El presidente avestruz

Cualquier país democrático que se precie en el que se celebre un debate electoral con los principales partidos que tienen opción de formar Gobierno contaría con el Presidente y candidato a la reelección. Pero esto es España, para lo bueno y para lo malo. Aunque ya nadie se extraña; Mariano el «plasmas» ha metido, como un avestruz, la cabeza debajo de la tierra toda la legislatura y no va a cambiar ahora, por mucho que pretenda vender una imagen de falsa cercanía. No valen los argumentos de que Rajoy está ocupado en el extranjero gobernando, porque ahí sí que es normal y natural delegar sus funciones, pero no en un debate electoral. Soraya será fantástica, pero no es la candidata. Además, la del tiempo es una excusa muy pobre cuando el dirigente popular tiene tiempo para ir a un programa de fútbol a decir obviedades y pegar a su hijo por ser sincero.

Pablo Iglesias y Albert Rivera dieron una gran lección a la vieja política acudiendo al debate que organizó la asociación estudiantil de participación política Demos en la Universidad Carlos III. Un Auditorio lleno y cientos de personas que se quedaron fuera, sin sitio. Dos líderes debatiendo en directo sin corsés y sometiéndose a las preguntas del público. ¡Qué diferencia con los cara a cara de cartón piedra del pasado!

En un vídeo promocional, el Partido Popular apuesta por acercar la política a los ciudadanos y la rendición de cuentas en el Congreso. Consejos vendo, que para mí no tengo. Reforma de la ley electoral (no vaya a ser que caigan más Ayuntamientos en los que ganaron en las manos de los perniciosos comunistas) e independencia y modernización de la Justicia (cosa que se ve que en 4 años no la pudieron hacer). Como lema, «España en serio». Cabe preguntarse, entonces, los cuatro años que llevamos de legislatura, que se me acaban nunca y dejaron (insólitamente) el Presupuesto para 2016 cerrado, ¿fueron de broma?

Otra cuestión es la injusta exclusión de los debates de IU y UPyD, por poca relevancia política que tengan: millones de personas los apoyaron en 2011 y se merecen volver a escuchar sus argumentos en directo, confrontados con los de otros, para decidir mejor sin confían en ellos o les dan la espalda como auguran la mayoría de encuestas, sobre todo al último, probablemente por su incapacidad de ser auténticas fuerzas de confluencia.

Estaría bien exigir más a nuestros gobernantes y dejar que los periodistas hagan las preguntas sin condicionamientos. Porque en la vida real, cuando ocurre una emergencia, no hay pactos ni papeles que la modulen.

 

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