Creerán ustedes que les voy a hablar de los pactos postelectorales, pues no. Voy a hablar hoy de la política a lo grande, y para ello me voy a remitir a lo que sucedió en Madrid la semana pasada en dos actos que coincidieron en el tiempo. Los dos programados. Al menos uno de ellos podemos estar seguros que fue planificado con intención de que no coincidiera con las elecciones generales del 26J. Me refiero en este último caso a la visita de Michelle Obama.
El segundo evento “contra el tráfico de personas con fines de explotación sexual” que organizaron conjuntamente el diario El Español y la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP), pudo haberse hecho coincidir con el anterior o no. En cualquier caso coincidieron y fue muy significativo ver en la edición del día 1 de julio al director del diario, Pedro J. Ramírez, posando con seis señoras y un señor en un photocall con los símbolos conjuntos, el de un diario recién nacido y el de una asociación que lucha contra la explotación sexual.
Hay que ser un periodista como la copa de un pino para ponerse a la cabeza de este problema de la trata y la explotación sexual de mujeres y niñas y confirmar, sí, confirmar, que se trata de “un delito”, no de un problema, dice el texto de la noticia; que detrás de la sonrisa obligada de las mujeres explotadas hay “esclavitud”. Son palabras de los ponentes, pero se entiende que el redactor, Javier Vera, lo asume y el director del diario, también. Por tanto, se ha dado un paso al frente en esta cuestión. Después de tantos ingresos acumulados procedentes de la prostitución que financiaron y financian los medios de comunicación, hay un director de periódicos, creador de cabeceras históricas como Diario 16, El Mundo y El Español, que llama las cosas por su nombre y le da a este tema de la prostitución la relevancia que se merece. Algo debe cambiar a partir de ahora. La prostitución no puede estar detrás del sustento económico de los diarios generalistas.
Hay dos problemas derivados de lo anterior a resolver: la prostitución en sí y el dinero de la prostitución que genera más prostitución a través de los anuncios en prensa. Si desde los medios de comunicación se frena el comercio y la trata de personas con los anuncios, es un buen comienzo para que se abra el debate principal, que es el de la prostitución. ¿Qué hacer? ¿Prohibir o regular? Esa es la cuestión.
Por lo que se refiere a la visita de Michelle Obama a Madrid, fue tan simbólica que sobran las palabras. En este caso el diario de Pedro J. Ramírez perdió la oportunidad de superar el encasillamiento de la visita en la crónica social y darle el realce que se merece. Porque de nada vale que en un lugar del diario estemos apostando contra la prostitución si en páginas siguientes, consideradas de periodismo blando, se incluyen temas que no son blandos sino de periodismo duro, como la vida misma.
La reina de España y la primera dama de Estados Unidos desprendían en sus actos información que va más allá de lo frívolo. Hablaron del derecho a la educación que tienen las niñas, de darles oportunidades, en definitiva. Hablaron de igualdad de género a lo grande, porque grandes son las dos damas, y cuando dos mujeres de esa categoría apuestan por el tema, la cuestión se convierte en alta política. No es una crónica social.
Simbólico es que Michelle Obama, acompañada de sus hijas y su madre, visitara primero Liberia y Marruecos, antes de aterrizar en España. La suponemos informada de las rutas que siguen miles de mujeres, engañadas y luego explotadas, a través de los países del norte de África antes de llegar a España. Seguro que les contaron la serie de abusos que se cometen con ellas antes de llegar a nuestro país y también después de llegar aquí. De eso sabe mucho la asociación APRAMP y seguro que también los periodistas de El Español.
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