El mestizo racista

“- ¡Heridlos, mis caballeros, sin temor tomad las armas,

con la gracia del Señor nuestra será la ganancia!

Vueltos, con ellos se enfrentan en medio la parte llana.

¡Oh Dios, qué bueno es el gozo que sienten esta mañana!

Don Rodrigo y Alvar Fáñez los primeros aguijaban;

tienen muy buenos caballos; a su gusto, sabed, andan.

Entre ellos y el castillo entraron allí en batalla,

y los vasallos del Cid sin piedad los golpes daban;

en poco lugar y aprisa trescientos moros matan.”[1]

Atroz. Aparte del valor histórico-cultural del Cantar del Mío Cid, no cabe duda que cualquier persona en su sano juicio juzgaría a día de hoy estas hazañas como crueles, desgarradoras e incluso repulsivas. Más aún si tenemos en cuenta los datos aportados por el estudio genético llevado a cabo por las universidades de Leicester (Reino Unido) y Pompeu Fabra (Barcelona). El estudio en cuestión revela que “uno de cada tres españoles tiene marcadores genéticos de Oriente Medio o el Magreb”, “uno de cada cinco españoles tiene ascendencia judía” y que “uno de cada diez tiene genes heredados de los habitantes del Norte de África” [2]. Es indiscutible que la presencia judía y musulmana en la península ibérica durante ocho siglos ha hecho que la población española no tenga una raza “pura”, sino que sea mestiza[3]. Y, sin embargo, esa represión hacia los extranjeros que residen en nuestro país no cesa. Quizá ya no se ejecuta en forma de guerra manifiesta y declarada, pero sí en forma de agresiones racistas y xenófobas.

España, como cualquier otro país con un gran índice de sentimientos nacionalistas, es un estado potencialmente racista. Esto no quiere decir que toda su población ejerza el odio hacia todo extranjero, pero sí que hay un porcentaje que es alarmante. Según el Informe RAXEN-2012, hay presencia de grupos racistas y xenófobos en todas las comunidades autónomas españolas. Hablamos de una cantidad bárbara de odio: más de 1500 espacios en internet dedicados al racismo, sobre 10000 neonazis y ultras, decenas de grupos musicales que promueven la xenofobia. Al año se registran más de 4000 casos de discriminación en todo el territorio[4].

¿De qué tipo de discriminación u odio estamos hablando contra otras etnias? Es lamentable tener que afirmar que dentro de las tres distinciones de discriminación o violencia racista que diferencia Francisco Jiménez-Bautista en “Conocer para comprender la violencia: origen, causas y realidad”[5], en la lucha racista, se dan todas ellas[3]. Además se produce marginación en el ámbito laboral, escolar, y en la vida diaria en general. Pero lo fundamental no es establecer los tipos de violencia que se ejerce, sino cuáles son las causas motrices de esta represión u odio hacia otras etnias.

Según Jiménez-Bautista -remitiéndose a estudios antropológicos-, la violencia se ejerce en primer lugar, en conflictos de uno contra uno, para evitar la guerra. También menciona a Konrad Lorenz, quien dice que la parte es algo implícito en la naturaleza humana. Así lo corroboraría también Franz De Waal, al establecer la estructura del cerebro triúnico -que consta de una parte reptiliana, una mamífera y una ‘humana’, quedando patente el aspecto no racional y agresivo del hombre-. Este punto de vista podemos extrapolarlo al sentido de la sospecha, del miedo a perder algo que poseemos, y de esta forma, tratamos de defenderlo. Se trata en cierta medida de la territorialidad animal reflejada en el ser humano. De hecho, las primeras alegaciones que hace el xenófobo, tratando de justificar sus acciones y sus juicios, hacen referencia a que temen alguna pérdida -del estilo “nos quitan el trabajo”, “son todos unos indecentes”, o “son ellos los que traen los conflictos, son agresivos por naturaleza”-.

