El pacto es democracia en estado puro
Fuente imagen: https://www.elplural.com EFE

Ha llegado la hora de comprender que la diversidad es la expresión de nuestro siglo. Esa diversidad se expresa por el sentido del voto obtenido en las últimas elecciones en todo el territorio de España. Aquellos que carecen de la comprensión necesaria para entender a la Sociedad Civil han sido desplazados hacia la obligatoriedad de construir democracia a través de su instrumento más evidente: los gobiernos sometidos a un pacto de gobierno debido a la fragmentación significativa de la voluntad ciudadana.

Para precisar de qué hablamos es menester indagar en los conceptos. Por “pacto” se entiende un acuerdo, alianza, trato o compromiso cuyos involucrados aceptan respetar aquello que estipulan. El pacto establece un compromiso y fija la fidelidad hacia los términos acordados o hacia una declaración; por lo tanto, obliga al cumplimiento de ciertas pautas. Estas pautas no son libres en democracia. Por mucho que se hayan pervertido. Los cargos electos solo son transmisores de la voluntad de sus electores. Si eso no ocurriese nada habría cambiado. Entonces estaríamos no sólo en medio de las prácticas pasadas. Nos encontraríamos en franca involución. En puertas de una frustración que no hace presagiar nada bueno para el conjunto social. Quedarían en evidencia por un incumplimiento en las lealtades adquiridas hacia los electores. Pese a que las decisiones del equipo de Gobierno sean contradictorias. Ejemplo, pudiendo formar un gobierno con un modelo progresista, prefieren hacerlo con la derecha más rancia de la democracia. Parece gobernar la Gestora.

Pactar es democrático por la misma idea de concertación y consenso que hace que las diferencias se encaminen a un  objetivo común. Ello alejará los sectarismos que han hecho tanto daño a los españoles. Metabolizar estos resultados de las elecciones últimas no resultará simple. Ni a la derecha ni a la izquierda. Ni al PSOE. El efecto de Ciudadanos se definirá cuando confirme su pacto con el PP. Entonces su presunta renovación se diluirá. Así le ocurrió Andalucía. Habrá argumentarios para controlar daños. Pero, si persisten en ellos es que no han comprendido. Porque en realidad la gestión del poder ha estallado por los aires. La “nueva política” es consenso. La “política del postfranquismo” no sabe consensuar. Su estilo no tiene la flexibilidad de la política. Es imperativo.

En cualquier caso la cuota de poder municipal y autonómico que se ha reconfigurado presenta un escenario no sólo incómodo para el viejo estilo. También le restringe el acceso a sus tan queridos privilegios. El clientelismo de la vieja política cerrará grifos. No descarten que ahora sí impongan la reforma electoral. Como también alentar el nuevo partido de Errejón con un grupo de perdedores. Los análisis más recientes sugieren que ello consolidará aún más al piso de Unidas Podemos en torno a un 19-20%. El proyecto Errejón terminará domiciliado en Ferraz. Al tiempo.

Sánchez sigue creyendo que con una sonrisa o un gobierno con mayoría femenina basta. Sus ministras sonríen cuando comunican a la Opinión Publicada el relato diseñado para expresar excusas o repartir culpas. Todo con sonrisas afables. Recomendaciones de asesores de imagen para tiempos de paz. Estamos en medio de guerras comerciales, demográficas e ideológicas, pero aquí se afrontan con vagas recomendaciones sin efectos prácticos. No se gobierna ninguna de las crisis en curso. Sánchez sigue escondido. Es su estilo. Así va España. Por su parte su apuesta con Redondo no está cuajando. No puede mirar para otro lado. El PSOE deberá decidir si se propone ser socialdemócrata o persiste en un discurso subordinado al poder económico. No es la hora de ambigüedades. Gobiernos sí. Pero con acuerdos de Gobierno. De otro modo el ciudadano no lo entendería. Permanecemos atentos porque hasta ahora el sanchismo no ofrece nada que contribuya a resolver las enormes dificultades que dijeron atender, además de las que se avecinan.

Si nos atenemos a lo presente. Podríamos recordar a Mahatma Gandhi:

“Nunca hay que pactar con el error, aún cuando aparezca sostenido por textos sagrados.”

Entre la democracia patética o la democracia ética

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