¡Señores! ¡El futuro ya está aquí!. Para el que no se haya dado cuenta, actualmente, vivimos en un mundo digno de las películas de ficción de hace 20 años: casas robotizadas en las que un simple parpadeo hace que suba o baje las persianas, asistentes personales como Siri en nuestros móviles que nos indican desde el tiempo que hará hoy en la otra punta del mundo como la ruta más descongestionada para llegar al trabajo, gafas que nos muestran toda la información que necesitemos con un simple movimiento de ojos, tatuajes en nuestra piel que producen la electricidad suficiente como para cargar un móvil o coches que conducen de manera autónoma, entre un sinfín de avances tecnológicos más que facilitan nuestro día a día o, por lo menos, eso dicen.
A colación con el tema de esos coches autónomos que todas las marcas de fabricantes se están dando lo que no está escrito para sacar el sistema mejor y más novedoso antes que su competencia, esta semana se hablaba de la resolución a uno de los grandes problemas que conllevaría el uso de los coches autónomos, el de la previsión de los movimientos para la conducción.
La NHTS americana, que en España viene a ser como la DGT, pretende implantar de manera obligatoria en todos los coches un sistema de comunicación cuya plataforma actúa en dos sentidos.
Cuando es una persona la que maneja la dirección de un coche, la conducción se vuelve tan sencilla o complicada como lo pueda ser ver si el coche que tenemos delante enciende un intermitente y, en consecuencia, gira hacia ese sentido.
La película, lógicamente, cambia bastante cuando es el coche por si solo el que dirige el cotarro.
No hay de qué preocuparse, en Estados Unidos, conocidos comúnmente por su afán por controlarlo todo, ya tienen la solución a todos nuestros problemas.
La NHTS americana, que en España viene a ser como la DGT, pretende implantar de manera obligatoria en todos los coches un sistema de comunicación cuya plataforma actúa en dos sentidos. El primero, que los coches que se encuentren entre sí a una distancia X podrán comunicarse, consiguiendo de esta forma que todo coche se pueda anticipar a los movimientos de aquellos que le rodean y, en segundo lugar, a través de este sistema cada coche emitirá a una central (no sabemos a cuál, ni propiedad de quién) un informe continuo de todos sus movimientos.
nos parece perfecto que entre dos coches, autónomos o no, pueda haber un sistema de comunicación interno que nos ayude a evitar los miles de accidentes que se registran en todo el mundo a lo largo de un día.
Las razones para este segundo punto son que, de esta manera y en momentos puntuales en los que se necesiten, esa información recogida podrá ser de utilidad para reforzar la seguridad vial.
No queremos sonar como el típico carca casposo que teme a la evolución por miedo a lo desconocido, de hecho, en nuestro caso, vivimos de la tecnología y de los avances que se hagan en ella, para nosotros todo lo que signifique avanzar en pos de tener una vida mucho más cómoda, lo celebramos.
Dicho esto, nos parece perfecto que entre dos coches, autónomos o no, pueda haber un sistema de comunicación interno que nos ayude a evitar los miles de accidentes que se registran en todo el mundo a lo largo de un día.
Lo que nos empieza a sonar sospechoso nivel “nos estáis controlando una vez más” es que, además, los datos que registren nuestros coches sean entregados a una “central” de datos y que la excusa para que esto sea aceptado de manera alegre por el ciudadano de a pie sea, una vez más, por “nuestra seguridad”.
Creemos que es un derecho de todo ciudadano el proteger su intimidad, si realiza un trayecto en coche, no es incumbencia de nadie ni de ninguna central, saber, desde el minuto uno en el que pone un pie dentro del coche, donde se encuentra, si gira a la izquierda o a la derecha, si coge la autopista o prefiere autovía, se llama poder vivir sin la sensación de que llevas una cámara pegada a la nuca, es más, se llama poder vivir sin la incertidumbre de no saber quién y para qué hay alguien leyendo los datos que emite mi vehículo.
Juzguen por ustedes mismos, ¿prefieren vivir más libres o, supuestamente, más protegidos?.