«Jóvenes bárbaros de hoy, entrad a saco en la civilización decadente y miserable de este país sin ventura. Destruid sus templos, acabad con sus dioses, alzad el velo de las novicias y elevadlas a la categoría de madres para virilizar la especie. Entrad en los registros de la propiedad y haced hogueras con sus papeles para purificar la infame organización social, entrad en los hogares humildes y levantad legiones de proletarios, para que el mundo tiemble ante sus jueces despiertos. No os detengáis ni ante los sepulcros ni ante los altares. Destruid la Iglesia. Luchad. morid, matad». Alejandro Lerroux, 1905.
Es sintomático que el discurso anticlerical mas popular de la historia de España lo hiciera un siniestro personaje financiado por el Ministerio del Interior de la época que 30 años después lideraría un gobierno republicano de extrema derecha responsable entre otras cosas de devolver todos sus privilegios a la Santa madre Iglesia, entre otros muchos, uno que todavía hoy en día explica el control eclesial de una parte importante del sistema educativo. Lerroux devolvió a la Iglesia Católica el monopolio de un sistema educativo insuficiente, anticuado y clasista casi completamente dejado en manos de órdenes religiosas escasamente preocupadas de formar a la clase obrera o al campesinado pobre y extremadamente reacias a la introducción de cualquier tipo de novedad pedagógica. Precisamente el principal impulsor en España de la enseñanza universal y laica así como de la pedagogía moderna, el anarquista Francesc Ferrer y Guardia, fue fusilado en Montjuic en octubre 1909 injustamente acusado de ser responsable de la violencia anticlerical que de manera instrumental Lerroux había utilizado, con el beneplácito de Madrid, con tal de erosionar en lo posible los triunfos electorales del catalanismo conservador de principios de siglo atrayendo a su Partido Radical a sectoresde la históricamente anticlerical clase obrera catalana. A pesar de los evidentes paralelismo que se podrían establecer con la actualidad, algunos políticos y periodistas deberían evitar en lo posible el concepto «lerrouxismo» dada la complejidad de un heterogéneo movimiento que iba mucho mas allá del simple anti catalanismo y que difícilmente encaja en la actualidad entre otras muchas razones a causa de la progresiva extinción de la clase obrera catalana y con ella de su anticlericalismo. Si llamamos a las cosas por su nombre García Albiol, Inés Arrimadas o Albert Rivera son nacionalistas españoles y anti catalanistas. Algunos dirán no sin razón que el nacionalismo español es intrínsecamente anti catalanista, anti catalán incluso, no obstante, si tan sencillo fuera no podríamos encajar en un puzle realmente mucho mas plural, al republicanismo federal o a Azaña, a Lorca, Giner de los Ríos o al PSOE cuando era PSOE, o al necesario intento de recuperar esa tradición de españolismo integrador por parte de los lideres de Podemos, un buen y necesario ejercicio de recuperación de una silenciada parte de nuestra memoria histórica pero que llega muy tarde, 30 años tarde. España existe cada día menos y la coletilla de «país de países» que tanto utilizan Iglesias o Domenech no soluciona el lio territorial en absoluto. Nuestro Estado de las Autonomías no es ni país ni nación, porque ambos implican un componente identitario que en parte existe pero en gran medida no, dejando además de lado que en la inmensa mayoría de definiciones de diccionarios y enciclopedias de medio mundo, nación y país suelen ser sinónimos y normalmente hacen referencia a la existencia de una lengua. Para la RAE el lio es monumental. Según su diccionario un país es un estado soberano, en una nación se habla el mismo idioma, pero solo generalmente, y por último, un Estado es un país soberano, en ese caso solo si es reconocido como tal por la comunidad internacional. No obstante conociendo el talante de alguno de los nuevos fichajes de la academia tales como Félix de Azua, por todos conocido, paradigma absoluto de imparcial en lo referente al debate territorial, seguro que en próximas ediciones del diccionario el tema queda solucionado. Seguro.
Si como buenos socialistas, González y Guerra se hubieran preocupado, si quiera un poco, de hacer pedagogía en relación a la plurinacionalidad del Estado español y hubieran dedicado su tiempo a construir la única España posible, la Federal, no estaríamos como estamos. A mediados de los 80 era posible, pero los dos líderes sevillanos se dedicaron a otros asuntos. Algunos pensamos que los socialistas son responsables de casi todos los males de España porque tuvieron la oportunidad de arreglarlos y la enterraron. Aunque seguro que en un yate se deben de ver las cosas de otra manera, con bastante menos preocupación.
En todo caso, tampoco temblaron los jueces corruptos de Lerroux, que mas de un siglo después, encarcelando a abertxales que apuestan por la paz o a inocentes compañías de títeres, se dedican a hacer de la prevaricación un espectáculo, o a permitir, con el escandaloso apoyo de un gobierno de fanáticos corruptos y el altavoz de numerosos medios de comunicación sin escrúpulos, la celebración de un proceso judicial mas parecido a un auto de fe medieval o el juicio a un converso. Procesos claramente dirigidos a erosionar en lo posible a Podemos y su entorno. Conscientes por cierto los de Pablo Iglesias de que en este caso la batalla cultural estaba perdida adoptan un inteligente perfil bajo que a ellos les favorece pero lo hace todo aún mas asfixiante para aquellos que de manera un tanto ilusa creemos todavía algo en el laicismo, el estado de derecho y la separación de poderes.
Los jóvenes bárbaros de Lerroux no destruyeron una Iglesia que 40 años después de la Constitución democrática, y diga lo que diga tan sagrado texto, goza todavía de multitud de prebendas y privilegios que invalidan por completo la supuesta aconfesionalidad del estado. De las legiones de proletarios apenas quedan unas tristes y dispersas centurias cada vez mas próximas a posiciones claramente reaccionarias, ya que de lo contrario no se puede entender la total ausencia de ningún tipo de reacción radical ante casos como el medieval proceso y la asquerosa condena a Maestre. Avergonzados deberíamos estar varias generaciones de miembros del movimiento estudiantil de la existencia en recintos de universidades públicas de nada menos que 33 capillas católicas sufragadas con dinero que proviene de las instituciones educativas, no de la Iglesia. Una Iglesia que por si fuera poco además, y en contra de su doctrina,destina la mayoría del dinero que recibe a ruinosos medios de comunicación dedicados a la manipulación y al fomento del odio, a financiar campañas políticas contra la libertad de las mujeres o a beatificar a mártires de la gloriosa Cruzada. Mientras dada la situación de emergencia social, centenares de jubilados dedican su tiempo a iniciativas tan encomiables e imprescindibles como los Bancos de Alimentos, en cambio, a la labor social dela Iglesia gestionada a través de Cáritas la Conferencia Episcopal, ese grupo de indecentes,inmorales y depravados obispos y cardenales que dirigen la Iglesia, destina menos dinero que a subvencionar a 13TV. Como es de esperar, la falta de transparencia dificulta enormemente calcular con exactitud cuanto nos gastamos los españoles en sufragar la fiesta religiosa nacional católica, pero a través de subvenciones directas y exenciones de impuestos, el estado invierte de una manera u otra unos 10.000 millones de euros, lo que supone que cada español, sea católico o no, paga 240 euros anuales de «cuota episcopal». Para aquellos que os parece pornográfico lo del futbol y el dinero que mueve, pensad que todos los equipos de la Liga contando sueldos, derechos de televisión, etc, apenas suman 3000 millones de euros, de los cuales es dinero público apenas el 10%. Lamentablemente, en este país sin ventura y en esta civilización decadente ya no quedan jóvenes bárbaros.