de Claraval, el Papa reconoció oficialmente la Orden Militar de los Templarios.  Se convirtieron en los primeros monjes guerreros que serían durante las ocho cruzadas el brazo armado de Dios o más bien de las locas empresas militares de e la Iglesia: las cruzadas. Su misión principal era acabar con el mal en la Tierra representadlos en la figura de los  infieles. Los templarios servían al Papa y dependían directamente de él, lo que les eximía de pagar impuestos, entre otros privilegios. Los Templarios llegaron a amasar una fortuna astronómica en Europa, tanto es así que llegaron incluso a convertirse en prestamistas de los mismísimos Reyes europeos. Llegaron a tener flota propia y se dice que fueron los primeros banqueros en usar un sistema de créditos de pingües beneficios.  Po si no fuera poco con el tesoro financiero, además recibieron cuantiosas donaciones de la Nobleza en forma de Rentas, castillos, fortalezas. Algunos reyes como Alfonso I el Batallador de Aragón cedieron todas sus posesiones al fallecer a la orden. Los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón, nombre primigenio con que vieron la luz en este mundo, con el tiempo  se convirtieron en una orden religiosa- militar que además de matar al infiel y rezar, más bien poco, amasó una inmensa riqueza que no tardaría en despertar  la insaciable ambición del Rey de Francia.

Los Cátaros por su lado, también llamados buenos hombres, eran pobres y no servían al Papa, ni siquiera lo reconocían es más, desafiaban su autoridad. El catarismo es una secta religiosa nacida en la zona de Albi en el Mediodía francés. La fe que predica está basa en las creencias gnósticas maniqueas llegadas desde Oriente a través del comercio y las cruzadas e iniciada según ellos por maría Magdalena y su evangelio apócrifo. Los cátaros creían en el dualismo filosófico con origen en Persia que dividía el mundo en lo material y lo espiritual, en la luz y la oscuridad. Reconocen dos divinidades: Dios, el creador del mundo espiritual y Satán el creador del mundo material  y sus criaturas. No aceptaban al Papa, ni los sacramentos, ni los iconos, ni mucho menos las riquezas eclesiásticas. De hecho los diezmos  (impuestos que cobraba el clero), entre otros abusos o escándalos  como la compra de cargos eclesiásticos, hizo que durante esta época surgieran  algunas herejías como la de los Cátaros.

La Edad de las herejíasSe denominaban a ellos mismos Hombres buenos (Bons Homes) o Buenas Mujeres porque ellos mismos practicaban la humildad y la servidumbre, y vivían en comunidades de vida religiosa al margen de la Iglesia, aunque tenían sus propios obispos o líd res de la comunidad cátara, llamados los perfectos (parfaits). Una vez recibían una especie de bautismo pero sin agua, el Consolamentum, los perfectos debían ser vegetarianos, célibes y dedicar su vida a predicar las doctrinas cátaras.

Eran coherentes con el mensaje de Jesús, vivían en la más estricta pobreza, humildad y vida austera. Los cátaros creían en un ciclo de reencarnaciones que no cesaba hasta convertirse en almas puras capaces de dejar el mundo material. Eso sólo se lograba llevando una vida ascética sin posesiones. Negaban el bautismo, el matrimonio con fines de procreación, ya que consideraban un error traer un alma pura al mundo material, y defendían el suicidio, la Endura, como una forma de suicidio ritual para dejar el mundo material y unificarse con Dios. Practicaban una vida de estricto ascetismo, castidad y vegetarianismo. Incluso llegaron a afirmar que Jesús no se encarnó si no que era una aparición de Dios, rechazaban las enseñanzas de la Iglesia como inmorales, la mayoría de los libros de la Biblia escritos por Satán y al clero lo criticaban por su lascivia, avaricia e hipocresía. Las creencias de los cátaros eran un ataque a la línea de flotación de la Fe oficial, por todo no es de extrañar que los cátaros fueron condenados por herejes. Los católicos romanos todavía se refieren a la creencia cátara como la Gran herejía.

