La Chica Dinamita arrancó en otoño en veinte punto dieciséis. Un otoño tan definitivo que posiblemente llevaba décadas esperando por ella. Su aterrizaje fue vistoso y relampagueante, pero a la vez vaporoso. Se extendió como un sutil fluido adormecedor, salpicando unos leves toques de embrujo que te obligan a mirarla sin que te des cuenta. Y en ese instante gobierna. La Chica Dinamita. La Mujer Diamante.
La Chica Dinamita es dueña absoluta de su perímetro, pues lo tiene fortificado con alambre de araña. No se fija en ti,pero tú te fijas en ella porque ella es la chica hipnótica. Podría eclipsar,pero no eclipsa porque no quiere. No quiere restarte nada porque tú no eres nada o porque eres todo. Da igual lo que seas, a ella no le importa.
La implacable Chica Dinamita entra en los espacios con determinación, con un aplastante dominio escénico altamente eléctrico y psicopático. Si ella está, se sabe que está, porque ella llena el espacio o se lo zampa. La Chica Dinamita arrolla al avanzar. Pero no arrolla en modo destrucción, porque ella es Caramelo. Arrolla en modo saneamiento. Arrolla en modo poeta, aunque ella no lo sabe porque no es poetisa. No es poetisa, pero se convirtió en Caramelo en tres punto uno.
Te hablo a ti, Chica Dinamita, Mujer Diamante.Entras en un aula para jugar tu partida. Una partida llena de conflictos que dominas a tu antojo, porque tú, solo tú, mi reina, repartes las cartas y gestionas la partida. Miras fugazmente a tu izquierda y a tu derecha. Con un vistazo supersónico, tus teclas cerebrales registran taquigráficamente millones de parámetros que, luego, cuando pongas en funcionamiento tu calculadora inmisericorde, digerirás para definir y recolocar en el tablero a los peones que te rodean. Y eso no es maldad. Es necesidad de dominio. Dominio no de tus peones, sino de tu entorno. Has de tenerlo todo controlado. Tu mirada es tan breve y tu análisis tan sutil, que nadie será capaz de descubrir el truco. Si te hacen jaque en el aula, te conviertes en la Reina Negra para merendarte al Rey Blanco en tres punto catorce dieciséis, y lo haces sin que te tiemble el pulso.
Aunque tienes alma de crisálida, no huyes de tu pasado. Al contrario, lo asumes porque sabes que forma parte de tu futuro.No se puede ser lo que se quiere ser sin haber sido lo que se fue. La metamorfosis no es más que un estado mental. Todo proceso está formado por un antes y un después. La Reina Negra sabe que se merendará el “antes” en veintiséis punto veintiséis. Y punto.
Tu vida está regida por tu destino. Tu destino tiene forma de algodón y de reto. Y tú… Tú tienes ansias de inaccesibilidad.Las ansias de inaccesibilidad constituyen, quizá, la expresión más poética que existe. Pero tú no lo sabes porque no eres poetisa, mi reina. Una mujer dinamita como tú está convencida de que detonará la inaccesibilidad en veintiséis coma veintiséis. Y eres tan genuina, osada y reivindicativa, que,como yo pasaba por allí, no dudaste en robarme el día, mi día, en diecinueve coma noventa y dos.
Tu reto es la línea de tu vida, una línea tan arcana que ningún tarotista, por muy prestigioso que fuera, podría interpretarla. Tu reto no es un secreto aunque lo parezca. Es un as que te guardas debajo de tu inexpugnable personalidad; tal vez, grandísima jugadora, por motivos de estrategia.
La Chica Dinamita es contundente. No quieras obstaculizar sus pisadas, no cometas ese error. Te echaría virutas de magia con su kilométrico dedo índice y explosionarías en confeti multicolores.
Soñó la línea de su vida. La soñó y la diseñó. Ahora camina sobre dicha línea con la firmeza de los funambulistas profesionales. Ella, la Chica Dinamita, no necesita red porque no va a caer.Ella inventó el alambre. Alambre de diamante.