Desde UK con amor

En nuestro país, se repite cada vez más a menudo la imagen que vemos arriba. Jóvenes brillantes, con una o varias carreras profesionales que, hartos de que le nieguen el acceso al mercado laboral, deciden salir del país en busca de un futuro profesional que se adecue a sus brillantes carreras. Algunos lo consiguen sí, pero la inmensa mayoría consigue mantenerse a flote gracias a trabajos no cualificados o que nada tienen que ver con la carrera que han estudiado.

En cierto modo, este último caso se puede aplicar a mi persona. Sí, mi perfil académico se asemeja al de la mayoría de jóvenes que, en estos momentos, se encuentran viviendo en UK o en cualquier otro país de la Unión Europea. Por este motivo, tomé la decisión de que lo mejor que podía hacer era, hacer las maletas y coger un avión. La pregunta que me hago a menudo desde que volví es: ¿Cómo sucedió todo? ¿Qué provocó mi huída del país? ¿De dónde saqué el valor para llevar a cabo esta experiencia? Bueno, la respuesta a estas preguntas es: La necesidad de tener un trabajo remunerado. Y no solo eso, sino que además, con a esta necesidad también se le añadía el deseo de progresar en la vida, es decir, no quedarme estancada en el mismo lugar, haciendo lo mismo un día sí y otro también. El deseo de servir para algo más que para estar parada. Deseo que tienen la mayoría de jóvenes que se encuentran en la misma situación.

Sin embargo, todo esto es muy bonito en la teoría. En lo que respecta a la práctica, la cosa se pone un poco más cruda. Y es que, los medios de comunicación, nos hacen ver que vivir en el extranjero es una gran aventura y una experiencia inolvidable. Lo que no nos cuentan es la parte negativa de todo el proceso. Cuando llegas a UK o a cualquier país extranjero, la situación es totalmente diferente. En ese país no eres más que un inmigrante más, que les roba el trabajo a los miembros de su adorada comunidad. Nos ven como una plaga que ha llegado para quedarse con todo lo que les pertenece. ¿Os suenan de algo estas afirmaciones? Sí, es lo que la mayoría piensa de los inmigrantes en España. Pues, la realidad es que los españoles también podemos ser inmigrantes en un país en el que, la visión general del español está muy deteriorada.

La mayoría de los jóvenes que decide emigrar, lo hace por desesperación. Cuando llegan al país de destino les queda una ardua tarea por delante y es que, encontrar trabajo en un país que no es el tuyo y en un idioma que apenas conoces, es bastante difícil. En algunos casos, unos terminan trabajando de camareros, otros en hoteles limpiando habitaciones, otros en empresas de limpieza… En mi caso, me fui a UK  a trabajar de Aupair. No sé si fue una mala decisión, todavía no sé cómo evaluarla y la verdad es que ni me planteo hacerlo. Lo que sí sé es que el panorama de la Aupair está sobrevalorado.

En efecto, cuando decides tomar ese camino crees que la mayoría de las situaciones y circunstancias son positivas. Pero qué equivocada estaba en ese aspecto. Lo cierto es que, la mayoría de las familias que contratan a estas chicas para que cuiden de sus hijos e hijas son, en realidad, un fraude. Un fraude en el sentido de que venden una mentira: una familia llena de amor que quiere que entres a formar parte de su círculo. Aunque, lo cierto es que no dejas de ser una empleada más. Bueno, más bien eres un poco de todo, pero en mi cabeza, durante mi estancia como Aupair, siempre se repetía la misma palabra “chacha”. Chacha o sirviente, eres la chica que vive en su casa y por lo tanto, tienes que hacer todo lo que te ordenen o especifiquen.

No es fácil comprobar cómo todo lo que creías, no era más que una burda mentira. Todo. Lo que nos cuentan los medios, lo que buscan en internet… Y cuando te das cuenta de tu situación, también te das cuenta de que estás sola en un país extranjero, donde se habla un idioma que no dominas, vives en casa de unos desconocidos que tienen sus rarezas, te tratan como a una sirvienta y que además pueden ponerte de patitas en la calle como, aunque no lo creáis, ya le ha pasado a algunas chicas. Lo único que puede consolarte ante esta situación es, encontrar a otras chicas que estén en las mismas circunstancias que tú y poder desahogarte con ellas, aunque solo es, en cierto modo, una solución temporal.

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