Harto, cansado, desesperado y rabioso

Otra semana más. Llego al final de otra semana más. Y otra vez con un pesar y una rabia que me carcome por dentro. Estoy harto, cansado, desesperado y rabioso.

Trabajo, madrugo, aguanto, espero y me desespero. Madrugo religiosamente, para ir a trabajar a un trabajo que cada día está peor, en el que cada día tenemos más presión, en el que cada día sufre más gente y espero.


Estoy harto, cansado, desesperado y rabioso.


Espero que toda esta situación cambie, que pueda llegar a final de mes porque nos pagan todo lo que nos han recortado, quitado, estafado, chorizado, pero no. Como dice el refrán, el que espera, desespera.

Un trabajo de cara al público, en el cual tu función es la de cuidar personas, velar por ellas, suplir sus necesidades y ayudarlas de manera física y psicológica en lo que necesiten porque están enfermas.

Pero no es posible, no te lo permiten.


Estoy harto de que nos dividan.


Mientras te cansas y acabas harto, porque todo sigue igual, nada cambia, y toda la gentuza que ha provocado esta situación en todo este país sigue ahí, diciendo tonterías, tratándonos de idiotas, y todo ello sin ningún tipo de vergüenza, pudor ni dignidad.

En Catalunya seguimos con las mentiras, los engaños y unos rollos independentistas que lejos de aportar algo, siguen empañando la vida cotidiana de las personas. Estoy harto de que nos dividan.  

Ahora prometen devolver pagas extras y un 2015 mejor, cuando nuestra querida Generalitat está endeudada hasta las trancas, propone unos presupuestos que nadie apoya, apenas aumenta un presupuesto como el de sanidad o el de educación (mientras que por ejemplo el IVA sanitario subirá 10 puntos) y el señor Mas sigue empeñado en privatizar todo lo que le pasa por delante de los morros.

Liberalismo, aunque yo prefiero llamarlo estafa.

Mientras, el presupuesto para diplomacia exterior sí que aumenta de manera desproporcionada, y el cuento independentista sigue su curso, nadie sabe a dónde ni cómo. Me tenéis harto. Vosotros y Rajoy, que lejos de ver el problema que hay en Catalunya, bloqueando toda política social, decide pasar el fin de semana en Barcelona rodeado de una pandilla de palmeros que alaban y vitorean sus castizas bravuconadas que en vez de solucionar algo o acercar posturas, solo provocan más odio y echan más gasolina al fuego independentista. Basta ya. Estoy cansado.


Estoy cansado de que nada pase y que nadie pague por su corrupción.


En España, las cosas no van mucho mejor. Dimisión de Ana Mato por haberse aprovechado de una trama que azota a todo el partido popular. Un gobierno acongojado y asustado porque el Juez Ruz está harto de presiones y ha decidido aislarse totalmente del mundo.

Un gobierno plagado de incompetentes, que dan vueltas alrededor de las diferentes sillas a ver cual pueden pescar. Un gobierno lleno de miedo, de desdichados que no saben encarar los problemas, y que no encajan que la democracia les pueda quitar del trono por un partido político de reciente creación que no parece dispuesto a reírles las gracias. Estoy rabioso.

Un gobierno que a la desesperada intenta crear medidas que les provocan dentera, que a más de una persona les creará una úlcera estomacal (Recordemos aquel maravilloso “que se jodan” de la hija de Fabra, metido en la cárcel), y unas medidas que llegan tarde, que son insuficientes, y que no mejoran en nada la vida de los ciudadanos de este país. Un gobierno que debería dimitir en bloque, perderse, desaparecer de este país, y que debería ser encausado por la justicia hasta que las prisiones de este país no pudiera asumir a ninguno más. Estoy cansado de que nada pase y que nadie pague por su corrupción. 


Estoy harto de que nos roben.


Una Bankia destrozada, arruinada. Una caja que han anulado y que han convertido en un baúl sin llave en el que todo el mundo podía meter la mano, hasta llenarse los bolsillos. Una caja que ha deshauciado, arruinado a miles de personas, que ha estafado a un sinfín de ciudadanos, en muchos casos ancianos, quitándoles todos sus ahorros, sus pisos y sus posesiones, riéndose del sudor y el sacrificio de las personas que depositaron su confianza en una gentuza que merece el peor de los castigos. Estoy harto de que nos roben. 