Sin embargo, este temor hacia otras etnias parece estar más relacionado con el factor ambiental que con el factor genético. Es cierto que llevamos en nuestra esencia un carácter agresivo, pero éste se puede modelar. Si un individuo se encuentra desde temprana edad inmerso en un ambiente donde reina la intolerancia, habrá altas probabilidades de que caiga en la xenofobia. Si, por el contrario, es educado en un ámbito de respeto y comprensión de que las diferentes etnias sólo se diferencian el algunos rasgos culturales, el individuo aceptará a los demás, y las diferencias y conflictos casuales que pueda padecer con personas de otras etnias lo asociará, generalmente, a la casualidad, y no lo interpretará como consecuencia del origen del otro.

La reflexión que podemos obtener de todos estos datos es: Primero, ¿está justificada la discriminación xenófoba o racista, o tiene algún sentido? Segundo, ¿bastaría una educación por parte de instituciones gubernamentales para erradicarla?  Y tercero, ¿qué nos cabe esperar, con visión de futuro, de esta problemática social?

En cuanto a la primera cuestión, tenemos evidencias antropológicas, etnológicas, evolucionistas y psicológicas de que la sobreprotección de nuestro circunmundo es, en ocasiones, inevitable. Sin embargo, que en ocasiones sea inevitable no significa que esté justificado. Como seres abiertos al mundo y, por ello, con las posibilidades que el mundo nos descubre, así como las capacidades de organización social, resulta absurdo tener miedo a la “pérdida de algún privilegio o algo que nos corresponde”. Es cierto que se deben mediar y tener cierto control sobre la inmigración por todo aquello que resulta evidente, pero la marginación y la violencia racista y xenofóbica carecerá de sentido siempre que seamos lo suficientemente racionales y tengamos conciencia de lo que nos corresponde.

En segundo lugar, sosegar el factor racista en la sociedad mediante una educación institucionalizada puede dar sus frutos, pero no es suficiente por lo que ya hemos hablado en el párrafo anterior. Reducirá los porcentajes, pero no lo erradicará, ya que dicha educación, inevitablemente, no llegará a todos los sectores de la sociedad. Además, mientras queden vestigios de los viejos rencores étnicos, a pesar de llevar la misma sangre, el odio se mantendrá.

Con respecto a qué nos cabe esperar, solo cabe una solución: empezar a trabajar ya. Imponiendo una educación de la igualdad, leyes y normas sancionadoras más estrictas. Únicamente así, los porcentajes se reducirán a plazo medio -se reducirán, no desaparecerán- y, con suerte, de este tiempo a unas cuantas de centenas de generaciones (cuando el ser humano tenga arraigada la igualdad en su ser y su neo-córtex esté lo suficientemente desarrollado como para aplacar las tendencias irracionales), podría llegar a desaparecer. Trabajemos en esto.

[1] (Anónimo, 1999, p. 31).

[2] (Mundo, 2008).

[3] Debemos tener conciencia del longevo reino de Al-Ándalus, así como la situación estratégica del territorio que estamos tratando. Se trata de un punto de confluencia marítima fundamental en las cuestiones mercantiles del Viejo Mundo; un lugar de tránsito entre las culturas africanas y las europeas.

[4] (Público, 2013).

[5] (Jiménez-Bautista, 2012)

[6] Violencia primitiva (es la que se da entre grupos rivales, y consideramos que el racista considera a otras etnias como un elemento contrario); violencia reaccionaria (un tipo de violencia que se da para ‘solventar’ lo que se consideran problemas locales que amenazan ciertos privilegios); y violencia moderna (se trata de una violencia reivindicativa organizada, como puede ser la propaganda de exclusión hacia determinadas etnias, como la brutal propaganda antisemita de Goebbels en el nazismo germano).

Bibliografía

Anónimo, 1999. Poema del Cid. Decimotercera ed. Móstoles (Madrid): Editorial Castalia.

Jiménez-Bautista, F., 2012. Conocer para comprender la violencia: Orígen, causas y realidad.. Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, Enero/abril, 19(58), pp. 13 – 52.

Mundo, E., 2008. http://www.elmundo.es. [En línea]
Available at: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/12/04/ciencia/1228409780.html
[Último acceso: 12 Diciembre 2014].

Público, 2013. http://www.publico.es. [En línea]
Available at: http://www.publico.es/espana/espana-producen-000-agresiones-al.html
[Último acceso: 15 Diciembre 2014].

 

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