El libro “El Director” de David Jiménez, por el simple hecho de dar a conocer prácticas habituales, dejó con el culo al aire a la mayoría de periodistas de este país. Algunos, en su intento de salvarse del desprestigio, se dejan llevar por la pasión o la convicción en sus justificaciones. Otros, por el deseo de llegar a la comprensión de la realidad que suele reflejar u ocultar la Opinión Publicada. Claro está, que muchos otros afirmarán que este sesgo de lo publicado es un mito. En cualquier caso, los medios difunden líneas editoriales a favor o en contra de intereses políticos, comerciales, económicos y religiosos, en concreto.
Mientras se siguen sin definir de manera garantizada los alineamientos en materia de pensiones, legislación laboral, derecho a la libertad de expresión, control de los monopolios para la protección de los consumidores, la educación pública, la sanidad universal, el cuidado a los dependientes, y mientras la Justicia está controlada por conservadores, toda la atención se centra en la inmoralidad del sistema. Es un avance. Hasta hace pocos días ese espacio era Venezuela.
Dado ese escenario, los recientes trascendidos parecen confirmar que la cuestión venezolana formaba parte de una operación del Estado. Ahora, apenas ocupa espacio y su tratamiento dramático se ha atemperado. A la mayoría de medios de comunicación les preocupaba la situación de los presos por pensamiento en aquellas latitudes. Pero poco o nada, que sigan en prisión a quienes se les aplica la legislación que en esta legislatura se ha diseñado para reprimir la discrepancia en España. Aquí, se lleva a prisión a titiriteros, se penaliza a los afectados por preferentes, a los manifestantes pacíficos y a todos aquellos que expresen su disconformidad por el deterioro de la situación general. Inequitativo rigor si se lo compara con la galería de imputados que están y han estado en situación de destruir pruebas o de llevar el dinero de la corrupción a paraísos fiscales.
Era necesario, tal vez, hablar de Venezuela para distraernos de la carta de compromiso de nuevos recortes que el señor Rajoy enviaba a la UE, por la que nos aplicaba sin la menor compasión a la mayoría de españoles, otro descenso a los infiernos. Para entender el propósito de lo publicado desde 2015 en adelante, debemos remitirnos al nivel en el que se organizan y definen los mensajes a publicar en cada uno de los Mass Media. En la actualidad es frecuente advertir que en los medios de comunicación se tratan una serie de temas de modo vinculado con su línea editorial, o con los intereses de sus accionistas. Esto no está en discusión. Así, es común hablar, por parte de públicos cada vez más informados, sobre la manipulación de la información.
Lo cierto, es que la Agenda Setting es un instrumento que se ocupa de estos temas desde siempre, aunque de igual manera se dice, por parte de los que la utilizan, que no sirve de mucho. Sin embargo, esta herramienta, marca las pautas informativas en los Medios de Comunicación Social. Esto ocurre, ya sea que estos estén influenciados o no por ciertos intereses que provocan la turbulencia de credibilidad, a la que actualmente someten a públicos cada vez más críticos a los medios de comunicación. La decadencia de las cabeceras más influyentes de la Transición, además del cambio de paradigma tecnológico, es una evidencia.
La Agenda Setting postuló, desde sus inicios, que los medios de comunicación de masas tienen una gran influencia sobre el público al determinar cuáles historias poseen interés informativo y cuánto espacio e importancia se les da. El punto central de esta teoría es la capacidad de los medios para graduar la importancia y veracidad de la información que se va a difundir, dándole un orden de prioridad para obtener mayor audiencia, mayor impacto y una determinada conciencia sobre la noticia. Del mismo modo, deciden qué temas excluir de la agenda. Espero que llegados a este punto se vaya comprendiendo mejor la curiosa coincidencia de los temas publicados. Venezuela, por ejemplo.
Técnicamente, entonces, por Agenda Setting se puede traducir a la “fijación de la agenda” o “establecimiento de la agenda”. Si la mayoría de medios están en zona de pérdidas y ajuste de plantillas de periodistas, es obvio que se produzcan injerencias que atenten contra la realidad que debería ser publicada. Que harían los partidos políticos que se presentaron el 26J, en relación a que él 28.6% de los españoles estuviese en riesgo de pobreza y exclusión, por ejemplo. Nada. Eso se tradujo en desanimo. Se abstuvieron.
Con estos conceptos básicos, podemos inferir que la Agenda Setting de la prensa en España, no es más que una lista en la cual se establecen las prioridades informativas de algún medio de comunicación, en base a diversos criterios. Que pueden no tener nada que ver con el interés general. Puede estar repleta de Fake News. La verdad será la víctima de una mentira a sabiendas. Lo que vamos conociendo de las Cloacas del Estado es de terror.
Como dijo el maestro José Luis Sampedro: “La opinión pública está influida por los medios de comunicación y los medios están en manos de quienes mandan y los que mandan favorecen a los que dicen lo que a ellos les conviene y borran todo lo que no les conviene. Así que la opinión pública es, sobre todo, opinión mediática”.
Tengamos eso en cuenta cuando valoremos el sentido de nuestro voto.