Esta religión floreció en la zona conocida como Languedoc, ampliamente bordeada por el mar Mediterráneo, Los Pirineos y los ríos Garona y Ródano. Desde el principio el catarismo fue apoyado o al menos tolerado por la nobleza local, seguramente por el descontento que despertaba La Iglesia Romana con sus escándalos, su ambición y su hipocresía. Una serie de de príncipes y señores feudales, los condes de Toulousse, de Foix, los vizcondes de Trencavel favorecieron la acogida y la implantación de la herejía. Los señores y las damas asistían a sus ceremonias, escuchaban sus predicaciones, hasta el punto que algunas nobles como Esclarmonda (la dama Blanca) y Felipa de Folix, esposa y hermana del Conde Raymond Roger de Foix se retiraron a las casas religiosas donde vivían los parfaits para asegurar su salvación.

Cruzadas e Inquisición

Cátaros: La Iglesia envió a Occitania misioneros para enderezar las almas descarriadas de los cátaros, pero la predicación fue infructuosa y pronto tuvieron que pasar a tomar medidas más contundentes. Primero monjes cistercienses entre los que iban dos castellanos, Diego de Osma y Domingo de Guzmán, fueron enviados por el Papa Inocencio III para predicar en esa tierra de herejes. Se celebraron debates con los prelados de la jerarquía cátara para tratar de convencerlos del error pecaminoso en el que creían.

En marzo del 1208 el asesinato de un miembro de la comitiva de misioneros cistercienses en manos de un jinete misterioso provocó el llamamiento de la cruzada. Una cruzada de asedios y hogueras que pondrá fin a la libertad cátara y una vez concluida en el 1231 diera origen a más de un siglo de represión de mano de la Inquisición.

A partir de 1208 se libró una cruzada o guerra del terror contra la población natural de Languedoc y sus gobernantes: Raymond VI de Toulousse, Raymond VII de Toulosse, Raymond Roger de Foix entre otros. Durante este período se estima que medio millón de hombres y mujeres y niños fueron masacrados, católicos y cátaros. Los cruzados masacraron  a los lugareños indiscriminadamente. Se inició una guerra cruel y singular: aldeas quemadas, puentes destruidos, ganado envenenado.  Los Condes de Toulousse  y sus allegados fueron desposeídos, humillados, y sus tierras anexionadas a Francia.

Ciudades como Lyon, Montpellier, Carcassone fueron asediadas, incendiadas y víctimas de pillaje por los cruzados. La población era pasada a cuchillo y colgada en las almenas. La matanza de Béziers sembró tal pánico en Occitania que la ciudad de Narbona se rindió al ver acercarse a los cuzados. Toulousse fue la última en caer. El monarca Pedro II de Aragón mandó su ejército de 1000 caballeros y 50.000 soldados a pie para hacer frente a los cruzados y apoyar al Conde Raymond, marido de su hija Sancha.  Sin embargo el rey Pedro de Aragón murió en la batalla de Muret que fue una derrota que truncó las esperanzas militares cátaras. El conde de Toulousse se rindió y con la firma del tratado de Meaux-París se puso fin a la Cruzada pero no a la Represión. Entra en escena entonces la Inquisición con sus delaciones, torturas y hogueras que se extiende por el Midi- francés como una mancha de aceite. Los líderes cátaros se retiran a protegerse a los castillos de Monsegur o Quéribus.

Templarios: Estos personajes heroicos fueron el brazo armado de la Iglesia desde que el Papa convirtiera a un grupo de fervientes y creyentes caballeros de la nobleza segundona en una Orden Militar, en el Concilio de Troyes por el año 1129. La Orden Militar estaba formada básicamente por  soldados que hacían voto de castidad, pobreza y obediencia y  que vivían con la disciplina de una Orden religiosa al uso de los cistercienses. Se les perdonaba la mayoría de los rezos obligatorios de otras órdenes  con el fin de  que invirtieran la mayor parte del tiempo a luchar y ensartar infieles con la espada. Participaron en las ocho cruzadas convocadas por el papa de turno para recuperar el conjunto de  lugares que formaban la Tierra Santa. Los Templarios eran veloces jinetes, soldados excelsos ataviados con túnicas de color blanco, color que representaba su pureza, y una  gran Cruz ancorada Roja estampada a la altura del pecho.

