Las muertes producidas en Barcelona son inaceptables. La solución militar o represiva nunca ha resultado efectiva a lo largo de la historia. Tampoco lo fue en este caso. España se ha implicado más en una guerra que ya la castigó. «No a la Guerra». Hemos vuelto a pagar por algo que nos es lejano. De nada le sirven a las víctimas y a sus familiares las manifestaciones de solidaridad desde los centros que crearon y aún financian al monstruo. Europa es cautiva del terror.
Bueno es mencionar que la corrupción, dentro y fuera de las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, no ha contribuido precisamente a resolver el fenómeno de las muertes por daños colaterales. La industria armamentística y petrolera no son actores ingenuos de esta situación. Tampoco los países que controlan regiones bajo la influencia británica, francesa, estadounidense o rusa. Están enfrentándose por el control de las materias primas. Poco idealistas razones. Estas víctimas no son diferentes a las de las ciudades bombardeadas. Sólo menos noticiables. Me recuerdan a las del inútil ataque a Dresde en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. En las de Belgrado, Bagdad, Damasco. Como actos de guerra. Estas en la actualidad, sin mencionar a todas las producidas en el marco de los actos terroristas, Nueva York, Madrid, París, Tokio, Bruselas, Yakarta, entre otras, muestran contundentemente que el conflicto se ha generalizado.
Pero no limitemos la respuesta violenta de los grupos terroristas en el centro de la Europa comunitaria a estos actos. Hay mucha violencia cotidiana desde África a Medio Oriente. Violencia que al parecer ha llegado a Europa para quedarse. Esta Europa no puede sorprenderse por las consecuencias de los actos de sus grupos dirigentes, tanto políticos como económicos. ¿Quién se responsabiliza de esas víctimas en Europa y en otros continentes? ¿Dónde está la fuente del odio que alimenta la acción de estos grupos violentos? Parece sorprender que los actos terroristas también produzcan víctimas en calles y medios de transporte europeos. Ellas, entre todas las etnias y religiones posibles, árabe e islámica incluida. Estamos en presencia de un conflicto que no tiene resolución posible desde lo militar. Sólo desde lo político y económico tiene visos de atenuarse. También podríamos decir que lo religioso es un pretexto para mantener el nivel de tensión del conflicto.
España se ha eximido prácticamente de la ayuda internacional a países en desarrollo. Otros países han actuado en esa línea. El último acto irracional se ha consumado con el acuerdo UE-Turquía. ¿Se valoraron las muertes producidas y por producirse ante tal desatención? ¿Se podía considerar la UE inmune a la respuesta de estos grupos terroristas? Esta política está en la línea tanto del cierre de fronteras, como el de los comedores infantiles para paliar la desnutrición que sufren muchos grupos excluidos o la desatención social. Las víctimas de los recortes promovidos por Bruselas y Berlín son fuente de violencia. Daños colaterales. Cuando se producen movilizaciones de opinión y de manifestación, en repulsa por los episodios que producen víctimas inocentes, bueno sería recordar que no debe tratarse en actuaciones puntuales. Debería ser una constante en todos los tiempos y en todos los foros. No simplemente lavarse de responsabilidades con actos fúnebres.
Si persisten estas políticas, las víctimas seguirán produciéndose. La muerte no descansará el fin de semana. Ni en vacaciones. Las crisis humanitarias están en pleno desarrollo en este momento en que escribo estas letras a nivel global. Pueden ser el semillero de los futuros cuadros de estas organizaciones terroristas. Esa exigencia de humanidad y solidaridad, como medio preventivo, deberá obligarse a los que gobiernen España. No puede repetirse que dirija la cartera de Defensa alguien con intereses en la industria armamentística. Ello, para que estén en condiciones de soportar la presión de los lobbies armamentísticos y económicos. Ellos sólo aprecian oportunidades cuando surgen conflictos bélicos.
Pienso en los gobernantes que profesan devotamente religiones basadas en los actos de contrición mientras adoptan decisiones de represalia que, casi con seguridad, solamente incrementará la virulencia de las respuestas. La acción coordinada de los centros de inteligencia y la sensatez en la intervención exterior, probablemente sean las vías adecuadas para afrontar y cortar la financiación que permiten las actuaciones terroristas. El cierre de fronteras no será efectivo. El terror ya está en el interior. Los centros de inteligencia seguramente lo saben. La economía de la logística que supone un vehículo a motor rodando a toda velocidad contra la multitud, no sólo es barato: es indetectable. La dirigencia política ha dejado en evidencia su miopía para afrontar este riesgo para los ciudadanos. El terrorismo es oportunista. Conoce su capacidad. Conoce las debilidades del sistema. Las acciones políticas, las policiales y las de inteligencia, deben mejorar la eficiencia de sus diagnósticos y actuaciones. Pienso en el dolor de las familias de las víctimas e imagino el peso de la conciencia de los dirigentes… y siento pena por ellos, porque los ataques no cesarán. Recuerdo a Tolstoi: “Vivir en contradicción con la razón propia es el estado moral más intolerable.”
La mezquina y temeraria gestión del gobierno español está reflejada en la información que Publico ha dado a conocer: «En los meses previos al atentado de las Ramblas se recrudecieron las tensiones entre el Govern catalán y el Ministerio del Interior por la falta de acceso de los Mossos d’Esquadra a los datos y recursos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO). El ministro Zoido tampoco les ha permitido integrarse en el sistema Europol.«
Alguien deberá responder ante las víctimas y sus familiares.
Este terrorismo se vencerá con información. No haberla compartido es altamente irresponsable.