El drama de la sanidad catalana y una víctima más: dr Xavi Jiménez

Se veía venir. El drama de la sanidad catalana es algo que se viene fraguando a fuego lento durante años. Es una situación insostenible que ya se preveía desde hace años, aunque en otras épocas se podía medianamente justificar diciendo que en momentos puntuales, un servicio como urgencias se veía colapsado por un repunte de actividad. Como mínimo se apreciaba un mínimo esfuerzo de abrir y habilitar nuevas camas en diferentes centros con la intención de favorecer el drenaje y la salida de pacientes que requerían de ingreso hospitalario para continuar con su proceso de recuperación. Esto era en el pasado. En la actualidad la situación es muy diferente.

En este momento presente, parece que la sanidad y la educación son los dos problemas principales. Parece que nos vemos inmersos en una crisis chapucera, provocada por una situación mundial y agudizada por unos gestores y dirigentes incompetentes, que solo buscan dinero fácil sin intentar consolidar un proyecto decente que permita mirar al futuro, y que en esa vorágine recaudadora, una de sus principales fuentes de ingresos ha de ser todo lo que se pueda escaquear a la sanidad. Hasta la fecha sólo se conoce, o se quería dar a conocer, los recortes al profesional, y encima justificar de esta manera que nada funciona porque el profesional se encuentra en una situación de crispación que no siente ningún tipo de motivación por su trabajo. Se ha intentado culpar al profesional de las condiciones en las que tiene que esperar un paciente, o del tiempo que tiene que esperar, usando como argumento su “no aceptación” en la colaboración colectiva para salir de la crisis. Pero mira tú por donde, que ahora ha salido a la palestra el jefe de un servicio sobresaturado, agobiado por las ingentes condiciones en las que se encuentra, con unos profesionales estresados por la cantidad de trabajo que tiene que asumir, y ya no solo eso, sino que encima culpabilizado de la situación que se vive por parte de unas jefaturas que parece que solo buscan la manera de mantenerse en la silla del poder a toda costa, y dorar la píldora a aquel que lo ha de mantener. La actitud del dr Jiménez es de señor de la cabeza a los pies. Ha primado (como debería ser) su Juramento Hipocrático por encima de todo posible sueldo, o de la comodidad de encerrarse en un despacho rodeado de cuadros familiares, saboreando el paisaje que se pueda apreciar por los ventanales, y esperando religiosamente que lleguen las vacaciones estivales para poder hacer una escapadita familiar y disfrutar del solecito.

Una persona que merece todo nuestro respeto y nuestro apoyo. Un señor, que a diferencia de todos los pagafantas que corren por el mundo, ha sabido denunciar, a sabiendas de la repercusión y de las posibles consecuencias que podía tener, una situación insostenible, una cantidad ingente de pacientes esperando una triste cama en la que poder pasar su convalecencia, unos profesionales saturados que definen su puesto de trabajo como “medicina de guerra” (esto en una ciudad como Barcelona, estandarte cosmopolita, en pleno siglo XXI y donde se encontraría la capital de una posible Catalunya independiente) y ha

sabido apoyar a sus trabajadores, aportando su granito de arena en una lucha que no debería cesar bajo ningún concepto, como es la lucha por nuestra querida sanidad.

Por desgracia, el asunto de urgencias no es aislado, ni tampoco algo exclusivo del hospital Vall d’Hebron. En Bellvitge también se dan circunstancias similares, con pacientes por pasillos y camas cerradas. Y para disipar las dudas de todo el que piense que estas protestas son una cruzada por los sanitarios debido a sus recortes salariales (de más de dos años en cuanto a sueldo y jornada laboral), es un buen ejercicio recurrir a la memoria de la hemeroteca y revisar todos los acontecimientos acontecidos en los últimos años. Uno de ellos, que me llamó mucho la atención en su momento, fue que en el mismo Bellvitge muchos profesionales se prestaron a hacer horas extras sin cobrarlas en quirófanos, operando a pacientes con patologías urgentes como pueda ser un proceso oncológico, y se les negó esa opción porque no querían abrir los quirófanos cerrados. Y la situación actualmente es dramática; camas de plantas cerradas, UCIS cerradas, quirófanos cerrados, profesionales trabajando a jornadas que en muchos casos son de un 50 % profesionales con contratos de guardias precarios cobrando minucias después de pasarse toda una vida estudiando y sacrificándose en pos de una profesión, listas de espera interminables, resonancias magnéticas para dentro de meses, TACS con fechas de realización indefinidas, misteriosas altas precipitadas… un sinfín de situaciones que los dirigentes de Catalunya se dedican a hostigar con la única intención de recaudar euros y euros de una sanidad, que pagamos todos los ciudadanos y a la cual cada vez se nos complica más el acceso. Una sanidad ahogada hasta la extenuación, mientras los dirigentes del ICS se blindan el sueldo para que no les afecten los recortes, o un sinfín de consellers que prodigan el sacrificio y el recorte como única salida no se bajan ni un céntimo de su abultado sueldo, eso sí, quitando paga extras a los trabajadores de la sanidad y cerrando camas de acceso público para que el ciudadano pase su convalecencia. Una aberración repugnante.

Así que una vez más, un ole por el dr Xavi Jiménez. Que el sacrificio que ha realizado no caiga en saco roto y sirva para reclamar lo que nos pertenece.  Todo mi reconocimiento a su labor, a su saber estar, a su amor a la profesión por encima de cualquier cargo de cojín y silla, y también un ole por el colectivo médico que ha iniciado esta lucha, que con su mejor cara sufre las consecuencias de los recortes de unos incompetentes que solo saben mirar porque no les falte un céntimo de su sueldo a fin de mes, unos profesionales que desarrollan su labor con dedicación, sean cuáles sean sus circunstancias, y unos profesionales en las manos de los cuales dejaría mi vida, en contra de unos gobernantes que no les dejaría ni un triste euro a su cargo, porque sé que me desaparecería de manera inexplicable.

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