La cuestión “Venezuela” en la política Española
Fuente: http://www.vivelohoy.com/ REUTERS/Carlos Garcia Rawlins

Independientemente de los dimes y diretes, algunas acusaciones largadas al éter, lo cierto, es que hasta la reciente visita de un espacio político a Venezuela, más para introducir la situación de este país, en las elecciones españolas, no se había oficializado esta especie de efecto espejo, reflejo o injerencismo en los asuntos de uno y otro país, como si el pasado de uno, fuese una suerte del futuro de otro, por parte sobre todo de quiénes han tenido al menos algún grado de compatibilidad al menos semántica o conceptual. Claro que la cuestión precedente, de la que nos encargaremos aquí, es sustancial como para comprender el famoso proceso “Chavista”, nadie, que no haya compartido ciertas acciones en algún momento de las llevadas a cabo por el Comandante, no podría hoy, emitir una mirada crítica, acerca de que es lo que ha sucedido para que los venezolanos estén como están. El presente es nuestro aporte, sobre todo desde un lugar latinoamericanista del mundo, más allá de que se pueda o no compartir con lo que se expresa, se cree que no quedan lugar a dudas, que nada de lo que pueda ocurrir en España, ganaré quién ganase, se podría asemejar al proceso Venezolano, con sus luces y sombras.

El Chavismo debió abrevar en el Peronismo y no ser una subsidiaria conceptual del Socialismo.

Las disquisiciones contra-fácticas, siempre surgen desde una intención sentimental, o deseo emotivo, de que algo, en lo que uno, en un a priori, depositaba ciertas expectativas, por intermedio de esa vinculación cara a los sentimientos, vio en el desarrollo de ese origen, que derrapó o devino en otra cosa que finalmente no sació esas ilusiones al inicio despertadas. Que hubiera pasado sí, es el típico encabezamiento de esas profecías literarias, que surgen a partir de esa desazón, y que, inacabadamente, plantean situaciones hipotéticas imposibles de determinar en caso de que algo hubiese variado en el devenimiento de eso que no terminó como uno lo esperaba (de lo contrario no se plantearía algo distinto a lo que finalmente fue u ocurrió).  Desde este lugar se conciben estas líneas en referencia a lo señalado como título del artículo.

La política latinoamericana, se vio irrumpida por la aparición de Hugo Chávez, quién además de un carisma de excepción y una verba mágica y atrapante, puso arriba de la mesa, hasta entonces vacía de conceptos políticos-filosóficos, una serie de reconstrucciones, entre históricas y antropológicas, del latinoamericanismo, como colectivo y su desdoblamiento como posible sujeto histórico de las circunstancialidades democráticas contemporáneas. Probablemente, por no decir seguramente, embebido en todo tipo de manifestaciones, promovidas por artistas e intelectuales que añorando la revolución inconclusa, y como víctimas de la Operación Cóndor, llevada a cabo décadas atrás, en la Latinoamérica de las venas abiertas (referencia clara a Galeano y su obra simbólica) , mixturo, en una suerte de sincretismo posmoderno, lo teorético de las corrientes neo marxistas y el rescate revisionista, por no decir deconstrucción de los procesos independentistas ante el dominio hispánico de siglos atrás.

Bajo la figura excluyente de Simón Bolívar, a la que se debería agregar San Martín, ambos como paladines de la América independiente (recordemos que Latino América, es una acepción francesa, otro registro del eurocentrismo que desde los propios colonizados se naturaliza), el proceso Chavista, que se reconocía como socialista, se fundó nominalmente, como Revolución Bolivariana.

En ese olimpo Venozolano, el Comandante Chávez estableció un ejercicio bifronte del manejo conceptual del poder, teniendo al símbolo, muerto hace siglos, le cambió con autoridad el color de piel, y sólo con su cadencia discursiva, su proverbial manejo escénico e inaudito manejo mediático, demostrando un colosal conocimiento de los hilos más sensibles de su pueblo, se presentó como el mismísimo candanga, demonio empoderado por los más necesitados, contra ese viejo enemigo de los setentistas, y por sobre todo de los eurocentristas, el águila imperial del norte, quedando cada vez con menos margen, como para nutrirse de valores o valoraciones más auténticas de ese latinoamericanismo que se decía no solo representar sino también refundar.

