El español: ¿cuánto conozco de mi idioma?

Luego de seis años de residir en Italia, recientemente inicié a impartir un curso de español a un grupo de 15 estudiantes adultos. Para empezar adquirí un texto y sigo las lecciones apoyándome con material que investigo en Internet. Siendo esta mi primera experiencia obviamente me informo antes de cada lección y, si no me siento segura de  alguno de las interrogantes que me formulan, prometo responder adecuadamente durante la siguiente lección. Investigo muy bien, hago una lista de ejemplos de fácil comprensión y trato de explicar con detalles específicos. Hasta el momento he logrado que el grupo se mantenga motivado con el español, se interese por continuar aprendiendo, a tal punto que el curso, no obstante comprendía dos meses se prorrogó por dos tres meses mas.

Estudiando para desarrollar este curso me di cuenta que no obstante el español es mi lengua nativa, siento que giro alrededor de un cierto número de vocablos. Mi intuición no esta alejada de la realidad y como vivimos en la era digital, navegando en google me encontré con una entrevista realizada a Marco Martos ex presidente de la Academia Peruana de la Lengua en el 2008, en donde sostiene que “en promedio los hablantes usamos 300 palabras para comunicarnos”, de un total de 283 mil palabras. Ampliando su opinión explicaba “usamos aproximadamente el 0,10% de las posibilidades del idioma. Es decir, la lengua española en realidad es un océano inconmensurable, y nosotros apenas la gota en un gotero”.

 “Alguien de a pie que con la educación escolar bastó y sobró; una persona culta, especulemos que sean las personas que leen los periódicos, algunas novelas, revistas especializadas o alguna página en internet,  cerca de 500. Un novelista, digamos una persona dedicada a la literatura que escribe y lee, lee y escribe, usa unas 3000 palabras. Cervantes usó 8000 palabras, es decir, cerca del 3% del idioma del cual es padre. Entonces, para este escritor que estará rozando apenas las mil sólo me queda volver al diccionario y aprender, y aprender, que es una manera de querer nuestra lengua”. Interesante la opinión de este connonado escritor, poeta y periodista peruano.

Aunque si las cifras y los números no forman parte de mis fortalezas, imagino que los datos proporcionados por Martos no han cambiado mucho actualmente. Es mas, podría aventurarme a decir que estamos atravesando uno de los momentos mas difíciles con nuestro idioma, tomando en cuenta que las redes sociales muestran como un espejo la ausencia casi total de un uso correcto del idioma.

Y lo confirman los mensajes que se intercambian los usuarios de las redes sociales, que en un afán por romper el récord de la velocidad se preocupan más por enviar que por revisar sus mensajes. Evidenciando una pobreza lingüística generada del mal uso del idioma lo que está conduciendo a la formación de una especie de “diccionario personalizado o diccionario de grupo”, por así llamarlo, utilizando frases abreviadas: te quiero se sustituye por una T; se abrevia, cambia o se agregan letras incluso a los nombres propios, reducción de palabras a dos o tres letras, (xque, cm, qm etc.). Se tiende a confundir el uso de: a ver con haber, el primero en vez de veamos y el segundo puede ser un verbo o un sustantivo. Ej: A ver, ¿has hecho lo que te dije? En el segundo caso: haber venido antes, sigo sin haber entendido lo que ha pasado; y tiene otros usos que trataré en otro tema.

Las faltas ortográficas son evidentes. Es increíble la ausencia casi total de la tilde, de signos de puntuación, abandono frecuente del uso de la h, abuso del uso de la mayúscula, uso de la k en vez de la c, etc. Como usuaria frecuente de las redes sociales hasta el momento es imposible para mi no completar una palabra o usar la k por la c, o no señalar la tilde en las palabras que obligatoriamente se deben señalar. No creo ser la única que revisa un mensaje antes de enviarlo, algo que no sólo nos ayuda a corregir, sino a aumentar nuestro conocimiento del idioma. En la defensa de nuestro español este punto tendría que ser un reto diario. Y en vez de competir en velocidad quizás los usuarios en un futuro no muy lejano compitan tanto en velocidad como en enviar un mensaje sin errores ortográficos. Sería interesante ¿no creen?

