Confusión entre medios y fines en la política española
Hemiciclo vacio el dia antes del Debate del Estado de la Nacion PUBLICO Marta Jara Fuente: http://menorcaaldia.com/

Resulta necesario establecer los significados entre ambos términos. Esto es, para comprender comportamientos y su sentido, en lo que a los ciudadanos nos atañe. Se han venido formulando, por parte de prácticamente todos los actores políticos, propuestas o intenciones de acción, que procuran objetivos que nada parecen tener con los intereses de los españoles.

La primera impresión que surge de los actos políticos nacionales, es que están circunscriptos al ámbito interno de dichos partidos. Lo están, porque la verdadera lucha que se está desarrollando, como consecuencia de los resultados obtenidos, es que todos han sumado votos por debajo de sus expectativas. Todos.

Esto, sin demasiadas dudas, ha abierto escenarios de confrontación interna que se tratan de disimular con la proyección de sus culpas hacia el territorio de sus rivales.  Por tanto, tal cosa supone la creación de un clima enrarecido que dificulta los entendimientos entre corrientes de aparente coherencia ideológica. Favoreciendo el delirio de un encuentro “divergente”: el fin es mantenerse en las cabeceras de los medios. No crean otra cosa.

Por tanto, unos como otros, parecen confundir los medios con los fines. Aún si aceptásemos que los usos que la democracia ha ido adquiriendo se han pervertido, los ciudadanos conservan la creencia de que el sistema puede seguir siendo útil. De que puede ser un medio idóneo para satisfacer los fines que preserven los valores democráticos de nuestra sociedad. Otros, sin embargo, se resisten y la ven, a la democracia, como un fin en sí misma, para garantizarles el control del poder y la satisfacción de unos intereses minoritarios, que nada tienen que ver con el bien común.

Así, tenemos el ejemplo de un gobierno en funciones que se resiste a entender que el poder reside en el voto. Que este voto se representa en los diputados que son quienes eligen al jefe de gobierno y, además, legislan para dotarlo de los instrumentos que permitan a ese ejecutivo administrar los recursos de modo equitativo y solidario. Eso es democracia. El equipo de Mariano Rajoy, apoyado por informes con argumentos discutibles, trata de deslegitimar al conjunto de representantes que han elegido los ciudadanos. Una confusión que marcó la legislatura pasada. Un estilo que nos trajo hasta aquí.

Cuando se habla de “fines”, nos referimos a “necesidades”. Cuando hablamos de “medios”, hablamos de los “recursos” necesarios y aptos para atender a las primeras. En esto consiste la gestión de gobierno. Por ello, confundir estos conceptos nos lleva a la perversión misma de la democracia: creer que los votantes sólo son un pretexto para mantenerse en el poder.

Las decisiones que han afectado a la propia esencia de las libertades y de la equidad en el esfuerzo de recuperarnos de los desastres financieros, propios y externos, muestran a las claras que no interesa que la democracia sea la que verdaderamente se recupere. Porque si se reinstala, la Justicia lo hará con ella y, entonces, los desastres de la amoralidad se verán debidamente penalizados y la impunidad se restringirá.

En un interesante trabajo realizado por Rubén Junto de Ancos para CTXT: “El último Botín: España, en manos de Blackrock, el gigante silencioso”. En este informe se pone sobre la mesa quienes se han beneficiado de la mal denominada crisis. Sugiero su lectura.

(http://ctxt.es/es/20160309/Politica/4697/Botin-Santander-Blackrock-Fink-Ana-Patricia-Investigaci%C3%B3n–Los-grandes-titiriteros-de-la-corrupci%C3%B3n.htm)

La burbuja inmobiliaria, cuyo valor sólo es contable, por la avaricia del oligopolio bancario, no ha hecho más que incrementarse en número de inmuebles. Pero su valor se contrae en un entorno deflacionario. Todos los analistas confirman que la persistencia del lastre derivado del ladrillo pone aún más contra las cuerdas a unas entidades que tienen muy mermada su rentabilidad. Esto es debido a la reducción de márgenes que implican unos tipos de interés en negativo y al escaso rendimiento, que tiene ya el ahorro por vías como la remuneración de los depósitos. Por ello, las medidas que anunció el BCE la semana pasada procuran aliviar esa presión. Sin embargo, es previsible que el sector tenga que continuar los ajustes. Esto hace que la salud de las entidades esté en puertas de otra tormenta perfecta.

La actuación de este gobierno en funciones, con muchos de sus integrantes bajo la lupa por su gestión de los recursos públicos, no sólo debe someterse a la fiscalización del Parlamento de España, sino que, en algún momento, también deberán revisarse muchas de sus medidas más responsables de producir víctimas reales por su puesta en vigor.

Tampoco es admisible que no se someta a la aprobación parlamentaria de la línea a seguir en la cuestión turca, en relación a los refugiados. ¿El desdén al Poder Legislativo podría encuadrarse en la figura de la sedición? Ello, porque esa figura puede referirse a conductas que puedan ser estimadas por la autoridad legal como motivo de insurrección en contra del orden constitucional establecido. Sería una violación a la legítima autoridad.

El asunto es tan serio, que deberían dejarse de lado las luchas por el poder partidario. Habrá que asumir la política como medio de respetar el compromiso con los ciudadanos. Si la democracia, con su actual parlamento o con el que surja de unas próximas elecciones, no asume este cometido, entonces confirmaremos que se han instalado prácticas que lo convierten en un sistema inservible. Que ya no es un medio apto para resolver las necesidades de los habitantes de España. Que simplemente ha quedado reducida a un fin para mantener el statu quo con vistas a un congreso partidario o a una mera coalición útil a sectores minoritarios.

En ese caso, las puertas a los extremismos más radicales se habrán abierto de par en par, como ya se vislumbra por toda Europa. Entonces sí que habremos resultado derrotados.

Pero, por paradójico que le parezca, en estos tiempos, aún su actitud cuenta. En Brasil han salido más de tres millones de personas. España fue precursora con la expresión de los indignados. Porque de dignidad se trata. Que no lo engañen.

Créalo, la democracia es usted, actúe.

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