Historia de una puerta

Hoy voy a contar una historia de una rata, llamada Ciruela. Se colocó a Ciruela en un laberinto. Debía buscar la salida. Pero la salida no existía. El laberinto no tenía salida. Pasó el tiempo y la pobre Ciruela se puso ansiosa. Nerviosa. Se frustraba. Lloraba. Lo intentó muchas veces pero nunca lo conseguía. Se sentía fatal, como una marioneta en manos de “alguien”. Cuando ya lo había intentado muchas veces desistió. Entendió que no había salida. Y que era absurdo seguir dándose golpes contra la pared. Iba a pasar el resto de su vida de rata en un rincón de un laberinto.

En ese momento alguien creó una puerta en su encerrona. La puerta estaba  ahí. Abierta. Pero Ciruela había desistido. Se tumbó en un rincón a dejarse morir  recreándose en la vida desgraciada que había tenido. No se levantó. Nunca vio que esa puerta estaba abierta. Y murió.

Hoy hay muchas ciruelas. Tristes. Sin ganas de buscar salidas. Porque creen que no existen.  Pero alguien ha puesto puertas. No es Dios. Bueno, no lo sé seguro. Pero no creo. Se trata de algo más terrenal. Aunque bien podría ser divina la  fortaleza del ser humano. Su capacidad de amar. Su creatividad para solucionar problemas. Su tolerancia a la frustración. Su confianza en sí mismo. Su poder para convertir una crisis en una oportunidad. Su trabajo por una ilusión. Sus herramientas incorporadas de serie como el sentido del humor. Su potencial para ser lo que quiera ser. Su intuición para darse cuenta que estar vivo es fascinante y nadie debería hacernos creer lo contrario. Su poder para tomarse las cosas como él quiera. Y vivir. Por encima de todo. Por muy mal que nos lo pinten.

3 Comentarios

  1. Breve y esperanzador relato el tuyo. Es cierto que parece que vivimos en un laberinto sin dalida (Kant podría decir lo mismo: encerrados en lo fenoménico tiramos la esperanza de hallar lo realmente transcendente, el noúmeno.. jeje) Aunque la ratita y el laberinto del que hablas es otro, uno al que – se recuperamos la esperanza- quizás si le podamos abrir una puerta…. ¡este 2015 puede ser el año de abrir puertas, mantengamos la esperanza! (si tú puedes escribir tan bello relato, es que todavía queda ilusión… ) Un saludo.

    • Muchas gracias por tu comentario Josep. Eso trato, escribir esperanza, para creérmela y vivir con más fuerza. Y no parecerme a la ratita Ciruela. ¡Ojala que este 2015 sea el año de abrir puertas! como tú dices. A mi todavía me queda ilusión, es uno de los motores que nos mueve… Saludos.

    • Muchas gracias por tu comentario Josep. Eso trato, escribir esperanza, para creérmela y vivir con más fuerza. Ojalá sea el año de abrir puertas. A mi todavía me queda ilusión…. Saludos.

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