Identificarnos con nuestro idioma

Amar nuestro idioma es un sentimiento que se puede transmitir con estos pequeños detalles, pero muy significativos. En unas de mis últimas lecciones del curso que imparto, les compartí a mis alumnos la historia de una escritora de origen indiano, nació en Inglaterra, vivió su infancia y juventud en los Estados Unidos, cuya pasión por el italiano la motivó a venir a Roma junto con su esposo y sus dos hijos. Jhumpa Lahiri vivió por dos años en este país (2012-2014) y logró no solo amar este idioma, sino comprenderlo y escribirlo tan perfectamente, publicando un libro en italiano “In altre Parole” en el año 2015, obra que obtuvo el Premio Internacional “Viareggio Versilia” en ese mismo año. Yo la conocí durante mis lecciones del curso de italiano que frecuento desde que radico en este país. Mi maestro Pier Carlo Ferrero nos la presentó a través de una serie de artículos publicados en la revista Internazionale, relatos que forman parte de su obra escrita en italiano.

Es admirable su pasión por un idioma que no es el suyo, a tal punto que le permite entrelazar su pasión de escritora con el amor por este idioma. Alguna vez nos hemos preguntado ¿cuánta pasión demostramos por nuestro idioma nativo? Yo es la primera vez. Pienso que la gran mayoría de los hispanohablantes nos conformamos con circular por un cierto números de palabras, como sostiene Martos, y nada más.

Estudianto el italiano, en todos sus tiempos verbales, analizando textos, leyendo libros, tratando de hablar un nivel medianamente aceptable, soy consciente que mi nivel no es satisfactorio. En mi país Honduras, soy periodista con una discretra experiencia como redactora. Y aunque durante mis estudios universitarios estudié cuatro niveles de Español, muchas veces me encuentro en dificultad cuando alguien me pregunta, por ejemplo, el número de artículos que tenemos, cuándo y cómo usarlos: artículos determinados: él, los: masculino; la, las, femenino; artículos indeterminados: un, unos: masculino; una, unas, femenino, sin faltar el neutro lo.

Los uso sin problema, pero no me siento en grado de explicar gramaticalmente hablando cada uno de ellos. Sobre este punto me di cuenta de mi debilidad con el español, cuando estudiando el italiano precisamente este tema fue como mi “talón de aquiles”. Tema que luego de algunas lecciones comprendí, por ejemplo, se apostrofa cuando viene seguido de una palabra que inicia con vocal, l’acqua (el agua), l’albero ( el árbol). En cuanto a los verbos, aprender los tiempos y sus conjugaciones, el uso apropiado de los regulares e irregulares, la función del “congiuntivo”, al igual que el empleo y pronunciación correcta de la doble consonante, la fonética de la Z y la C. Lógicamente con el uso constante y luego de leer algunos libros en italiano me siento un poco más familiarizada con el tema.

Entre mi aprendizaje del italiano, mi deseo por conocer mas mi idioma nativo y al mismo tiempo impartir las lecciones de español, creo que tengo una visión más clara sobre mi objetivo en este momento. Es decir, estudiar mi idioma, como si se tratara de un tema nuevo para mí. No pretendo ser una experta de la temática, pero al menos sentirme satisfecha con el trabajo realizado, que no sólo ayuda a mi cerebro a manternerlo activo, sino que también me ayuda a utilizar un mayor número de palabras y a conocer conceptos claves de mi idioma.

Como parte de los ejercicios recomendados por mi maestro de italiano cuando leo un libro en este idioma complemento mi lectura anotando las palabras nuevas con su significado, sinónimos y antónimos. Un ejercicio sencillo y efectivo que seguramente me ayudará cuando inicié a leer “Cien años de soledad” del Gabriel García Márquez, libro que adquirí en mi reciente viaje a España. Siento que es una forma de rescatar nuestro idioma, de mantener nuestras raíces latinas

En este momento me siento en sintonía con mi idioma. Esforcémonos por usar correctamente el español, “la segunda lengua del mundo por el número de personas que la hablan como lengua materna”, según Wikipedia.

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