Se convirtieron en héroes de la cristiandad por sus proezas militares y por proteger a los peregrinos con su propia vida. Participaron en las ocho cruzadas y, junto a reyes de la talla de Ricardo Corazón de León, colaboraron en victorias legendarias para la causa cristina como la toma de Jerusalén, Chipre, Acre o Constantinopla.  A medida que avanzaban las cruzadas la balanza se iba decantando hacia el bando de Islam. Los Templarios iban a ser cada vez menos necesarios para la Iglesia y la Nobleza. Poco a poco se fue abandonando la causa cruzada al compás que marcaban las derrotas cristianas.

A parte de convertirse en valientes héroes, los caballeros de la Orden del temple habían amasado una fortuna financiera de incalculable valor  gracias al sistema de créditos que ellos inventaron y  a las rentas y posesiones que heredaban de los nobles. Apoyar y ayudar a la causa templaria era asegurarse la salvación. Pronto las riquezas templarias despertarían el apetito voraz del rey de Francia, Felipe IV, un rey tan caprichoso como hermoso de largos tirabuzones dorados.  El monarca que ya había esquilmado a banqueros y judíos, puso el ojo en los Templarios como solución a los endeudamientos que, entre otros asuntos, le había causado la campaña militar contra Inglaterra en Aquitania.

Sin embargo para desplumarlos necesitaba tener al Papa como aliado, necesitaba poner al mando de la Iglesia un títere para adueñarse del oro y las propiedades templarias.  Contaba con una ventaja y es que, a raíz de la cruzada contra los cátaros, la Iglesia había cedido el control a la Monarquía francesa de la Inquisición en casos de herejía.

Primero acusó al Papa anterior de sodomía y de asesinar a su antecesor, lo que causó la muerte del pontífice. El rey maquinó entonces para que saliera elegido Clemente V. En segundo lugar empezaron las falsas acusaciones de herejía. Los héroes de la cristiandad fueron encausados por sodomía, aproximación a la herejía cátara y al Islam, ritos de iniciación blasfemos como escupir en la cruz, adoración a falsos ídolos, entre otras lindezas. Estos infundios fueron vertidos por un ex miembro expulsado de la Orden. Un viernes 13 del año 1307 se arrestaron más de 2.000 templarios desarmados, de ahí la relación aún vigente en nuestros días de la mala suerte de los Viernes 13.

Los arrestos dieron paso a los interrogatorios no exentos de torturas con el fin de obtener falsas confesiones. El Pontífice Clemente V al ser informado de los arrestos, en lugar de excomulgar el Rey Felipe de Francia, pidió a los príncipes y reyes europeos que perpetraran los arrestos y se hicieran con sus propiedades y tierras. Con esta orden el pontífice quería dar entender que la decisión de los arrestos procedía del papado. La investigación papal se extendió por Europa, sin embargo en países como  Portugal, Castilla, Aragón, Alemania y Chipre, los templarios finalmente fueron declarados inocentes.

La mayoría de los templarios en Francia fueron arrestados, torturados y quemados en la hoguera. La razón por la que el brazo armado de Dios no opusiera resistencia a tales abusos es que la mayor parte de los templarios eran hombres de avanzada edad. Los más jóvenes estaban en el campo de batalla en las expediciones de Oriente, más concretamente en Chipre.

En Francia las comisiones diocesanas que dirigían los juicios contra los templarios eran dirigidas por obispos afines a la causa del Rey, por lo que dieron por válidas las confesiones previas emitidas bajo tortura.  Los templarios que intentaron defender la orden, que se desdijeron o retractaron de las primeras confesiones (relapsos)  fueron condenados a muerte en la hoguera. Los que se declararon culpables  arrepentidos pudieron salvar la vida aunque pasaron en prisión el resto de sus días.

