Quizá parezca pretencioso el título de este texto. Puede parecer pomposo, hinchado, grandilocuente. Lo es. Solo está escrito así para llamar la atención. Para que cuatro palabras atraigan. Y despierten curiosidad. Una vez conseguido eso, intentemos mantener medianamente la atención.
De atención precisamente quería hablar. De que cada vez prestamos menos atención a lo que nos rodea, por un exceso de estímulos. Hay tantas cosas por la vida que no sabemos dónde mirar. Tenemos muchas cosas en la cabeza. [Muchos pájaros quizás, pero bueno ese es otro tema que trataremos próximamente.] Mucha información revolotea alrededor. Y al final es tanta que no nos enteramos de nada. A través de internet tenemos la oportunidad de ver tantas noticias, tantas imágenes, tantas páginas webs, tantas ideas, buenas y malas, tantas cosas por leer, tantas cosas por ver, por aprender… que no podemos abarcar todo. Es como mucha luz, que no deja ver, deslumbra y te cierra los ojos. Hay que seleccionar de alguna manera. Ir paso a paso, sin dispersarse y sin procrastinar.
Procrastinar es NO hacer las cosas que queremos hacer. Es aplazar, posponer. Es dejar para mañana lo que queremos hacer hoy. Y mañana para pasado mañana. Y pasado mañana para la semana que viene. Y con la tontería pasan meses y años y vidas enteras sin hacer lo que queremos hacer. Y llegado un punto ya ni nos acordamos de lo que era. Nos engañamos fácilmente. “Ya lo haré más tarde, ahora voy a mirar un rato el Facebook”. “Después tengo tiempo, voy a navegar un rato de cinco horas por internet”, “No es urgente, eso siempre puede esperar”, “es que es muy complicado”…
A veces tenemos un sueño, una meta, un proyecto, una habilidad especial, (un elemento dicen algunos) una idea… que la vamos dejando pasar. No le dedicamos tiempo [aunque queremos, pero siempre hay una excusa para retrasarlo y la voluntad nos flaquea.] Y al final procrastinar es lo que nos impide conseguir nuestros sueños.
A estas alturas del año se suele hacer balance, y uno se pregunta ¿Qué he conseguido este año? ¿Fue un buen año? ¿Fue desastroso? ¿Fue el mejor? ¿Fue el peor? ¿Fue regular? ¿Qué ni fu ni fa? [Un año más, como vivir automáticamente, como un robot, sin conciencia] Lo de vivir como un robot también es otro tema. ¿He cumplido mis sueños? ¿Tenía algún sueño? ¿Intenté conseguirlo? ¿Reí lo suficiente? ¿Viví como quería vivir? ¿Le dije a la gente que quería que la quería? ¿O al menos se lo dejé caer de alguna forma?
Quizá sea un topicazo lo de los propósitos del año nuevo. Pero saber lo que queremos y trabajar por ello es una buena idea. La cuestión para no procrastinar es organizarse. Y preguntarse: ¿Qué quiero hacer? Y ¿Cómo lo hago? Veamos, pensemos con claridad.
Escribámoslo y hagámoslo (nuestro proyecto quiero decir) Tenemos 365 días por delante para trabajar en él. Poner nuestra atención en algo que nos apasione nos hará sentir bien. Más que bien, ¡de puta madre! Nos hará centrarnos en nuestras ideas, no procrastinar, saber en qué invertir nuestro valioso tiempo [limitado] vivir un poco más intensamente, estrujar un poco las neuronas y poner así en marcha el laboratorio del cerebro.
Si todavía no lo conseguiste no pasa nada. Todavía estas vivo si puedes leer esto. Y tienes la oportunidad de hacer lo que quieras. Hasta de conseguir tus sueños.
Carmen que sabias palabras y que verdades tan grandes.
Creemos tener el bote del tiempo siempre lleno para dosificarlo cuando nos covenga y no nos damos cuenta que se evapora.
Me ha gustado mucho. Gracias.