Uno de los pilares de este país es la justicia. Según dice la constitución del 78 la justicia es universal, y es igual para todos los españoles. Para ello, un sistema judicial, en el cual los jueces son la máxima autoridad, imponen leyes según la legislación actual para castigar actos delictivos o dirimir disputas entre uno o más miembros de la comunidad.
«Por estas maravillosas fechas de semana santa, como todos los años, al “excelentísimo” ministro de justicia le entra la imperiosa necesidad de mostrar toda su benevolencia repartiendo indultos«
Para llegar a ser juez, se necesitan múltiples años de estudios y de esfuerzos, y para solucionar determinados casos, una experiencia basada en años de profesión. Como toda persona, pueden cometer equivocaciones, y es por ello, que se pueden presentar recursos a la sentencia, revisar el caso o la sentencia, o si hubiera habido una irregularidad contrastada ser encausado por otro magistrado. Un sistema judicial que intenta ser justo, imparcial y objetivo, hasta que llega el ministro de justicia, y desde hace años, le pega una patada a uno de los pilares básicos, lo manda al garete, y se ríe de todos nosotros en nuestras mismísimas fauces proporcionando indultos por la patilla.
Por estas maravillosas fechas de semana santa, como todos los años, al “excelentísimo” ministro de justicia le entra la imperiosa necesidad de mostrar toda su benevolencia repartiendo indultos a unos cuantos reos condenados por cometer actos delictivos. Y este año uno de los agraciados es FS.D.V, antiguo director de sucursal del banco santander, que fue condenado por robar a un cliente, falsificando su firma, la nada desdeñosa cifra de 30.000 euros.
Igual debía ser, que el susodicho, debía percibir un sueldo paupérrimo como director de sucursal, tan bajo que no debía cubrir múltiples mariscadas y regalos de relojes rólex, y es por ello que debió pensar que una solución era percibir una remuneración extra a base de robar a un cliente que había depositado la confianza de sus ahorros en su persona, y decidió cometer tal acto, el cual, juzgado por un juez competente, le impuso una condena de dos años, cuatro meses y quince días, para ver si así aprendía que por muchas mariscadas que tuviera que pagar y muchos rólex que quisiera regalar, no era esa la manera más correcta de hacerlo.
«Es increíble que puedan hacer y deshacer, pasándose por el forro todo el trabajo, y el esfuerzo de un juez en un caso»
El caso de todo este asunto, es que con una condena de este tipo, y superando los dos años, el malaje tenía que entrar en prisión, para así purgar sus pecados, hasta que el “excelentísimo” ministro decidió echar un capote, curiosamente a un directivo bancario (no hay que olvidar que por la mala gestión de muchos de ellos ha habido que rescatar la banca de este país, y como consecuencia, estamos endeudados hasta el fin de los tiempos), y reducirle la condena a dos años, supongo que por aquello de que no pensemos que tenemos un ministro de justicia un tanto imparcial, con la consecuencia que ahora un juez (esperemos que no calce igual que el “excelentísimo”) podría suspender la pena de este hombre de tan baja fibra moral, simplemente por el hecho que ahora la pena es de dos años y no más.
Una vez planteado el meollo del asunto, uno se para a reflexionar y no deja de pensar en el lamentable estado de derecho que vivimos. Todavía nos resulta altamente inverosímil que un ministro, basándose en una ley de 1870, pueda hacer y deshacer a su antojo, pasándose por el forro la decisión de un juez, pleno en sus facultades mentales y con la preparación necesaria para ejercer su puesto de trabajo, y deje en libertad a quien le plazca y como le plazca mediante indultos, por el simple hecho de emitir un real decreto. Es increíble que todo esto se base en una ley de la nada desdeñable edad de 144 años, la cual debe ser la única que permanece indemne al tiempo, y por la que no ha pasado el tiempo, ya que parece ser que les viene muy bien acojerse a esa ley cuando convenga.
«Dejen y respeten las decisiones de los profesionales destinados a esa labor, que son ellos los que están capacitados para decidir quién y como es merecedor de una condena u otra»
Es increíble que puedan hacer y deshacer, pasándose por el forro todo el trabajo, y el esfuerzo de un juez en un caso, todas las horas dedicadas a esclarecer los hechos, el anàlisis de todas las pruebas periciales, las pruebas circunstanciales, los testigos y un largo etcétera, con un triste papel con un membrete que adjudica a quien se le antoja, con un criterio totalmente subjetivo. Es increíble que se indulte a mossos d’esquadra condenados por torturas y lesiones, vulnerando así todos los derechos básicos de las personas y sobrepasando así las líneas rojas de su profesión. ¿Hasta dónde vamos a llegar?.
La verdad es que todo esto parece una broma, una broma de tan mal gusto, que hasta un señor que ha sido el responsable del fallecimiento de una persona, por conducir su coche total y absolutamente borracho, sea capaz de solicitar el tan curioso indulto sin ningún tipo de pudor ni vergüenza.
Basta ya. Basta ya de humillarnos y de reírse de nosotros. En el año 2014, que ustedes tanto prodigan la modernidad, la marca España, y lo cosmopolitas que somos, dejen ya de usar una ley con mas de cien años para hacer lo que les de la gana y repartir indultos gratis, y empiecen a respetar el trabajo de la justicia, les beneficie o les perjudique. Porque es muy curioso que los famoso indultos solo sean para aquellas personas que han estafado, amigos de amiguetes, y que han cometido delitos que por la mitad de uno de ellos, un ciudadano de a pie se las ve y se las desea.
Dejen y respeten las decisiones de los profesionales destinados a esa labor, que son ellos los que están capacitados para decidir quién y como es merecedor de una condena u otra, y dediquénse a mejorar las leyes para que vivamos en un país más justo, en vez de premiar con indultos a aquellas personas que han cometido delitos, pero que de una manera u otra pueden llegar a ustedes para solicitar sus favores y beneficios.