Chávez nunca encontró el hilo de Ariadna para salir del laberinto, probablemente haya fallecido pensando que tal salida nunca existió, o quizá cuando haya dado cuenta ya se estuviera muriendo. Lo cierto es que el propio Bolívar, fue desconsiderado por Marx (Canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es un verdadero Soulouque… «La fuerza creadora de los mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar. Carta de Marx a Engels de fecha 14-2-1858).

Tanto Bolívar, como San Martín y el resto de los Independentistas Americanos, eran o hijos de Europeos que se formaban educativamente del otro lado del Atlántico, o pretendían serlo, es decir, en aquel contexto, nunca existió, para lo que ahora se llama “Patriotas” un concepto de patria que estuviera desligado de como se pensaba una Nación o una administración política en Europa. Los líderes revolucionarios de la América emancipada, lo eran tan solo del lazo formal en el ejercicio del poder, no tuvieron chance alguna, siquiera de poder generar una búsqueda de cuestiones que hoy, siglos después, podríamos llamar más auténticas o decoloniales.

La América postcolonial, nació determinadamente eurocéntrica y eso jamás podría reprochársele a los hombres, que más luego se consideran como héroes de la independencia.

Pero Chávez sí, lo tuvo que haber advertido, tuvo que haber tomado conocimiento de procesos políticos que tuvieran más que ver con la región que él decía representar y refundar. Pero no, quedó encerrado en el laberinto de rehacer la historia de los detalles, y de mixturarla con mayores dosis eurocéntricas, importó ese viejo producto del socialismo (remozado de aquel otro producto que insubordino a líderes también dominados por el eurocentrismo, que confundían en sus revoluciones a proletarios con campesinos) y tiñó de rojo a la caribeña Venezuela.

Al peronismo lo leyó, casi con envidia política, pues de haberlo analizado con honestidad intelectual, al menos lo tendría que haber citado más continuamente de lo que lo hizo, por no hablar del error conceptual de no haberse puesto bajo el gigante paraguas o significante extenso que aún representa para todos los que se precien de líderes latinoamericanos.

“Dado que Platón deformó en cierto sentido la filosofía con propósitos políticos, esta continuó aportando criterios y reglas, patrones y medidas con los cuales la mente humana pudiese intentar al menos comprender lo que estaba ocurriendo en el terreno de los asuntos humanos. Es esta utilidad para la comprensión lo que se agotó con la llegada de la era moderna…Y, Marx, el último filósofo político de occidente y el último que se mantiene en la tradición iniciada por Platón, intentó finalmente ponerla cabeza abajo junto con sus categorías fundamentales y jerarquía de valores…Y ello significa que el problema de la filosofía y la política, o de la necesidad de una nueva filosofía política de la cual pudiese surgir una nueva ciencia política, se halla una vez más a la orden del día. (Arendt, H. La promesa de la política. Paidós. 2015. Buenos Aires.pp74-75).

La cita a una de las mentes más brillantes del siglo pasado, no obedece a un arbitrio intelectual, reconocemos en la autora, el doble mérito de haber sido arrojada a la existencia en cuerpo femenino, cuando las cuestiones de género, eran una ilusión óptica, probablemente víctima también de ese machismo forjador de Occidente, Arendt, sin embargo emergió, en su claridad meridiana para detectar el intersticio problemático y aporético entre filosofía y política y entre el pensar y el hacer.