El injusto proceso contra los templarios por Herejía se dirimió en un Concilio celebrado el año1311 en Vienne (Francia), donde  Clemente V disolvió la Orden para siempre. Con  la bula Vox In Excelso, leída el 3 de abril de 1312, se dio por suprimida de manera oficial  la Orden de los Templarios.  El Papa dictó otra bula para que los “arrepentidos y reconciliados” fueran confinados en monasterios y condenados a cadena perpetua. A los máximos dirigentes les esperaba un juicio más severo.

Final en la Hoguera:

Cátaros: En algunos lugares como el castillo de Monsegur, construido en una peña escarpada y rocosa al sureste de la ciudad de Carcassone, la Inquisición no se atrevía a entrar. Se inició un asedio al castillo que duró nueve meses y durante los cuales un total de 500 familias y cerca de 200 perfectos hicieron frente a un ejército de 20.00 sitiadores. Al caer Monsegur los supervivientes impenitentes fueron encadenados y quemados vivos en la gran hoguera. Los pocos cátaros que quedaron con vida escaparon para refugiarse en cuevas de los Pirineos, Lombardía y Norte de España. A día de hoy en el Camp de Quemats, donde fueron los cátaros arrojados  a la hoguera, se alza en monumento conmemorativo que reza: “A los cátaros, a los mártires del puro amor cristiano”.

La caída del castillo Quéribus en 1255 marca oficialmente el final de la cruzada contra los puros o buenos hombres y buenas mujeres.

La Edad de las herejíasTemplarios: En el juicio especial celebrado con  los máximos dirigentes del temple: El Gran Maestre Jacques de Molay junto con el Maestre de Normandía, Hugo de Peraud y el Maestre de Aquitania fueron condenados a cadena perpetua. Mientras se leían en voz alta los crímenes y herejías que se les imputaba, Jacques de Molay se dirigió a voz en grito al pueblo de París para exclamar que sólo se consideraban culpables por  haber traicionado al Temple al no defenderlo de la infamia. Aquel mismo día, un 18 de marzo de 1314, se alzó una pira en la Islote de los Judíos bañada por el río Sena. Allí fueron conducidos los cuatro dirigentes de la ya extinta Orden del Temple. El gran Maestre De Molay profirió desde la hoguera una profecía dirigida a sus verdugos:

“Pagarás por la sangre de los inocentes, Felipe, rey blasfemo!  Y tú Clemente traidor a tu iglesia! Dios vengará nuestra muerte, y ambos estaréis muertos antes de un año”

La Edad de las herejíasLa profecía se cumplió antes de que acabara el año. El primero en morir fue el Papa Clemente y más tarde el Rey de Francia fallecía por una parálisis cerebral, al chocar por una rama mientras cabalgaba.

EPILOGO:

Unos pasaron de ser los flamantes héroes de la cristiandad a convertirse en falsos herejes por culpa de la ambición de un Rey y los intereses de la Iglesia Romana. Otros se ganaron el título de herejes por derecho y bajo ningún concepto, ni tan siquiera salvaguardar sus propias vidas, renunciaron a sus escandalosas y heréticas creencias. Tanto Templarios como Cátaros llegaron a ser figuras incómodas para el Poder por diferentes motivos. Ambos actuaron guiados siempre por el fuego de su inquebrantable fe. Asimismo ambos grupos fueron devorados por las llamas de las hogueras encendidas  por las manos mezquinas y ambiciosas del Poder religioso y secular de la época.

Con todo lo relatado hasta aquí queda demostrado que las leyendas son imperecederas, y que pese a las hogueras de sus verdugos, resurgen más allá de sus propias cenizas y viven en el recuerdo para toda la eternidad.

Hablando de leyendas tanto Templarios como Cátaros están relacionados con reliquias como el Santo Grial o el Arca de la Alianza, ahí es nada. Pero todo esto, sin duda, es otra historia, que aunque extraoficial, reservamos para otra ocasión.

Vidas secuestradas, años robados

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