Esto sí que es marca España. Una marca España que se reconoce más en la vergüenza, indignación y humillación que sufren todos los ciudadanos que viven en un país que está en la UCI, y que lejos de salir de ella, tiene más pinta de solicitar un cajón de pino.


Estoy cansado de que nos estafen.


Lo de Bankia es el máximo exponente de la casta que acosa este país, y que todavía hoy se está riendo sin fin de todos aquellos que madrugamos cada día para sudar y sufrir sin mayor recompensa que la de sobrevivir. Estoy rabioso, porque no hacen más que tomarnos el pelo.

Unos empresarios que la única solución que ven es explotar y esclavizar a sus trabajadores, para poder así ganar más y llevarse su dinero a esos paraísos fiscales que todos conocemos de oídas, pero que nadie en su vida catará. Estoy cansado de que nos estafen. 

Unos irresponsables que en vez de ser empresarios de verdad, con unos conocimientos en condiciones para reflotar este país, solo poseen los conocimientos del trilero, del 5 para mi, uno para ti, 10 para mi, ninguno para ti, y que todavía se vanaglorian de no se qué.

Unos empresarios que tienen miedo de que la democracia derroque al poder que les permite hacer y deshacer a tu antojo, y que no se les ocurre otra solución que insultar e intentar inculcar el miedo a la sociedad, tal como hacía la iglesia en sus mejores tiempos de la Inquisición.


Estoy harto de inútiles.


Unos parlamentarios que no tienen discurso, que solo saben salir en público para despotricar de los demás, sin aportar nada ni ninguna ley en condiciones. Estoy harto de inútiles. 

Unos políticos, que cuando no pueden aplicar la ley del “y tú más” se sienten perdidos, sin discurso, y sin otra manera de hacer que la falta de respeto y la descalificación a grupos políticos, que no olvidemos que si están ahí, es gracias a la democracia que tanto defienden. Estoy cansado de ver incompetentes.

Señores, cuando insultan o descalifican a determinadas formaciones, lo están haciendo con las personas que les votan, ya que son las personas las que otorgan o no el poder político, y sobretodo son ciudadanos que ustedes también gobiernan y por los cuáles también se tienen que encargar, les guste o no. Estoy rabioso de que me califiquen por mi opción política.

Ójala algún día se les acaben sus privilegios, y podamos disponer de un gobierno para la gente y que gobierne por la gente, y no por su bolsillo de traje italiano al más puro estilo Vito Corleone, porque estoy harto de pagar sus caprichos.


Estoy rabioso de que me califiquen por mi opción política.


Y ya por si la semana no tiene bastantes emociones, seguimos rondando con el pequeño Nicolás, ese Rasputín español que nadie conoce, con el que nadie ha tenido relación, al que todo el mundo desmiente, del que nadie sabe nada, pero el que sabe todo de todos. Estoy cansado de ver aparecer parásitos que viven de dar la nota.

Interesantes filtraciones esta semana, que prometen solo ser el primer capítulo de esta larga serie, después de que el piloto haya sido todo un éxito. Un Nicolás que sigue empeñado en robarle todo el protagonismo a Bárcenas, y un sucedáneo de estrella que promete.

Ójala que este joven, una vez arruinada toda su vida de lujuria y de Lobo en la Moncloa, decida aportar algo bueno a este país y utilice el karaoque que tiene entre sus manos para cantar una linda canción que devuelva la esperanza a todos estos ciudadanos que estamos cansados de oír canciones obsoletas y aburridas, que desentonan con lo que nos gustaría oír.


Estoy cansado de ver aparecer parásitos que viven de dar la nota.


Nicolás, empieza a difundir los episodios interesantes de este show de Benny Hill que inunda este país, y no nos dejes más con la intriga, que estamos ávidos de diversión.

De momento, creo que tocará seguir harto, cansado, desesperado y rabioso, aunque parece que estas pequeñas, inocentes e ignorantes líneas han logrado sosegar un poco mi espíritu, aunque solo sea hasta la semana que viene.

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