Aquí es donde creemos, sin ánimo de forzar la lectura, que bien pudiera corresponderle tal manejo de ese margen, de ese ámbito de la filosofía política, el pensar y el hacer correspondidos, en Latinoamérica al General Perón y su gesta política. Entre tantos derechos conquistados mediante su existencia, el pueblo femenino, con su líder icónica, Eva Duarte, no sólo que pudo votar, sino que desde tal momento, seguramente inició el proceso, que recién vemos florecer por la plena igualdad en relación a los hombres (La pluralidad de los hombres señalada en las palabras del Génesis que nos dicen no que Dios creó al hombre, sino que los creo macho y hembra, conforma el espacio político. Ibídem. P97). No es la pretensión hacer una arqueología del Peronismo, pero solo bastaría recordar el Congreso internacional de Filosofía, de 1949, llevado a cabo en Mendoza, de donde surge el manifiesto “La comunidad organizada”.

Extrañamente Chávez eludió este frontispicio, se lució en cuanto ámbito internacional estuvo, llamó diablo al entonces Presidente del Norte, se hizo callar por el Rey de España y salió airoso de cuanta situación o desparpajo se le hiciera frente, alardeando de la cordillera Latinoamericana, sin hacer pie en el Aconcagua, su montaña más alta.

Podríamos exculparlo al Comandante, si tal indiferencia a riesgo de no haber propuesto un desprezuramiento de los concepto eurocentristas (esta es la razón que explica que sea tan admirado en Europa por la intelectualidad de izquierda, tenga está o no, adn latino) tuvo que haber tenido relación, con sentirse competidor directo, un rival a vencer, o a superar, al peronismo y su obra.

En tal caso, bien podrían, sobre todo sus deudos, como los dejo Perón (Mi único heredero es el pueblo) dar cuenta, que ante la ausencia del líder providencial, y habiendo desaprovechado la posibilidad de amalgamar los dos procesos políticos y conceptualizarlos (otra vez los eurocentristas se quedaron con lo que dan en llamar procesos populistas) en una unidad de sentido, en el ámbito de lo filosófico y lo político, lo único que resta es no repetir la historia (Hegel observa en alguna parte que todos los grandes acontecimientos y personajes de la historia mundial se producen, por así decirlo, dos veces. Se le olvidó añadir: la primera vez como tragedia, la segunda como farsa.  Marx. El Dieciocho brumario de Luis Bonaparte).

Tras la muerte de Perón en el poder, Argentina cayó en uno de los peores infiernos políticos de su historia. El Presidente Venezolano, a quién seguramente no le deben caber dudas de ningún tipo, envío a su Canciller, una Mujer, a discutir, con el Presidente Argentino, Macri, acerca del concepto que podría entrar en debate, acerca de las democracias actuales, los derechos humanos  y los detenidos que revisten en cárceles caribeñas. Sí algo pueden tener que ver, casi indescerniblemente, quiénes se definan como cercanos a los que más lo necesitan, son aquellos que partan desde la condición del pobre, tal como lo establece la filosofía latinoamericanista, y que bien podría ser la columna basal y conceptual de manifiestos políticos que así lo exclamen, proyectando esto mismo en la síntesis entre el pensar y el hacer (que el voto del pobre valga cinco, por ejemplo, como lo proponemos con el voto compensatorio).

Era demasiado pedirle al sucesor de Chávez que al menos tenga el valor de dar la discusión, es demasiado poco, pedirle al heroico pueblo venezolano que mire en el reflejo argentino, de lo que sucedió al morir Perón, seguramente, cuando algún nuevo líder Latinoamericano, surja, y pueda sosegar sus egos para no ejercer una dinámica mesiánica,  pueda oír a sus pueblos, se nutra de sus raíces, de sus olores, colores y sabores, los del otro lado del Atlántico ya los conocemos, sin embargo, no nos cansamos de pretender de creer que son nuestros, cuando en verdad sólo forman parte de algo de lo que somos, nunca del todo, y ese algo está mucho más cerca que lejos, es más humano que divino y tiene más que ver con manejarnos con lo que tenemos para dar, antes que acumular por el mero temor de no tener lo que nunca nos servirá.

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