Podría criticar muchísimas cosas de la Iglesia y dar la razón a los que diariamente se quejan de su forma de enriquecerse, utilizando el dinero para su propio interés, y no para ayudar al prójimo.
Pero hoy, me he sorprendido muchísimo de aquellos, que lejos de valorar a los pocos miembros de la Iglesia que entregan su vida para ayudar a los demás de forma desinteresada y corriendo riesgos realmente altos, quieren condenarlos a muerte.
A todos nos asustan las enfermedades mortales y desconocidas, como es el ébola, pero creo que hay que luchar por la vida de aquellos que aunque tengan miedo, combaten contra ella para salvar la vida de seres anónimos.
He escuchado y leído de todo en contra de salvar a los misioneros españoles infectados. Parece ser que merece la pena dejarlos tirados antes de que cualquiera de los que viven en territorio español se ponga mínimamente en contacto con esta enfermedad.
Yo no quiero que nadie se contagie por supuesto, pero no creo que la solución sea ponerse en contra de la gente que demuestra valentía y generosidad en países como Sierra Leona, pues ellos no son los culpables. Los verdaderos responsables son aquellos que recortan en Sanidad mientras derrochan dinero público en viajes, coches y/o trajes. Aquellos que lejos de preparar un hospital para que haga frente a cualquier enfermedad, reducen de forma brusca el personal, el número de habitaciones y medicamentos en los centros públicos sanitarios.
Me sorprende además el egoísmo del ser humano. ¿En serio empezamos a preocuparnos ahora de la enfermedad? ¿Quiénes se preocupaban de ella cuándo todavía no había traspasado límites africanos? Siempre se ha conocido la diferencia entre aquellos que nacen el el sur y en el norte, pero hoy por hoy siento que la sociedad “desarrollada” cree que los que vivimos en Europa, EEUU etc. merecen mucho más vivir que el resto. ¿Cuántos han fallecido en el continente africano de esta enfermedad? Ojalá las personas que hoy en día están tan preocupados por la salud de la sociedad española, se preocuparan de la misma forma de aquellos que mueren diariamente por falta de recursos alimenticios, económicos y sanitarios, aunque sea en tierras olvidadas, porque estoy segura de que el mundo sería totalmente distinto, mucho más solidario, habitable, y por supuesto justo.