Boyhood aparece en las carteleras como un proyecto aparentemente novedoso en el que se graba a los mismos actores a lo largo de 12 años. ¿El objetivo? Retratar el crecimiento personal de un niño a través de los años, pasando por la adolescencia y desembocando en la etapa adulta. ¿El resultado? La gente se aburre.
Es probable que esta película, que había generado expectativas muy altas, haya decepcionado a muchos de sus espectadores. Pero, ¿por qué? ¿ha incumplido sus promesas? Mi opinión es que no. La película realmente sigue de cerca el crecimiento físico y psicológico de un niño y su familia y lo enmarca en un cálido aroma infantil que a todos los niños de los 90 nos atrae irremediablemente. Abundan referencias emocionales como las peleas entre hermanos, los dibujos de DragonBallo las largas esperas para conseguir leer o ver Harry Potter. Juegan con la identificación emocional de toda una generación para aumentar la sensación de realidad. Esta es, quizá, la parte más valorada. Pero también nos muestra las dificultades de los padres y sus defectos, nos enseña que son humanos y se equivocan, un punto de vista del que los niños no son conscientes hasta que crecen o ni siquiera entonces.
Es cierto que se puede acusar a algunos personajes de linealidad. Se puede juzgar la trama como poco emocionante y a los personajes de poco habladores y aburridos. “La idea es buena, pero la película es un coñazo”. Falta acción. El final es muy pobre.
No debemos olvidar que esta película pretende retratar la vida, la vida real. Pretende ser más vida que película. Por esa razón todas estas críticas son en realidad una alabanza para el director. Los espectadores han ido esperando ver una película y se han encontrado de bruces con un reflejo de la realidad. Una realidad lineal y sosa.
Actualmente tenemos la tendencia a identificarnos con personajes de múltiples libros y películas, con canciones, con famosos y los jugosos titulares que protagonizan. Tenemos una visión distorsionada de lo que la vida es o debe ser a pesar de estar inmersos en ella. Queremos ser personajes y no personas, buscamos historias de fantasía en lugar de pies sobre el suelo firme. Y lo entiendo. ¿A quién no le gusta saciar a la imaginación? Y el continuo intento de cumplir estas ideas nocivas es parte de la frustración e insatisfacción vigente y en aumento de nuestra sociedad, más influida por roles inalcanzables que por modelos realistas y congruentes.
Pero lo cierto es que no somos así. Nuestra vida no le interesa a nadie y nosotros no somos personajes emocionantes. Somos personas normales y corrientes anhelantes de algo de película en nuestras vidas. Por eso Boyhood es tú y yo. Por eso la encuentras sosa. Por eso, si te aburre, te estás aburriendo de la gente normal y de ti mismo.Pero tranquilo, siempre puedes ver después “los vengadores” para acallar los rugidos ávidos de acción y fantasía de tu estómago imaginario y evitar así pensamientos incómodos. Después de todo, no está mal hacerlo de vez en cuando.