En la casa de Crispin, tenían por costumbre pasar la Navidad en el pueblo, en la casa de sus abuelos.
Todos los años, el día 24 de Diciembre, partían de viaje, sus padres, su hermanita pequeña y él.
El día 26, sus padres regresaban a la Ciudad a trabajar, pero él y su hermanita se quedaban con los abuelos hasta después del día de Reyes.
Por la tarde llegaban al pueblo donde sus abuelos, impacientes les esperaban, tenían muchas ganas de comérselos a besos.
En el pueblo, además de hacer los mantecados y dulces de Navidad con la abuela, también jugaban en la calle con sus amigos, sin peligro a los coches pues había nevado y no podían circular, hacían muñecos de nieve, se deslizaban en trineo y tiraban bolas de nieve.
La cena de Nochebuena fue especial, la abuela había preparado los alimentos que más gustaban a los niños y además había colgado dos grandes calcetines llenos de dulces para Papá Noel, junto al árbol al lado de la chimenea, para que Papá Noel, no olvidará dejar los regalos, cuando los niños estuviesen 😴
Cuando mamá abrió las maletas, los niños se dieron cuenta que no habían metido las cartas para que Papá Noel las leyera al pasar por casa de los abuelos, de manera que con mucha tristeza, pensaron que aquel año no recibirían ningún regalo.
El abuelo les consoló, diciéndoles que Papá Noel, era muy inteligente, y si veía los calcetines en la ventana con las cartas dentro, sabría que los niños estaban como todos los años, allí.
Escribieron de nuevo sus cartas, las metieron en los calcetines y las colgaron en la ventana.
Muy contentos se marcharon rápidamente a la cama, esperando que al despertarse por la mañana, Maria tendría su muñeca y él , su traje de Superman para poder jugar a volar al día siguiente, con los niños del pueblo.
El día 25 se levantaron en cuanto escucharon al gallo cantar para despertar a las gallinas, que esa noche no habían dormido bien, había hecho mucho viento y había nevado y con tanto frío, nadie tenía ganas de levantarse, ppero los dos niños corrieron, para llegar cuanto antes a la ventana.
Maria cogió su calcetín y dentro estaba la bonita muñeca que esperaba; Crispin cogió rápido el calcetín, pero dentro no estaba el traje para volar, en su lugar había algo blandito y pequeño, de forma que con mucho cuidado y curiosidad , buscó dentro del calcetín y encontró un pajarito, que por la forma de piar, parecía tener frío y hambre.
Crispin se quedó pensativo, pero no desilusionado, pensando que Papá Noel había confundido un traje para jugar a volar con un pájaro; pensó, que Papá Noel, no le había entendido su letra, escribía muy deprisa y a veces en el colegio, la seño se lo decía: «Crispin, escribes muy deprisa, no entiendo tu letra»; pues a Papá Noel, le habría pasado lo mismo.
Los abuelos y los padres se levantaron a encender la chimenea y preparar un buen desayuno, mientras tanto, Maria jugaba con su muñeca y Crispin daba migas de pan con leche al pajarito, que una vez calentito y harto de comer, le dio las gracias por haberle salvado la vida.
El niño se emocionó al ver que el pájaro le hablaba.
El pájaro le contó que estaba esperando el regreso de sus padres, para alimentar a él y a sus hermanos que esperaban impacientes en el nido, pero nunca regresaron; una tormenta de nieve les desvío del camino y nunca encontraron el nido. Poco a poco sus hermanos se fueron marchando del nido y él, que fue el último en nacer y el más pequeño, no le dio tiempo a aprender a volar y abatido, pensó que moriría en el nido de frío y hambre; pero tuvo suerte, pues un señor de traje rojo y barba blanca, le encontró muy débil y helado en el nido y le metió en un calcetín que había colgado en una ventana.
Crispin se alegró de pensar que Papá Noel, confiaba en él, le había dado la responsabilidad de cuidar a un ser vivo, a un pajarito y se alegró muchísimo por el cambio de regalo.
El pajarito y Crispin, se hicieron grandes amigos, se contaban sus secretos, sus juegos y su vida cuando estaba en la Ciudad.
Un día, el pajarito le preguntó a Crispin, que le gustaría que le regalaran los Reyes Magos; Crispin le contestó que quería un traje para jugar a volar, ya que Papá Noel le regaló un pajarito, les pediría el traje de Superman, para jugar a volar.
El pajarito le dijo, Crispin, yo puedo enseñarte a volar, antes de que lleguen los Reyes Magos desde Oriente, vámonos al campo y volaremos juntos.
Crispin siguió las indicaciones de su amigo, juntos hicieron unas alas de plumas; con ellas al principio daba pequeños saltos, después extendiendo las alas levantó el vuelo como su amigo el pajarito, y ambos pasaban las horas jugando, volando entre los árboles y entre las nubes, que parecían de algodón; tanto y tanto jugaron que decidieron bajar de las nubes y descansar; pero el aterrizaje de Crispin, más bien brusco porque al despertar, se dio cuenta que estaba en el suelo; a su lado, en su cama, dormía plácidamente Maria, que ni se había enterado del coscorrón que se pegó.
Se estaba rascando la cabeza, cuando se escuchó en el corral la voz del gallo, a la vez que la abuela les llamaba para decirles que Papá Noel les había dejado en sus calcetines los regalos que habían pedido.
Crispin, no tenía alas, no subió con un pájaro a las nubes, pero consiguió volar en sueños.
Feliz Navidad.
Ana García Díaz.
Dedicado a mi nieto Luis, que todas las noches el 24 de Diciembre, esperábamos juntos la llegada de Papá Noel en su trineo.