El mundo es para los valientes

“La gente hoy en día es una ingrata. Solo quieren hacer su horario e irse a su casa”. Sin palabras. Este comentario salió hoy de la boca de un empresario que comía con un colega en un céntrico restaurante de una pequeña ciudad. Mi oído se agudizaba al escuchar cómo los dos hombres hablaban del panorama actual, de la falta de compromiso de los trabajadores, de lo poco que algunos se ganaban su sueldo y de lo desagradecida que resultaba la gente por conservar su trabajo. “Como dice el de la serie, media jornada, doce horas” se jactaba el más joven mientras el mayor asentía como si tuviera un hilo en la cabeza y alguien, desde arriba, manejara su cabeza.

En cierto modo, pensé, sí que hay alguien que le maneja la cabeza. Alguien que le maneja los pensamientos. Alguien que le maneja las ideas.

Atónita con la conversación, dejé de escuchar para empezar solo a oír. Sí, ya sé que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación. Pero es que pertenezco a la generación de la LOGSE. Daños colaterales.

Y comencé a pensar en cómo podrían decir algo así sin inmutarse y pasar a hablar de los cuatro coches de su propiedad que se agolpaban en la puerta de su casa como si nada: “Si vendes el garaje del centro dímelo, que me vendría muy bien para quitar alguno de los coches de la calle”.

Ojo, no estoy en contra de los empresarios. Sin ellos, muchos no tendríamos trabajo. Si algo ha traído la crisis son empresarios. Pero empresarios de los buenos, de esos que hartos de estar en sus casas alternando la vista entre las ofertas de trabajo y las facturas sin pagar, decidieron coger lo poco que tenían y ponerse manos a la obra para comenzar un nuevo presente. De esos que saben lo que cuesta trabajar tanto o más que sus empleados, porque en la mayoría de los casos, no los tienen. De esos que piensan en cómo pagarán, al iniciar su aventura, el IVA, la seguridad social, el género o las materias primas. O el alquiler del local si lo hubiese. O la luz o la reforma. De esos que yo denomino valientes.

Quizás los dos comensales algún día pertenecieron a este grupo. O quizás no. Y si pertenecieron, debió de ser en un tiempo muy lejano, remontándose a la época de los terratenientes. O quizás ellos también se han hecho valientes. Porque hay que ser muy “valiente” para escupir ese tipo de comentarios y dormir con la conciencia tranquila. O quizás es porque cada vez tienen más aliento por parte de las altas esferas. Porque debe ser que cuanto más tienes, más vales. Y quizás estos señores no lleven en su cartera la típica foto de familia sino un retrato a color de Mónica Oriol*. Y quizás recen porque nunca les deje.

Yo rezaré entonces por los trabajadores de a pie. Y por los empresarios valientes, porque nunca les quiten la esencia que hizo que comenzasen su sueño. Y ustedes, ¿por quién van a rezar?

*Mónica Oriol, Presidenta  del Círculo de Empresarios.    

 

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