La decepción de los votos propios y el fracaso
Fuente imagen: https://www.elespanol.com E. E.

Explorar el concepto decepción nos adentra en el conocimiento de las últimas respuestas electorales. Cuando hablamos de decepción podemos referirnos al sentimiento que afecta de manera directa o indirecta a una persona, en relación a las expectativas que se habían despertado en ella. En alguna medida es la frustración resultante. Aquella frustración a los comportamientos políticos del bipartidismo desembocó en la indignación, más o menos espontánea, del 15M.

Desde la disrupción que provocó Podemos en las Europeas de 2014, el quiebre del bipartidismo en España parece no obrar como una propuesta de reflexión a las diversas dirigencias que se han presentado en este escenario. No llegan a entender que, en principio, con los votos de los fieles, los llamados votos propios, no resulta suficiente para afrontar una cuota de influencia adecuada para formar gobierno. Parecen no entender que sus comportamientos desconcertantes pueden producir decepción en los votos propios. Ello es lo que le acaba de ocurrir a Susana Díaz en Andalucía.

Por su parte, la aparición de Ciudadanos le abrió, supuestamente, el voto del centro a Rivera. Aunque con los años quedase demostrado que la derecha es su mercado natural. Por el contrario, el surgimiento de Vox permite suponer que esa derecha de toda la vida, más precisamente el Bunker más franquista, quiere convertirse en una de las dos Españas. Su impulso y financiación se hizo necesaria para contentar motivar a los radicales. “A por ellos”

Los votos propios ya no llegan para ninguno. Aunque con niveles altos de abstención baste para que Vox alcance 12 escaños en Andalucía. Con una abstención del 41,35%, el PSOE apenas sumó 16,03%, el PP 11,90%, Cs 10,48%, el Anticapitalismo más IU y Podemos un desastroso 9,28% y VOX 6,30%. De votos nulos el 1,29%. Es decir que gobernarán con menos del 29% de los votos. Se apropian de una suma electoral cuyo 71% no los ha votado. Con ese modelo quieren gobernar España. El “voto propio” se quedó en casa. La acción del actual gobierno con sus promesas e incumplimientos no tiene responsabilidad en ese sentimiento de frustración.

Aún así, si los románticos perdedores de siempre se solazan con proclamar su integridad en lugar de ir a votar, entonces es que no han entendido nada. Hablemos de Cataluña, Venezuela o Irán. También levantemos las negras amenazas del comunismo. El Telecinco de Ana Rosa, Ferreras, la Griso y todos los periódicos de sospechosa financiación, seguirán siendo boca de manipulaciones y fake news. Si la jubilada de la esquina de su casa le cree al cura que, desde el púlpito, sigue alentando el miedo a que los “rojos” le quiten sus casas, tierras y pequeños bienes, es lógico. En tanto, las inmatriculaciones no se resuelven. Aunque con el número de magistrados que están comprometidos con organizaciones como el Opus Dei, poca esperanza tengo.

Con los votos propios no basta. Hacen falta los que aportarían las personas que, decepcionadas con la inacción del gobierno, no se mueven de sus casas. Allí entran a jugar los artilugios del parlamentarismo que bloquea toda acción que procure reparar el despojo cometido. La mesa del congreso, gracias al PSOE de la Gestora y Susana Díaz, le regaló a la minoría de la cámara su control. Aún recuerdo la mentira de que “los números no daban” para formar un gobierno del cambio. Pero Susana Díaz no quiso. Por tanto, la iniciativa legislativa del Gobierno de Pedro Sánchez tiene un camino complicado. Por un lado, PP y Ciudadanos convalidan algunos de los decretos leyes presentados por el Ejecutivo. Así,  Ciudadanos apoyó 11 de 16 y el PP, 9. Pero en la tramitación de las leyes ordinarias la posición es otra: los dos partidos plantean prórrogas encadenadas que impiden que las reformas que se tramitan puedan avanzar. Ha sucedido en total con 37 leyes, algunas de las más emblemáticas del Gobierno, como la eutanasia, la memoria histórica, la ley de estabilidad presupuestaria, la ley mordaza o la despenalización de los piquetes de huelga.

Cuando pienses en ser abstencionista, reflexiona:

“En la vida hay algo peor que el fracaso: el no haber intentado nada.”

 Franklin Delano Roosevelt

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