Dimitrinka Níkleva es profesora titular en el Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada y doctora en Lengua española por la misma universidad. Acaba de publicar su primer libro de poesía “Mis dos vidas” (editorial “Poesía eres tú”), en el cual descubre un pedacito de su imaginación, recuerdos y olvidos en dos países y dos ciudades: Bulgaria y España, Sofía y Granada.
Debe de ser muy largo y tortuoso el camino que tiene que recorrer una búlgara para convertirse en poetisa española…
La verdad es que el camino ha sido tan largo que ni siquiera me acuerdo, no soy consciente hoy en día del esfuerzo y de lo duro que ha sido aprender español. Pero si lo pienso, he de decir que el camino recorre 35 años de mi vida antes de hacer este primer libro de poesía. Terminé un instituto español bilingüe en Sofía (Bulgaria) y después, la licenciatura en Filología española, pero la mayoría de mis profesores eran búlgaros que nunca habían salido de Bulgaria, así que no tuve modelos fonéticos de nativos, tampoco teníamos Internet, pero considero que mis profesores eran muy buenos y el sistema educativo búlgaro tenía mucha calidad. Tendré algún mérito personal, pero también pienso que gracias a la calidad de la formación que tuve en Bulgaria he conseguido ser profesora de español en España, en la Universidad de Granada. Y estoy feliz, porque esta es mi profesión: la elegí por vocación y la ejerzo con mucha ilusión.
Pero, ¿por qué el español?
En aquella época los institutos bilingües eran los más prestigiosos y por eso en la familia decidimos que yo también iba a intentar uno de ellos. Había solo cinco, todos en Sofía, pero uno por lengua: inglés, alemán, francés, español y ruso. El año que a mí me tocaba intentarlo en algún instituto bilingüe y elegir cuál, mi hermana ya había entrado en el francés y un día, jugando con amigas suyas a la güija, le preguntaron al espíritu en qué instituto iba a aprobar yo los exámenes, y el espíritu “respondió” que en el español. Entonces mi hermana empezó a hacer en casa mucha publicidad a la lengua española. Así fue… Y este juego de mi hermana ha determinado toda mi vida a partir de entonces.
Parece increíble que en un país como Bulgaria, sin lazos históricos con la Hispanidad, hubiera un colegio bilingüe en la época comunista. ¿Acaso hubo alguna presencia cubana en el país?
En efecto. Hubo bastante presencia cubana en Bulgaria y muchos búlgaros también se iban a Cuba a trabajar. El instituto bilingüe español era el único en todo el país, y era muy difícil entrar. Una vez cuando preparábamos un festival y teníamos que elegir canciones, un compañero propuso “Y viva España” de Manolo Escobar. Entonces la profesora, que había hecho filología española en Moscú, nos regañó a todos y dijo que no podíamos cantar nada de un país capitalista, así que sustituyó la canción por “Cuba, qué linda es Cuba; quien la defiende la quiere más”.
Hacer literatura en otra lengua es siempre difícil. Lo han hecho novelistas como Joseph Conrad o Milan Kundera, pero nunca se han atrevido a abandonar la tierra firme de la prosa. Escribir poesía en un idioma que no sea tu lengua materna, es el máximo reto, inalcanzable para la mayoría…
¿Es más difícil escribir poesía que prosa? Probablemente, sí. De hecho, yo me consideraba incapaz de hacerlo tanto en búlgaro como en español. No me había llamado la atención ni pensaba intentarlo. Muchas veces había tenido la tentación de empezar una novela, pero siempre lo dejaba por la falta de tiempo. Por eso, un día decidí intentar escribir un poema: porque no es tan largo como una novela. Y me encantó, tanto que ahora me cuesta parar y, sin embargo, hay que trabajar también…
Sus poemas tocan temas muy diversos. ¿Cómo los elige?
Encuentro inspiración en casi todo. A veces es una palabra que me llama la atención y puedo hacer un poema entero con el propósito de usarla (como “frufrú”). Otras veces es alguna noticia en el telediario (el poema “El accidente”). Mis poemas pueden ser el fruto tanto de mis experiencias y observaciones como de experiencias ajenas. Algunos parten de refranes (españoles o búlgaros), de frases de otras personas (como la de “mi futuro exmarido”). Me he inspirado incluso en la inscripción en la camiseta de un alumno mío (en el poema “De psiquiatra”). Muchos son pura imaginación, ya que la literatura es ficción, y otros los hago simplemente para disfrutar y jugar con las palabras.
Su libro tiene cuatro partes, cuyos títulos permiten intuir la temática. ¿Cuál es el hilo conductor de cada una?
Mosaico es como un cajón de sastre: recoge temática muy variada. En Siempre tú sin ti he reunido poemas más sentimentales. La parte que se titula A las malas lenguas se entendería con unas palabras de Camilo José Cela en la dedicatoria de una edición de “La familia de Pascual Duarte”: “Dedico esta edición a mis enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera”. Por eso, aquí pululan personajes como el envidioso, el lameculos, el zorro y la zorra, etc. La última parte Lejos del hogar, ¿en casa? tiene que ver con la vida de inmigrante, la nostalgia, la infancia y el hogar. Echo muchísimo de menos los bosques verdes de Bulgaria y las montañas en Andalucía me parecen calvas, coincidiendo con Antonio Machado y sus “sierras calvas”. Y aunque en Granada me siento como en casa, es casi en casa. Por eso en la dedicatoria incluyo “Al verde de Bulgaria. Al olor a hogar de Granada”.
En la poesía de las últimas décadas predomina el verso libre. Sin embargo, usted también cultiva el estilo tradicional con estrofas. ¿Le gusta ir a contracorriente?
Me lo tomé como un reto e intenté hacer estrofas, así que además de verso libre, tengo serventesio, soneto, romance, alejandrino, octava real, cuaderna vía, quinteto y terceto encadenado. Y lo vivo también como un juego para disfrutar. No puedo decir lo mismo de los artículos de investigación que hago por mi trabajo, aunque incluso la investigación me gusta. Una compañera me dice de broma que soy una cabra que tira al papel.
Su libro lleva el título «Mis dos vidas». Sin embargo, no ha escrito nada en su lengua materna. ¿Entenderán sus poemas los que pertenecen a su «otra vida»?
Por desgracia, mi familia en Bulgaria no podrá conocer esta nueva faceta mía, y eso me da mucha pena. Me di cuenta de ello cuando oí algún comentario de que los primeros ejemplares del libro los iban a comprar mi familia y mis amigos. Ni siquiera caí la primera vez, pero cuando me lo repitieron me acordé de que nadie de mi familia sabía español. El poema “Bilingüe” surgió por eso. Ni siquiera mi madre podrá apreciar la ilusión que siento al escribir poesía “en la segunda lengua que sé amar”.
Sin embargo, esa segunda lengua ya es inseparable de su identidad poética. ¿Seguirá escribiendo en la lengua de Cervantes?
Seguiré escribiendo literatura de creación en español, porque me encanta. Es mi oasis de felicidad. Con eso descubrí o recordé que “Mi felicidad depende de mí y la tuya de ti”. El siguiente libro de poesía ya está hecho, pero no quiero publicarlo este año para que no salgan dos libros muy seguidos. Quiero vivir la experiencia del primero. Tengo también muchos cuentos que me gustaría publicar el próximo año. Y a partir de ahí quizá intente una novela. Hasta ahora no quería empezar una novela porque me temo que no querré soltarla hasta que no la termine. Un poema es mucho más corto que una novela y así no peligra mi trabajo, pero lo ideal sería organizarme mejor y saber distribuir el trabajo y el placer.
Miklós Cseszneky